MIéRCOLES, 20 DE NOV

Marcelino Escalada, otra localidad santafesina que busca liberarse de la contaminación agrotóxica

Después de la muerte de Diógenes Chapelet producto de las fumigaciones, el pueblo salió a ponerle un freno a las mismas. “La vida debe imponerse por sobre los intereses mezquinos de algunos”, le dijo a Conclusión Sergio Chapelet, hijo del vecino fallecido.

Por Alejandro Maidana.

El próximo 10 de abril a las 18 horas en la escuela “Bernabé Vera” Nº359, se llevará a cabo una reunión informativa con disertantes de suma valía y especialistas en la temática. La misma convoca a todos los representantes distritales del departamento San Justo a participar de esta necesaria e invalorable charla en la escuela local de calle Villa Lasteñas 382 de la mencionada comuna.

En Escalada, pequeña población ubicada a 130 km al norte de Santa Fe, se fumigó de manera muy cercana a la población durante años y, a pesar de los reiterados reclamos de los vecinos afectados, éstas nunca se detuvieron.

El conflicto se potenció cuando el 8 de enero de este año, falleció el vecino Don Diógenes Chapelet, un señor mayor de edad que había manifestado en varias ocasiones los daños que le producían las aspersiones de agrotóxicos cerca de su vivienda y exigiendo que las detuvieran sin lograr resultados.

A raíz de este trágico y repudiable suceso, los habitantes decidieron romper con la tranquilidad pueblerina para ir en búsqueda de una trasformación que les permita recobrar la calidad de vida cercenada por los agronegocios.

La normativa local No. 368/2.018, sancionada el 5 de marzo, prohíbe asperjar cualquier tipo de agroquímicos a menos de 500 metros del límite urbano sin excepciones, e incluso protege parajes rurales conformados por 10 casas en adelante. Las fumigaciones aéreas se deberán alejar 3000 metros de la zona urbana, prohibiéndose también la radicación de depósitos de biocidas (con un plazo de un año para que se retiren los que actualmente están dentro del radio de exclusión).

 

El caso de Diógenes golpeó sin lugar a dudas, no sólo el corazón de aquellos que lo conocieron, sino también,  de los que entienden que la vida debe aferrarse a un sinfín de cosas que no tienen relación alguna con los designios del capital salvaje.

Han confirmado su participación la mayoría de los presidentes comunales, el intendente de San Justo e incluso el senador por este distrito. Los disertantes serán reconocidos profesionales que vienen trabajando desde hace años con esta problemática. Estarán exponiendo el Dr. Damián Verzeñassi (Facultad de Ciencias Médica de la UNR), Bioq. Daniel Verzeñassi (Foro Ecologista de Paraná), Dr. Arturo Serrano (Médico rural santafesino) y Dr. Rafael Colombo (Abogado Ong Capibara).

Sergio Chapelet es hijo de Don Diógenes, en diálogo con Conclusión relató: “Mi padre falleció el 8 de enero debido a las muchas fumigaciones que sufrimos con agrotóxicos durante años en torno a nuestras viviendas. La fumigación de noviembre del año pasado lo afecta notablemente, si bien mi papá venía acumulando veneno en su sangre hace décadas”.

Mientras Diógenes buscaba escarparle a su delicado estado de salud, las fumigaciones no cesaron. Un verdadero acto deleznable que sólo puede provenir de personas que detesten la vida en todo su esplendor.

“Vuelven a fumigar y él empeora, su vasculitis se hizo incontrolable, sus órganos internos también dijeron basta. Lamentablemente el 8 de enero mi papá fallece, desde nuestro lugar hacía más de 15 años que veníamos insistiéndoles a estos vecinos conocidos de toda la vida que por favor cesaran con las aplicaciones”, sostuvo Sergio.

La policía de Escalada siempre respondió a las denuncias de los damnificados, pero lamentablemente a los pocos días estas prácticas impiadosas volvían a consolidarse. “Debido a esto, la comuna se comunica con el Ministerio de Producción para mediar, ahí es cuando aparece en escena un ingeniero de nombre Marcelo Peñino. De esta persona conservamos el peor de los recuerdos, con una soberbia sin igual, nos dijo que los “fitosanitarios” no le generan ningún inconveniente a la salud”.

Diógenes Chapelet estuvo consciente hasta los últimos segundos de su vida. Sergio recuerda sus últimas palabras que no hacían alusión a otra cosa que a seguir batallando para que las fumigaciones con agrotóxicos desaparezcan por completo de la vida de todos los argentinos.

“Gracias a esta ordenanza, nuestras casas están protegidas, ya que está totalmente prohibido fumigar a 500 metros a la redonda. Apenas enterados de esto, un grupo de colonos comienza con un lobby feroz para buscar tumbar la misma y seguir adelante con sus agronegocios a como dé lugar. La ambición desmedida, es muy difícil de aceptar, ya que lo único que no tiene precio es la vida, debemos ir decididamente a la agroecología. En esta zona no hay más animales ni insectos, desaparecieron las mariposas, los pájaros, las liebres, las perdices, es desolador el panorama”, enfatizó Chapelet.

A raíz de la feroz oposición llevada a cabo por los verdugos de la calidad de vida, un importante grupo de vecinos decidió organizar esta charla con especialistas y personas conscientes para entender la problemática que los abraza.

“Vamos a ver cómo reacciona la Comuna y los colonos en torno a esto, primero y principal tenemos el deseo de que participen activamente. Hemos logrado que distintos colores políticos se unan a nosotros en pos de mejorar la vida de los habitantes de nuestro lugar”, concluyó.

El camino que un día se propusieron transitar aquellos que estoicamente integran el colectivo “Paren de Fumigarnos”, está sembrado de sueños y resistencia ¿La clave? Machacar en la conciencia de aquellos que necesitan de un empujoncito para salir a defender el derecho más preciado, el de la vida digna.

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