“Tenemos la oportunidad de romper de una vez por todas con esto de que la enseñanza y el aprendizaje tienen que ver con un punto de llegada”
Palabras de Silvia Vaisman, profesora de Educación Inicial y en Ciencias de la Educación de la UNR, que nos invitan pensar una nueva manera de enseñar y aprender. Una cuarentena que nos plantea día a día un sinfín de nuevas oportunidades y paradigmas a derribar.
- Ciudad
- May 1, 2020
Por Gisela Gentile
“No es el momento de evaluar, sino un momento de aprender, y la oportunidad de evaluar será cuando volvamos a la escuela, y no necesariamente se hará en torno a lo realizado estas últimas semanas o meses. Tenemos que tener la garantía de que cada uno de ustedes pueda potenciar los aprendizajes y reforzar el vínculo con sus maestras, maestros y profesoras, y nos establezcamos el desafío no sólo de aprender, sino también cuidarnos”. Con esas palabras referenciaba el Ministro de Educación Nicolás Trotta, la situación coyuntural en torno a la educación. Una cuarentena que puso en jaque la forma convencional de enseñar.
Más de un mes de cuarentena, cientos de mensajes en los grupos de WhatsApp, y un sinfín de situaciones diversas que se han ido dando en cada hogar. Cada familia ha interpretado como pudo diversas actividades por celular, han instalado aplicaciones como Zoom que hasta el momento eran desconocidas y de alguna manera, han intentado ponerse en el lugar de la docente.
Panorama confuso y agotador, resulta el <ponerse> en el lugar de esas familias numerosas que tienen niños escolarizados con diferentes edades ¿Pero no será un error pretender ser la docente? Nunca podremos serlo, al igual que ellos nunca podrán expresar a través de una pantalla, el amplio universo pedagógico.
Siempre los maestros están en la foco de la tormenta, pareciera que todos podemos opinar sobre cómo se desempeñan en su trabajo, o sobre cuanto deberían ganar. Pero en este contexto de pandemia por el Covid- 19, han surgido nuevos interrogantes, como aquellas ligadas a la forma de educar, el lugar que ocupa la escuela y si es posible calificar al alumnado en tiempo de cuarentena.
Para entender un poco más cuales son las diversas situaciones que está atravesando la escuela bajo el aislamiento social obligatorio, Conclusión dialogó con Silvia Vaisman, profesora de Educación Inicial y en Ciencias de la Educación de la UNR. Silvia actualmente trabaja en un Equipo de Orientación escolar acompañando a adolescentes en relación a dificultades que puedan estar transitando con los aprendizajes, emocionales, familiares y de convivencia en la escuela.
“Nosotros tenemos que poder pensar de qué manera podemos encontrarnos con nuestras alumnas y alumnos aún en la distancia, pensando qué podemos proponerles, qué cuestiones pueden movilizarlos y motivarlos. Fundamentalmente, es necesario generar espacios de ida y vuelta donde ellos puedan expresarse y poner en palabras lo que están viviendo y sintiendo. Dicho espacio servirá para poder comunicar los miedos, contar cómo es la cuarentena, compartir hobbys, etc. Que sea una oportunidad para ponernos a investigar juntos diversos contenidos, que en otro momento, quedarían fuera por no poder corrernos del programa”.
Es necesario revisar lo que se hacía en la escuela y que se puede realizar desde casa, “no se puede replicar en los hogares lo mismo que se hacía en la escuela. Celebro que eso ocurra, y considero que es la oportunidad que tenemos para hacer de la educación algo distinto, y así poder recortar qué es lo más relevante para ser ofrecido a los chicos hoy”, enfatizó.
Un sinfín de posibilidades de cambio emerge en un contexto atípico y singular que jamás hemos vivido, “esto nos debe llevar a reflexionar, y dentro de lo más relevante, las calificaciones no lo son. Tenemos que pensar cómo hacemos para llegar a ellos, cómo los sostenemos, cómo los invitamos a recorrer junto a nosotros el camino de algunos saberes que le pueden ofrecer algunos sabores, que son distintos a lo que ellos pueden estar viendo en la televisión, que es la muerte permanente. La escuela en la casa hoy les puede ofrecer vida”.
La evaluación debe pasar a un segundo plano pasando a ser la misma conceptual, “lo que llevemos a cabo tiene que ver con el encuentro, con cómo seguimos formando parte de la vida de ellos tendiendo una mano en esta distancia, que no tienen que ser tal. La escuela sostiene, porque muchas madres y padres están desbordados, ya que la situación económica influye, porque tenemos miedo de salir de nuestras casas, porque hablamos mucho de este tema y ellos lo escuchan. Por ello, allí debemos estar los docentes para que ellos puedan seguir soñando por fuera de esta realidad espantosa que nos toca vivir”.
