VIERNES, 22 DE NOV

De Rosa Alabaster: “La gente está perdida porque lo que la estructuraba con la pandemia desaparece”

El médico psiquiatra consideró que “es una locura en términos médicos” segmentar a la población frente a la pandemia desde la edad “porque hay gente de 70 años que puede no tener ningún problema y hay gente de 40 años que pueden tener todos los inconvenientes”. 

La pandemia de coronavirus llegó y en algún momento menguará su incidencia en la salud de las personas hasta convertirse en una desagradable anécdota.

Pero no será así en aquellas cuestiones que hacen a las miradas, a los análisis y a las conclusiones por las que se transitan y se arribarán desde todas las disciplinas. En estos casos llegó para quedarse por mucho tiempo.

En tal sentido, el médico psiquiatra Enrique De Rosa Alabaster, ofreció sus consideraciones durante una entrevista concedida a Radio Síntesis del diario digital Conclusión donde afirmó que “en estas conmociones, no se pone en conflicto un órgano, sino el ser en su integridad”.

Durante la charla sugirió que la situación de crisis originada por el virus sirve “para volver a instalar la idea del bien común en función del otro”.

“Si no, lo que pasa es lo que está pasando en las últimas épocas, nos volvemos individualistas, y ese apartamiento del otro es lo que por definición nos va enloqueciendo”, redondeó.

Más adelante, manifestó: “En realidad somos individuos, pero eso no significa que existimos en ausencia de un contexto”.

En cuanto al tratamiento que se le da a la pandemia explicó que en el mundo hay unos 250 mil muertos, pero que si a esa cifra se la compara con las de otras enfermedades, “tampoco es un número fenomenal”.

“Esta prioridad de instalar números por encima de personas también es una tendencia preocupante a la que hay que hacerle un poco de frente, porque instalar que somos números más que otra cosa es  una postura intelectual e ideológica bastante particular”, expuso el también escritor.

Además, indicó que el mundo tomado “como mercado” y la personas “como consumidores de ese mercado”, hace que el sujeto esté “necesariamente masificado” y que por ello “se convierte en número”.

“Pongamos el ejemplo de algo que pasó: de golpe, de un día para el otro, se determinó que gente de una cierta edad, sin ninguna otra consideración que el número no podía salir de su casa. Eso es pasar por encima de todo por sólo un número. Es una locura en términos médicos porque hay gente de 70 años que puede no tener ningún problema y hay gente de 40 años que pueden tener todos los inconvenientes”, aseveró.

Después de hacer referencia al sanitarista argentino Floreal Ferrara en cuanto a cómo considerar al hombre en el marco de una enfermedad, De Rosa dijo que “el problema es que no se abordó desde el inicio, en el comité de crisis, la situación con no solo infectólogos, sino que también debiera haberse hecho con economistas, epidemiólogos, psiquiatras, sociólogos, antropólogos…”

“Cuando empezó todo esto, yo estaba en un programa de televisión y desde la producción decían que había que limpiar con alcohol en gel el teléfono, sacaron un iPhone y el conductor dijo que había que limpiar el iPad con alcohol en gel. Yo tuve una sensación extrañísima porque hay gente que no tiene nada de eso, y en casos, ni agua para limpiarse”, graficó.

Además, estimó que el plan del Gobierno estuvo “en un punto mal armado porque cuando habló de distanciamiento social y se ve en un asentamiento, de los que están alrededor de Rosario, en Buenos Aires, Mar del Plata o Córdoba donde viven 6 o 7 personas en una superficie mínima, se preguntó ¿cuál es ese distanciamiento que esa gente puede tener? Ninguno, respondió”.

“Tenemos que aprovechar para tomar la parte buena de estos episodios que nos obligan a replantear nuestro rol en la existencia”, reflexionó, para enseguida estimar: “Algo no funciona bien en nuestra sociedad porque tenemos un desprecio por la realidad, es decir que huimos de la realidad y me parece que es un buen momento para que cada uno tome conciencia de cuál es su realidad y en qué contexto está”.

Finalmente observó: “No es momento para quedarse, para cerrarse, sino para cuestionarse uno mismo, pensar en donde ponemos nuestra energía y empezar a plantearse una cosa que tienda más a un estadio de felicidad y de plenitud”.

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