Envían un pedido para la beatificación de Evita: ¿qué tiene que pasar para que sea declarada santa?
La CGT envió una carta al Cardenal Mario Poli, en la que se solicita que se inicie el proceso para convertir a María Eva Duarte de Perón en santa, en el año en que se cumplen 100 años de su nacimiento.
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- Oct 31, 2019
La Confederación General del Trabajo (CGT) envió una carta al Cardenal Mario Poli, en la que se solicita que se inicie el proceso para convertir a María Eva Duarte de Perón en santa. La iniciativa ya había sido solicitada en mayo de forma informal al papa Francisco. Pero ahora, en el marco de los 100 años del nacimiento de Evita, se hace de manera formal.
“A cien años de su nacimiento, superadas dilaciones y divisiones inconducentes para el bien común, cuando su figura y obra han alcanzado el justo valor trascendente que poseen para nuestro pueblo y para todos los pueblos del mundo con se de justicia, solicitamos que nuestra Iglesia acompañe el sentir popular y la coloque en los altares oficiales para felicidad de nuestros fieles y santos”, dice la carta que lleva la firma de José Sola, Julio Piumato, Carlos Acuña y Hector Daer.
“El renacimiento de la Argentina esta cifrado en la recuperación de las fuentes espirituales de la nacionalidad. Y circunstancias únicas nos vuelven a dar esa oportunidad. El pontificado de Francisco puede alumbrar un camino, si estamos dispuestos a andar las huellas que dejaron nuestros mejores hombres y mujeres“, establece la misiva.
La carta de la CGT
“El día 30 de octubre el Consejo Directivo de la CGT presentó al Cardenal Mario Poli, Arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires y primado de la Iglesia Argentina, la nota carta en la que solicita formalmente que se inicie, en el año de su Natalicio, el proceso de Beatificación de la señora María Eva Duarte de Perón.
A cien años de su nacimiento, superadas dilaciones y divisiones inconducentes para el bien común, cundo su figura y obra han alcanzado el justo valor trascendente que poseen para nuestro pueblo y para todos los pueblos del mundo con se de justicia, solicitamos que nuestra Iglesia acompañe el sentir popular y la coloque en los altares oficiales para felicidad de nuestros fieles y santos.
El renacimiento de la Argentina esta cifrado en la recuperación de las fuentes espirituales de la nacionalidad. Y circunstancias únicas nos vuelven a dar esa oportunidad. El pontificado de Francisco puede alumbrar un camino, si estamos dispuestos a andar las huellas que dejaron nuestros mejores hombres y mujeres”.
Elementos de la santidad
Para que una persona sea considerada Santa por la Iglesia Católica, debe reunir una serie de elementos. Primero, el pedido de apertura de la causa debe hacerse en la diócesis donde murió, en este caso, el arzobispado de Buenos Aires, a cargo del cardenal Mario Poli, como efectivamente sucedió. Si se acepta el pedido comienza un minucioso estudio del candidato, que incluye el estudio de sus escritos y discursos y la toma de testimonios.
En el caso de que el estudio resulte satisfactorio, ya considerado el postulado como Siervo de Dios, el arzobispado gira la causa a la congregación para la Causa de los Santos del Vaticano, donde se efectúa un segundo análisis de su vida y obra. Si se concluye que vivió su fe “en grado heroico”, o sea, de una manera excepcional, es declarado “venerable”.
Luego hace falta que se compruebe que Dios obró un milagro por su intercesión -en general, una curación inexplicable a los ojos de la ciencia, por lo cual interviene una junta médica- para que sea declarado beato. Si se le comprueba un segundo milagro, es proclamado santo.
En caso de que la muerte de la persona propuesta fue un asesinato y se compruebe que fue por “odio a la fe” –o sea, que es un mártir- no hace falta el milagro. Eso mismo ocurrió con el obispo Enrique Angelelli, dos de sus sacerdotes y un catequista, ultimados durante la última dictadura.
Sin embargo, el Papa -que es quien firma la autorización- puede eximir a la persona del milagro, como Francisco hizo en el caso de Juan XXIII. Todo este proceso puede llevar años y hasta décadas, sobre todo si las pruebas de santidad no son suficientemente contundentes.