Otro punto a tener en cuenta son los niños y niñas que transitan dificultades en los aprendizajes, “allí debemos prestar muchísima atención porque hay niños que tienen adecuaciones en sus escuelas, otros tienen sus psicopedagogas o terapias y si bien muchos de ellos las siguen manteniendo de manera online, no todos están en la misma situación. Como docentes debemos estar atentas a esto último, para poder acompañarlos y que no queden totalmente desprotegidos, ya que las familias no tienen porque saber cómo hacerlo. Entonces el punto es cómo nos comunicamos con las familiares, para poder así ir ayudándolos”, sostuvo.
En esta coyuntura y contexto poco habitual, juega un rol trascendental las capacidades de ayuda de cada familia, “no todos tienen las mismas posibilidades, existen familias que solo tienen una computadora para utilizar. Lo importante es poder articularnos para que no se llenen de trabajos, ya que no pasa por ocupar el día de cosas y tampoco hacerlo en todo momento. Aún estando en casa tienen que tener tiempo para distenderse y jugar. Que tengan una serie de actividades referente a la escuela los ayuda a organizarse, los entretiene y sostiene, pero es importante no perder de vista que no todos pueden hacerlo. Muchas familias la están pasando muy mal, no es lo mismo que un niño pueda trabajar en cosas de la escuela si vive en una casilla, que si habita en una casa grande con comodidades, no es igual un niño que vive situaciones de violencia que aquel que tiene relaciones humanas amorosas, o aquel que tiene acceso a Wi-Fi y computadores, mientras que otros deben compartirla con sus padres y hermanos. Hoy por hoy, existen decenas de situaciones objetivas y subjetivas que atraviesan la vida de los niños”.
Por todo lo antes mencionado la docente sostiene que es imposible la calificación, “personalmente pienso que se podría valorar cualitativamente, con esto hago referencia a que luego de la entrega de cada trabajo, podamos hacer una devolución cualitativa que aliente a seguir, regalándoles nosotros palabras para que ellos puedan sentirse mejor”.
Nunca en la historia de nuestra humanidad, hemos vivido una situación tal, por lo cual nos invita a reinventarnos en todo aspecto. “En este sentido podemos pensar que el confinamiento nos quitó la presencialidad, que es lo que nos vincula con nuestros alumnos. En esta reinvención que tenemos que hacer, estamos todos los equipos en búsqueda, estamos haciendo los que humanamente podemos. Tantos los directivos como los docentes han recibido cantidad de directivas, de idas y vueltas, por lo cual estamos todos en un nudo y tratando de resolver cuestiones urgentes. En este proceso se debe acompañar también a los docentes, ya que no todos estaban preparados para llevar una práctica totalmente virtual ya que somos humanos, y nosotros también estamos atravesando las mismas situaciones que las mamás y papas”.
Normalmente la escuela convencional brinda actividades, las evalúa y califica, pero luego de la pandemia existirá un cambio de paradigma a nivel educacional. “Lo que uno conoce, no es replicable, no podemos dar tareas, evaluar y calificar cuando llegue la libreta. Los docentes debemos enseñar, ellos aprender, y así llegar a realizar un determinado programa. Y yo me pregunto… ¿Llegar a dónde? Nosotros tenemos la oportunidad de romper, de una vez por todas, con esto de que la enseñanza y aprendizaje tienen que ver con un punto de llegada, que tendrá una nota que me permite un pasaje. La trayectoria de un niño o una niña no se reduce a un año de clases, si nosotros podemos repensarnos como comunidad educativa, aquellos contenidos que no hayan podido ser abordados este año, o si un alumno por x dificultades no ha logrado aprender del todo, el docente nuevo retomará lo no aprendido y continuará con las propuestas. Debemos empezar a romper con la secuencialidad de los contenidos tajantes que hacen que si no se llegue a tal punto, ese alumno no puede pasar de año, porque la vida humana es mucho más que un ciclo lectivo”, espetó.
Hoy la apuesta es lo humano, “pienso que siempre debería serlo, en todos los contextos, ya que si la escuela pierde de vista esto deja de ser escuela. El aprendizaje no es un número, no nos encapsula en una nota, de hecho muchas veces los chicos se encuentran con nuestras enseñanzas en otros momentos de la vida, y no exactamente en el momento que ponemos nota. Por otro lado, los aprendizajes muchas veces exceden lo que podemos prever, entonces en este momento la cosa va por otro lado”, concluyó.