Periodismo licuado: los trabajadores de prensa en peligro, como la democracia misma

El gobierno de Javier Milei es sólo un momento de gran retroceso, dentro de una historia de precarización de los periodistas, desaparición y reconversión de los medios de comunicación y los modos de consumo de información de las audiencias. Entre la defensa de un derecho humano y una crisis de identidad que oscila.

POR MANUEL PAROLA

El Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión por segunda vez desde la asunción de Javier Milei para denunciar lasafrentas del gobierno de La Libertad Avanza contra la libertad de expresión. No obstante, los embates del Ejecutivo contra el periodismo en general no son los únicos: la licuación de los sueldos, la obligada situación de poliempleo, la precarización de la salud de los trabajadores de prensa debido a la explotación y la creciente tensión entre el viejo modo, todavía no del todo muerto, de hacer periodismo y los nuevos modelos de comunicación todavía no del todo asimiladas por los medios son sólo algunos de los escollos que tiene por delante una profesión tan necesaria como bapuelada. Como la democracia misma.

La libertad de expresión es un derecho defendido por la ley y ponderado por la Constitución Nacional. No obstante, darla por hecho es una condena a la desnudez: según publicó el Cels, el gobierno de Javier Milei impulsó en sólo seis meses de gestión una serie de medidas que afectan el derecho al acceso a la información y la libertad de expresión.

“Además de las dificultades graves para el trabajo de periodistas, que incluyen actos de violencia física y verbal, el gobierno tomó decisiones legales y administrativas que conducen a una mayor concentración del sistema de medios argentino -ya de por sí concentrado- y al achicamiento de su pluralismo y diversidad”, publicó el organismo de defensa y promoción de los Derechos Humanos.

La suspensión de las redes sociales y páginas web de los medios públicos, además de la salida de aire de muchos de ellos, la intervención y posterior cierre de Télam y el congelamiento y distribución absolutamente discrecional de la pauta oficial del gobierno nacional a determinados medios de comunicación afines y a programas, productoras y comunicadores específicos, abona a esta afirmación de violación y enfrentamiento directo con la pluralidad de voces.

Dentro de una sociedad democrática es necesario que se garanticen las mayores posibilidades de circulación de noticias, ideas, opiniones, así como el más amplio acceso a la información por parte de la sociedad en su conjunto”, apunta el Cels y agrega: “Argentina tiene un sistema de medios de comunicación altamente concentrado desde el punto de vista económico y centralizado desde el punto de vista geográfico”.

Difíciles momentos para dar testimonio

La penetración aguda y sin fin de las redes sociales en el modo de relacionarse de los seres humanos casi en su completitud modificó de formas impensadas la forma de comunicación y de percepción del mundo. La forma que tienen las personas de informarse no podía actuar de otra forma.

Como si eso no fuera poco, la expansión de internet y las formas de hacer publicidad transformaron tanto la circulación de la información como también el modelo de negocio de los medios de comunicación. Lo grave no es la transformación sino la aparente falta de voluntad para un debate serio por parte de los empresarios de los medios como también del movimiento de trabajadores organizados de la prensa en todas sus formas y formatos para seguir haciendo del acto informativo y periodístico una actividad rentable y valorada. Y por si eso no fuera poco, la lucha de clases sigue, necia y terca, en su pelea por no darle la razón a Fukuyama: la pulseada por salarios y condiciones dignas de trabajo tiene como escenario esta situación de incertidumbre total.

El Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) publicó como todos los años la encuentra integral sobre la situaciónn socioeconómica de trabajadores de prensa, en donde casi 8 de cada 10 periodistas tiene su sueldo por debajo de la canasta básica, mientras que uno de cada dos tiene dos o más trabajos.

“A los datos duros surgidos del relevamiento hay que sumar un contexto político que pone al ejercicio del trabajo en prensa en el peor de los contextos de los últimos 40 años”, consignó el sindicato en su informe.

En lo que respecta a lo salarial, el 76% de los trabajadores de prensa cobró por debajo de la línea de la pobreza, la cual el Indec ubica en $828.158 para el mes de abril del 2024. Esta cifra asciende a 92% en el sector de prensa escrita y trepa hasta el 98% en la categoría de redactor. Las radios, por otro lado, la situación es peor: el 83% de los trabajadores tiene ingresos inferiores a la línea de pobreza, mientras que la prensa televisada es un poco más favorecida: más de la mitad (49%) cobra por encima de ese piso. “No obstante, supone un aumento de 40 puntos respecto al año anterior”, aclaran desde el sindicato.

