VIERNES, 15 DE NOV

A 46 años del asesinato de Carlos Mugica, el sacerdote que eligió predicar con los pobres

Un 11 de mayo de 1974, el padre Mugica, quien dedicó su carrera religiosa a los sectores más populares, caía asesinado por la “Triple A”, que comandaba el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega.

El sacerdote Carlos Mugica se convertía hace 46 años, el 11 de mayo de 1974, en un símbolo del compromiso eclesiástico con los sectores populares al caer asesinado por la organización parapolicial “Triple A”, que comandaba el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega.

Nacido en el seno de una familia tradicional de Buenos Aires, y bautizado como Carlos Francisco Mugica Echagüe, fue un chico inquieto, enérgico, al que le gustaba jugar al fútbol y tuvo a Racing como la primera gran pasión de su vida.

Cursó en el Colegio Nacional Buenos Aires cuando emergía el peronismo como movimiento político y luego siguió la carrera de derecho, pero sus inquietudes espirituales pudieron más y en 1952 decidió ingresar en el seminario.

Se ordenó sacerdote en 1954, en la época en la que Juan Domingo Perón había entrado en un conflicto sin retorno con la jerarquía de la Iglesia Católica, algo que sería determinante para la caída del fundador del justicialismo, un año después, según consideran algunos historiadores.

Como cura joven se incorporó a los equipos pastorales que hacían trabajo en los conventillos de Buenos Aires, y allí percibió el dolor que el derrocamiento de Perón había provocado entre los pobres.

En 1966, Mugica se puso al frente de grupos misioneros estudiantiles en el Norte de Santa Fe, que evangelizaban a familias campesinas en el monte.

Uno de esos grupos estaba formado por tres jóvenes que estudiaban en el Nacional Buenos Aires: Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Eduardo Firmenich, quienes luego integrarían el grupo que fundaría Montoneros.

En 1968, se unió al movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo; visitó a Perón en su exilio en Madrid y, tras charlar largamente con él, entendió que debía volver rápidamente al país para luchar en favor de los humildes desde los preceptos del evangelio.

Volvió a Barrio Norte y se instaló en el altillo de un edificio desde donde contemplaba la formación de la villa de Retiro, poblada de familias que venían en tren desde distintos rincones del país.

Tras el Cordobazo de 1969, Argentina entró en un período de alta conflictividad social y surgieron diversas organizaciones políticas y sindicales que buscaban forzar el final de la dictadura militar que mantenía proscripto al peronismo.

Al ganar Héctor Cámpora las elecciones presidenciales de 1973, Perón le propuso a Mugica -cuya popularidad era enorme- sumarse como asesor al Ministerio de Bienestar Social que dirigía López Rega.

Luego de varias consultas con compañeros de sacerdocio y militantes villeros, el sacerdote aceptó un cargo honorario en la cartera de Bienestar Social, sin percibir salario alguno.

Las diferencias con «El Brujo» se hicieron insalvables y Mugica, en una asamblea del Movimiento Villero de Liberación, decidió presentar su renuncia al cargo y volver a trabajar en su misión pastoral.

Las actividades políticas del cura se multiplicaron y la jerarquía eclesiástica, harta de sancionarlo, le propuso dejar el sacerdocio, algo que Mugica desestimó.

«Tengo los días contados. Sé que me van a matar y será López Rega. No me importa, lo único que no quiero es que le carguen el crimen a otros», le confió a su hermano Alejandro.

El sábado 11 de mayo de aquel año, tras oficiar misa en la capilla San Francisco Solano, Mugica recibió 14 balazos de parte de una banda dirigida por Rodolfo Eduardo Almirón, un sicario de «El Brujo» que moriría en 2009, mientras era procesado por delitos de lesa humanidad.

En 1984, Juan Carlos Juncos confesó frente al juez Eduardo Hernández Agramonte que López Rega le había pagado una suma cercana a los 10 mil dólares para matar «a ese curita que lo perjudicaba políticamente».

El entierro del padre Mugica resultó multitudinario y los habitantes de la villa y curas villeros llevaron a pulso su féretro hasta el cementerio de La Recoleta, en una ceremonia fúnebre en la que se fundieron personas de los orígenes sociales más diversos.

En 1999, los restos de este pastor fueron depositados en la Parroquia Cristo Obrero de la Villa de Retiro, la misma donde eligió predicar para los humildes.

Homenajes

El aniversario será recordado este martes con una misa en la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro, que el sacerdote fundó en los 70 y donde se encuentran enterrados sus restos.

Los homenajes, que se iniciarán el martes a las 10.30, son convocados por el Equipo de Sacerdotes para las Villas de la Ciudad, que anunció la incorporación a ese espacio de los curas de la provincia de Buenos Aires que también cumplen su trabajo pastoral en asentamientos.

En tanto, este lunes a las 20.30, se celebró otra misa en la parroquia San Francisco Solano, ubicada en Zelada 4771 de Villa Luro, el lugar donde Mugica fue asesinado.

El recuerdo del presidente

El presidente Alberto Fernández recordó a Mugica y expresó que el cura «dedicó su vida a los más pobres» y aseguró que siempre lo acompaña «con su ejemplo».

«Hoy se cumplen 46 años del asesinato del padre Mugica, un hombre que dedicó su vida a los más pobres y que siempre me acompaña con su ejemplo», tuiteó el Presidente, que publicó también una foto suya que muestra un escritorio con un busto en miniatura del sacerdote en primer plano.

Fernández expresó: «El recuerdo de Mugica debe convocarnos a construir un país más solidario, donde ningún argentino sea abandonado a su suerte; nadie se salva solo».

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