Rita la Salvaje: la mujer que desafió bailando tendrá su mausoleo en el cementerio El Salvador
Este viernes, a las 11 de la mañana, inaugurarán en el cementerio que está frente al Parque Independencia un mausoleo que contendrá los restos de Juana González, más conocida como Rita, la Salvaje. A continuación, un recuerdo del personaje en vida.
- Ciudad
- Jun 14, 2024
Por Elisa Soldano
A Juana González Ligresti le gustaba el mate dulce, Eva Perón, Rosario Central y, particularmente, bailar. Fue esta actividad la que, a inicios de la década de los 40’s, la trajo a Rosario: hizo de la danza de cabaret su profesión y se convirtió en un ícono de la ciudad conocido como Rita, la Salvaje. Desde el próximo viernes, en las vísperas de lo que sería su cumpleaños número 97, tendrá un mausoleo en el cementerio El Salvador.
El mausoleo se inaugurará este viernes 14 de junio a las 11. Se trata de un trabajo realizado por la artista visual Cecilia Nuñez, quien se valió del color rojo y de figuras como un zapato, un frasco de perfume o caramelos.
“Por ahí putearía un poco, pero ella era una artista y al ver el detalle del zapato de cristal, los caramelitos y el lápiz labial, creo que estaría contenta. El mausoleo tiene escalones extraídos del Monumento a la Bandera, muy significativo para un rosarino”, señaló a Conclusión Roberto “Vechy” Santana, quien, junto a su familia, cuidó a Rita en sus últimos años de vida.
¿Quién era Rita, la Salvaje?
Juana González nació en el partido bonaerense de Avellaneda el 15 de junio de 1927. Tras la muerte de sus padres, cuando tenía entre 16 y 17 años, se escapó de su casa y llegó a Rosario, donde se convirtió en un ícono de los cabarets gracias a sus números de baile con desnudos totales.
Y añadió: “Esto comenzó cuando Enrique Llopis –un emblemático músico rosarino, que trabajó con la bailarina– se enteró de que Rita estaba internada en un geriátrico de Provincias Unidas y Godoy. La sacamos y la llevamos a la editorial Ediciones de Aquí a la Vuelta. Ella vivió ahí y atendía los teléfonos. Anduvo por muchas pensiones, la última fue en Urquiza y Corrientes. Un día me llamó otra vez Llopis y me avisó que Rita estaba mal y en la pensión no podían tenerla más, así que la traje a la casa de mi hermana en barrio Belgrano, donde vivió por más de diez años, hasta que falleció”.
“En la editorial nos hacía una linda sopa, con puchero, papa, zanahoria. Vivía con el mate dulce, le echaba cantidades industriales de azúcar”, rememoró.
Entre las anécdotas más destacadas, Santana recordó cuando un reconocido periodista se acercó a una de las pensiones con el objetivo de entrevistar a Rita, pero ella dijo ser hija de la bailarina y le informó que su madre había enloquecido y estaba internada en Oliveros. La Salvaje no tuvo descendencia, pero se valió de un rumor para evadir a los periodistas, con quienes tenía una relación espinosa.
“Ella no quería notas y preguntaba por qué los periodistas no se acordaron antes, cuando estaba en el instituto. Decía que los únicos que le mandaban yerba eran Evaristo Monti y Dante Nasurdi. Tenía cierto resentimiento, pero después se le pasaba”, recordó Vechy.
Y completó: “Una vez me llamó (el periodista Gerardo) Rozín, porque le estaban haciendo un homenaje a Raúl Lavié, quien había laburado con Rita, pero ella no lo quería. Vino la productora a la casa de mi hermana para hacerle una nota, pero ella estaba muy sorda, o se hacía la que no escuchaba, porque no quería hablar de Lavié”.
