SáBADO, 09 DE NOV

Rosario sin Secretos: la Estrada en el estrado y un proyecto de Sarmiento

El 23 de septiembre de 1870 se sancionó la ley que creaba la Comisión Protectora de Bibliotecas Popular (Conabip), enviada al Congreso por el entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento y su ministro de Instrucción, Nicolás Avellaneda.

 

Un día como hoy, 23 de septiembre, 154 años atrás, siendo presidente Domingo Faustino Sarmiento, se sancionó el proyecto de ley de creación de la Comisión Protectora de Bibliotecas Popular (Conabip). El mismo fue  inspirado en los Clubes de Lectores ideados por Benjamín Franklin en Filadelfia, y enviado al Congreso por el propio Sarmiento y su ministro de Instrucción, Nicolás Avellaneda.

Otro presidente, Néstor Kirchner, fue el primero que incluyó a la Conabip dentro del Presupuesto Nacional, lo que permitió el desarrollo y fortalecimiento de las bibliotecas populares.

Por estos lares, y aprovechando que hace unos días se celebró el Día del Profesor, en recuerdo de José Manuel Estrada, quisimos darle el tópico local a la conmemoración y anclamos en Servando Bayo y Córdoba, nuestra biblioteca pública que lleva su nombre. ¿Y qué encontramos allí, o mejor dicho, qué descubrimos curioseando en sus orígenes?

Que era una tienda, la San José (¿casualidad o causalidad que luego se instalara allí la biblioteca con el mismo nombre que tenía Estrada?), que alquilaba la familia Foresto a los Merdeni, propietarios del inmueble. Así que de los géneros al papel (al principio los socios compartían la lectura de los libros con los carteles de oferta) hubo mucha tela para cortar.

De invalorable ayuda fue el testimonio de Víctor Silvestri, uno de los pibes que integraban la Comisión de Defensa de la Biblioteca Pública Municipal José Manuel Estrada. Sí, pibes, porque eran un puñado de jóvenes de entre 17 y 20 años que la salvaron de desaparecer cuando ya había salido la sentencia de desalojo al pedirse, en juicio, la devolución del terreno que había sido expropiado por el municipio, cuando Rosario soñaba con tener su propia “9 de Julio” y pretendía unir las calles Córdoba y Santa Fe en una anchurosa avenida.

Estos muchachos y chicas, unidos en un solo sentimiento, defender la soberanía del conocimiento y apoyar la institución que les brindaba cultura y educación en su propio barrio, no dejaron contacto sin tocar y comenzaron una furibunda campaña en los medios, entre los que se destacaron los periodistas Evaristo Monti, Elbio Martínez y Domingo Marquez.

La cuestión es que, con visitas a todos los estamentos gubernamentales y fuerzas vivas, armaron un lindo lío que llegó a presidencia pidiendo la intervención hasta con telegramas a la viuda de Perón, Isabel Martínez, y al gobernador Silvestre Begnis, ¡que contestaron en calidad de urgente!

Armaron una especie de Asociación Amigos de la Estrada, con el nombre de Centro de Apoyo Integral (CAI), con Carlos Pupich y Martha Tejedor liderando un activísimo grupo que no dudó en perseguir el noble objetivo de recuperar el espacio de su desarrollo intelectual y humanístico. ¡Y lo lograron!

Vendría luego el proyecto de remodelación, en 1996 la inauguración del edificio de tres plantas, y hoy un lugar que recibe miles de personas en cientos de actividades.

Pero si nos vamos más atrás en el tiempo, también descubrimos (gracias a los buenos oficios de sus empleados) que la Estrada es heredera de otra biblioteca que algunos sitúan dependiente de una Asociación Ferroviaria y otros de una ex empresa de transportes instalada dónde se guardaban por entonces los tranvías… Esto ya parece un cuento de ciencia ficción, pero en realidad son postales “sobre rieles” de nuestra urbe que conforman el patrimonio de la memoria que debemos siempre honrar.

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