VIERNES, 22 DE NOV

Rosario Sin Secretos: de Cosmos al parque Urquiza o de cómo “tocar el Cielo con las manos”

Desde el sueño de un visionario en 1941 hasta nuestros días, “mucha agua ha pasado bajo al puente”… Mejor dicho, muchas constelaciones surcaron nuestro Cielo, tan celeste como invisible e inexistente, tan infinito y real como nuestras esperanzas de hacer de Rosario la mejor ciudad para vivir.

 

¿Habrá sido la luna roja que vio aquel 27 de febrero de 1812 la señal Divina que esperaba Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y lo impulsó a crear “la nueva Argentina”, ideando y haciendo enarbolar (elevar en un árbol, claro, seguramente los mástiles no existían en la aldea que ni siquiera conocía los clavos que se necesitaban para armar las baterías Libertad e Independencia) nuestra celeste y blanca?

Fuertemente mariano y creyente, tal vez haya recibido inspiración de la misma imagen de la Virgen del Rosario que había llegado de Cádiz en 1773, la que vio en la aldea del Pago de los Arroyos, con sus propios ojos, en aquella capilla de adobe y paja ubicada frente a la Plaza Mayor (la “25 de Mayo”) y que hoy podemos mirar y admirar en la iglesia Catedral. ¿Será casualidad o causalidad que los colores de su manto sean los mismos que los de nuestro máximo símbolo de soberanía?

“Soberanía: se refiere al ejercicio de la autoridad en un cierto territorio. Esta autoridad recae en el pueblo, aunque la gente no realiza un ejercicio directo sino que delega dicho poder en sus representantes. La Soberanía significa independencia, es decir, un poder con competencia total” (Google dixit, ¡la practicidad al palo!).

Las cooperativas y mutuales saben muy bien de qué estamos hablando, más aún las que promueven la soberanía alimentaria en un país bendecido por Divinidad y Naturaleza como el nuestro.

Si vamos a la etimología, la palabra nos viene del latín super omnia, vale decir: sobre todo o poder supremo. ¿Qué, si no soberano, es el pueblo a la hora de decidir cuestiones importantes? Pero, para eso debiéramos tener presente la frase de Sarmiento “hay que educar al soberano”. Lo que pedía entonces el padre del aula era que el Estado (el mismo que algunos hoy pretenden implosionar) tenga la responsabilidad de educar al pueblo para que sea libre. ¿Qué es ser libre? Sin dudas, conocer nuestros derechos y cumplir nuestros deberes con sentido de una justicia colectiva.

Justamente fue Sarmiento quien, no sólo trajo a las “teachers” de los Estados Unidos como germen para iniciar la educación primaria, común, laica, obligatoria y gratuita, sino que convenció a Benjamín Gould, formado en Alemania, para que dirigiera en Córdoba el primer observatorio que se inauguró en el país durante su presidencia, un día como hoy, en 1871, por lo cual se celebra el Día Nacional de la Astronomía.

En rigor de verdad y en honor al origen, tal vez debiera ser el 3 de septiembre… ¿Por qué? Porque fue el día en que nació el fray Buenaventura Suárez, en 1679, ¡en Santa Fe de la Vera Cruz! Este sacerdote jesuita que, además de predicar el evangelio y atender las necesidades espirituales de los aborígenes, fue astrónomo, científico, geógrafo y matemático, descendía de Juan de Garay y fue uno de los primeros curiosos escudriñadores de los cielos del hemisferio sur. Claro, de gran ayuda fueron los guaraníes que ya venían haciéndolo de tiempos inmemoriales, sólo que a ojo desnudo.

Pero dejemos de volar y aterricemos en el tema que hoy nos ocupa, porque cielo y tierra son parte de un todo al que pertenecemos.

Volvamos a nuestro terruño y encontrémonos, DeLorean mediante, con el profesor Víctor Capolongo, un entusiasta de la astronomía que en 1941 dirigía la Asociación Filosófica, Astronómica y Cultural Cosmos cuando se puso en contacto con la Asociación de Amigos del Planetario, creada en 1958, y a partir de la pasión compartida impulsan la idea de construir un Planetario en Rosario.

El intendente Luis Cándido Carballo y su secretario de Obras Públicas, Hugo Marcuzzi, toman la posta y encaran la construcción del complejo con forma de cometa que tuvo una primera y provisoria inauguración en el Parque Urquiza, alguna vez bien llamado de la Ancianidad.

No lo hicieron solos, muchos que solían “tocar el cielo con las manos con sus sueños”, entre ellos mecenas verdaderamente comprometidos con la ciudad que les dio progreso, contribuyeron a lograr este maravilloso complejo que hoy podemos disfrutar. Eso sí, en horarios en los que permanece abierto o hay actividades programadas.

Pero no todo fueron rosas… El golpe militar a Frondizi y otras vicisitudes provocaron que el telescopio Karl Zeiss encargado a Alemania y que llegó al país en 1962, permaneciera un tiempo anclado en el puerto de Buenos Aires y luego embalado durante ¡20 años! Un caso parecido a las magníficas estatuas de Lola Mora que hoy se deslucen en la “fuente seca” del Monumento…

Sin dudas que si fuera sencillo no sería para Rosario, eterna hija de su propio esfuerzo.

Recién el 19 de junio de 1984, tras finalizar las obras edilicias y armado el equipo, fue inaugurado finalmente el Planetario Municipal de Rosario que en internet se llama “Galileo Galilei”, que alguna vez recibió el nombre de “Dr. Luis Cándido Carballo” y que en la fachada de su edificio principal dice Planetario Ciudad de Rosario. ¿Será para hacer un 2 por 1 y recordar el nombre del desaparecido barco con capacidad para 3.000 personas que trajera el visionario Carballo desde Estados Unidos, cuna de Benjamín Gould?

 

Mucho tuvo que ver con su progreso el convenio firmado oportunamente por la Municipalidad de Rosario, el Instituto de Física Rosario de la UNR y la Fundación Planetario para la feliz coexistencia del Observatorio, Planetario y Museo Experimental de Ciencias, este último, el primero experimental e interactivo del país, y uno de los primeros de Sudamérica, con maquetas, fotografías, paneles y materiales en soportes audiovisuales, cerrado en la actualidad por remodelaciones.

Hoy las tecnologías, analógicas y digitales, se unen en un domo para ofrecernos imágenes tanto reales como virtuales, que impactan todos nuestros sentidos. Fascinantes inmersiones en nuestro infinito Cosmos que nos dan un saludable baño de humildad ante nuestra insignificante presencia en el inconmensurable espacio. De todos modos, si no fuera por la sumatoria de esas partículas y participaciones individuales e institucionales, hoy no podríamos disfrutar de un espectáculo astronómico comparable a los mejores del mundo.

Lo confirmó hasta el francés Jean Charles Boyer que encontramos cerca del Gran Gnomón Egipcio, el Gran Cuadrante de Augusburg, la Esfera Armilar, el Pedestal de Ptolomeo, la Rosa de los Vientos y el Reloj de Sol que, entre paréntesis, atrasa una hora.

Boyer, que juramos no era el partenaire de Marlene Dietrich, Greta Garbo ni Ingrid Bergman, el actor francés que murió de amor por su esposa inglesa, se hallaba paseando su adorable mascota en el mismo solar en el que acamparon los soldados del Batallón de Patricios de Belgrano 212 años atrás.

Pero esto será tema de un próximo Rosario Sin Secretos.

 

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