Más de la mitad del alumnado de la UNR abandonó la cursada durante la virtualidad
La FUR trabaja en un protocolo de presencialidad, que será presentado ante las autoridades universitarias este mes. Estudiantes piden una vuelta segura a las aulas, aunque no le cierran la puerta a la virtualidad. Remarcan la necesidad de volver, aunque con elementos de bioseguridad.
- Ciudad
- Feb 3, 2021
Foto gentileza web UNR.
Por Guido Brunet
A pocas semanas del comienzo del ciclo lectivo, el sistema de dictado de clases, presencial o remoto, es uno de los puntos centrales a definir en este 2021 en materia educativa. En Santa Fe, desde el gobierno provincial ya aseguraron que la decisión está tomada: se aplicará un sistema bimodal, en el que alternarán la presencialidad y la virtualidad.
Con respecto a esta situación, los profesionales de la educación plantearon una serie de exigencias para comenzar a asistir a las aulas, que serán puestas sobre la mesa el 5 de febrero (viernes próximo), cuando se reúnan con funcionarios del Ministerio para discutir las paritarias. Docentes de Amsafe y Sadop piden clases seguras. De lo contrario, la asistencia a los colegios no está asegurada.
En el plano de la educación nacional, ya está definido que el comienzo del ciclo lectivo será el 8 de febrero. Por lo que estudiantes universitarios piden volver a las aulas, con elementos de seguridad, como sucedió este martes durante una manifestación en la puerta de la Facultad de Odontología, cuyos alumnos pidieron por la presencialidad, ya que sin las prácticas no pueden finalizar la carrera.
Este pedido se da en un marco en el que, según un relevamiento de la Federación Universitaria de Rosario (FUR) que midió los ingresos a las clases virtuales, entre el 50% y el 60% no pudo continuar con la carrera.
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Desde la Federación Universitaria de Rosario se embarcaron en la elaboración de un protocolo que será presentado ante el rectorado de la UNR este mes. Las medidas apuntan a que se garanticen los elementos de bioseguridad como alcohol en gel, distanciamiento, ventilación en las aulas, medición de temperatura y utilización obligatoria del barbijo. Además, exigen que se establezca una cantidad máxima de asistentes a la cursada a fin de evitar una aglomeración de alumnos.
Entre los puntos que incluye el protocolo se proponen clases de una hora, con media hora entre una clase y otra para airear el aula, evitando el máximo cruce posible entre alumnos de un horario y otro. Además de la limitación del número de estudiantes cada metro cuadrado.
Manuel Leiva, presidente de la FUR, manifestó a Conclusión que “lo más rico de la Universidad es poder conectarse, con el conocimiento, con los compañeros, con la cultura universitaria, que es lo más rico. Lo que da la presencialidad es sentirse parte, contenerse desde lo anímico, social, cultural, pedagógica y académico”.
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Sin embargo, detalló que “la presencialidad en sí misma no garantiza nada. Si no hay derechos ni condiciones de seguridad no es mejor que la virtualidad. Hay que pensarlo como algo complementario con la virtualidad, a la que no le cerramos la puerta”.
En este sentido, el dirigente de la FUR solicitó que las clases sean grabadas para que «todos tengan el mismo derecho de acceder». «Esto puede ser un salto cualitativo a una nueva forma de educación, aprovechando este problema para convertirlo en una ventaja», mencionó Leiva.
Pandemia y deserción
La pandemia afectó profundamente a la educación en el país, ya que muchos alumnos de diferentes niveles se vieron empujados a abandonar sus estudios. Ya se por no poseer elementos tecnológicos para continuar la cursada de forma remota o por tener que comenzar a trabajar o no poder mantener su vivienda en la ciudad, para el caso de las personas provenientes de otras localidades, ya que solo la mitad de los ingresantes son oriundos de Rosario.
La FUR midió los ingresos a las clases virtuales y determinó que entre el 50% y el 60% no pudo continuar con la carrera, según afirmó su presidente. En este sentido, a mitad del año pasado se registraron gran cantidad de contratos de alquiler debido a la falta de clases presenciales. «Pensábamos que para ahorrar los alumnos se volvían al pueblo. Pero nos encontramos con la realidad es mucho más caótica. Volvían a trabajar y eso se incompatibilizaba con la continuación de la carrera», dijo Leiva.
“La situación económica golpeó durísimo, pero hay muchos estudiantes que quedaron afuera por la falta de planificación universitaria”, continuó.
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“Muchos tuvieron que dejar porque se sintieron solos, no se sintieron acompañados. No hubo una comunicación certera sobre las fechas de cursada o exámenes”, indicó el estudiante. Para que nadie deba dejar sus estudios, desde la FUR organizaron grupos de estudio y debate, entre otras actividades. “Hemos trabajado todos los ejes para nadie abandone, la Universidad en cambio nos dejó un sabor amargo. Tardó dos meses en pagar las becas”, afirmó Leiva.
Por otro lado, Leiva resaltó que la Federación lanzó un voluntariado que puso a disposición de la Universidad y la Municipalidad, en el que 700 estudiantes se anotaron. Sin embargo, Leiva menciona que nunca fueron convocados, por lo que comenzaron a generar mecanismos de colaboración y contención por su cuenta.
Por último, destacó que «la educación es un derecho que compone otros derechos. Si no se le paga a los docentes lo que corresponde o no se da alcohol en gel, no se puede garantizar la educación. Volver a las clases como sea… no funciona así».