El dato fulminante tiene que ver con que apenas el 6,5% del total de las personas que respondieron a la encuesta le alcanza para vivir con un único sueldo, lo que es una reducción del 10% respecto de las personas que tenían un sueldo digno el año pasado. La conclusión es dura pero transparente: la situación de los periodistas, los curadores y confeccionadores de la información con la que las personas toman sus decisiones y construyen su visión del mundo en el que viven es cada vez más paupérrima. Así como también la calidad de su producto final.

Además, en este mismo contexto, el 52% de los trabajadores de prensa tiene dos o más trabajos -el 31% de los encuestados tiene dos empleos, mientras que el restante 21% lleva adelante tres tareas remuneradas o más-. Un dato complementario a esta situación tiene que ver con que casi 8 de cada diez (77%) trabajadores sostienen que el sueldo no le alcanza, lo que muestra un crecimiento de 5 puntos porcentuales respecto al 2023, por lo que tienen que completar el ingreso con otro trabajo remunerado.

Salir de la crisálida

El 11% de quienes respondieron la Encuesta Integral del Sipreba trabajan en medios comunitarios, alternativos o populares. Entre las personas que respondieron del sector que perciben ingresos, sólo el 34% tuvo aumentos durante el último año.

La eliminación de la pauta publicitaria estatal proveniente del Estado nacional, sumado a la deuda que los diferentes estados mantienen con los medios -sobre todo con los cooperativos o alternativos- desnuda la necesidad de un postergado debate sobre el modelo de negocio de los medios de comunicación y su sostén.

Depender de los poderes ejecutivos, de la necesidad de los gobiernos de turno y la negociación entre los intereses de los medios de comunicación y los ocupantes de las casas de gobierno no sólo es una situación tangente con la violación a la libre expresión y al derecho a la información, sino también es la postergación de una situación límite en las empresas de comunicación y es la pregunta todavía sin contestar de cómo sostener al periodismo privado.

Muchas y variadas experiencias han mostrado que todavía existen sistemas por explorar para el financiamiento del periodismo de calidad: la asociativización de los medios y su cooperativización, el sistema de suscriptores, la construcción de comunidades de lectores, la continuidad del viejo sistema de publicidad público-privada, etc. Todo esto, pensando en la ausencia de una costumbre o cultura de la compra de los productos que se buscan consumir y de la búsqueda de inversión en áreas específicos de las empresas de medios, pensando por ejemplo en el caso del New York Times y su ampliación de planta de periodistas en la búsqueda de profundizar los tratamientos periodísticos y la especificidad de las coberturas. Inversión. Sólo eso y nada menos que eso es lo que falta, en el país del “no hay plata” y donde el 26% de las personas encuestadas por el Sipreba afirmó que “en las empresas o medios donde trabaja se automatizan tareas periodísticas mediante el uso de software (este dato había sido de un 20% en 2023)”.

Entre otros datos importantes, sólo el 30% de los trabajadores de prensa censados por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires tiene 30 años o menos, por lo que la avejentamiento de los profesionales y la falta de puestos de trabajo para las nuevas generaciones deja fuera agendas, miradas sociales y realidades que transforman a los medios y a la información que circula en información sesgada y por momentos hasta estancada y conservadora. Eso también aleja a las audiencias.

El desafío de la dignidad de los trabajadores es arduo, pero invita a un debate que es urgente. El 78% de los encuestados sostiene que desde que asumió Javier Milei, la situación de la libertad de expresión ha empeorado, mientras que el Cels apunta que “Las diferentes políticas del Gobierno nacional demuestran la profundización de un proyecto en el que todo lo que no tiene fines de lucro es atacado y desguazado. Ha desmontado pilares fundamentales de la comunicación y la pluralidad de voces, orientando toda decisión a sus metas de ajuste fiscal y al dogma de que sólo el mercado merece sobrevivir”.

La presente columna tal vez tenga el pedante sesgo de ser corporativa para con los trabajadores de prensa, un sector que tal vez es invisible debido a lo cotidiano de su tarea. No obstante, se vuelve necesaria más ahora que el peso real y específico de “la verdad” se ha vaciado por completo. Rodolfo Walsh sostenía que el rol de los periodistas  es brindar testimonio en momentos difíciles. Pero será un momento muy difícil para todos los trabajadores en general cuando la palabra publicada ya no testifique. Todavía estamos a tiempo de conversar, pensar y pensarnos. Pensar y charlar. Qué gran hazaña en tiempos de gritos y libertinaje libertario.

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