“Tengo los dos pasaportes de Rita. El primero está lleno, con viajes a Costa Rica, Panamá y Venezuela. Ella siempre contaba que en Venezuela conoció a Isabelita y a Perón”, repasó Santana, y destacó: “En Rosario había un cabaret donde ella era la reina, bajaba con un vestido de piel y un pekinés o un caniche. Un día Llopis y José María Nievas, que eran los músicos, se pelearon con el dueño y se estaban yendo, pero Rita dijo que si se iban los muchachos, ella también abandonaba. En ese lugar también hubo un hecho violento que la trastornó, al hijo del dueño lo mataron de un tiro ahí mismo”.
Según las memorias de Santana, Rita no usaba ropa interior y aún en sus últimos años no tenía tapujos en levantarse la pollera y mostrar, orgullosa, el estado de sus piernas. Cuidadosa de su dinero, todos los meses la bailarina iba a cobrar su pensión a un banco ubicado en la zona de San Martín y Córdoba, y guardaba el dinero en un monedero.
“Tuvo un difícil final, no siempre estaba lúcida. Cuando partió, fuimos a una cochería de zona oeste y el dueño, al enterarse de que era Rita La Salvaje, dijo que le iba a hacer un servicio de lujo. El día que falleció nosotros nos estábamos mudando. En el entierro sólo estaban Norma López, Claudio Berón, su esposa y mi hermana. Fue una tristeza”, concluyó Santana.
Defensora del trabajo de las mujeres
En más de una oportunidad la misma Rita se refirió a su trabajo: “Nunca cobré, porque me enseñaron que si cobraba, Dios me castigaría. No era un comercio. En Rosario nadie puede decir: «Yo me acosté con esa mujer». No me considero una virgen santa, si me agradaba un hombre, sabía dónde mandarlo para que nadie lo viera. Y más tarde iba yo”.
Al respecto, Santana destacó: “Su oficio era bailarina, no la prostitución. Siempre fue una defensora del laburo y la dignidad de las mujeres, siempre. Ella, según me contó, tuvo dos grandes amores en su vida, uno fue Carlos y otro uno de los Lagos, de La Capital, que la llevaba a Mar del Plata en auto descapotable, toda una vida de bacanería”.
Santana mencionó que Rita vivió con una bailarina que era novia de “Pipo” Rossi, un famoso futbolista de la época, quien ejercía violencia de género. Muchas veces, para evitar que su compañera sea golpeada, Rita se enfrentaba al hombre y terminaba recibiendo agresiones.
Por su parte, la concejala Norma López apuntó: “Rita es un ícono. Era bailarina y su espectáculo principal tenía que ver con su cuerpo y con la forma de mostrarse, venciendo muchos tabúes para la época. Era una gran interpeladora de los momentos sociales, y eso también era algo que molestaba. Ella decía que tenía plena decisión de elegir la profesión de bailarina, pero ella no trabajaba sexualmente”.
Una propuesta cultural en El Salvador
Cuando Rita falleció, sus restos fueron enterrados en el cementerio La Piedad. Sin embargo, unos años después la Municipalidad intimó a sus amigos por no pagar el espacio. Ante esta situación, los concejales Norma López, Alejandra Gómez Sáenz y Eduardo Toniolli presentaron un proyecto –aprobado en 2020– para que Rita sea trasladada a El Salvador y forme parte del “Paseo de los Ilustres”.
Pero el Municipio redobló la apuesta: el ex secretario de Cultura, Dante Taparelli, trabajó para que Rita tenga su mausoleo, que a la vez será la primera “posta” de un museo a cielo abierto ubicado en El Salvador. Pero para que el “monumento” pueda estar en un lugar central del cementerio, los restos de la bailarina debieron ser cremados.
Al respecto, el actual secretario de Cultura, Federico Valentini, señaló a Conclusión: “Es la presentación de un plan más ambicioso, que es la posibilidad de tener un museo a cielo abierto en El Salvador, donde los rosarinos y quienes visiten la ciudad puedan honrar a muchas de las personalidades históricas, como el Negro Fontanarrosa, Olmedo, el Trinche Carlovich, Emilia Bertolé o Víctor J. Vilela. Vamos a tener visitas guiadas, pero la idea es que el que quiera pueda recorrer el lugar y acceder a la información a través de códigos QR”.