VIERNES, 22 DE NOV

Cuando la radio creó marcianos

Por Rubén Alejandro Fraga   

 

“Tomamos las mantas y mi nieta quería llevarse el gato y el canario. Estábamos delante del garaje cuando vino el chico del vecino y nos dijo que era una obra de teatro”. (Testimonio recogido después de la transmisión radiofónica de Orson Welles, quien hace 79 años conmocionó a la sociedad norteamericana al anunciar la invasión marciana a la Tierra).

Al caer la noche del domingo 30 de octubre de 1938, en vísperas de la celebración del Halloween, se produjo en varias ciudades de Estados Unidos un fenómeno que marcó un hito en la historia de los medios de comunicación de masas y disparó innumerables debates sobre el poder que estos ejercen sobre la gente: La antológica emisión radiofónica de La guerra de los mundos (The War of the Worlds), del escritor inglés Herbert George Wells, realizada por el actor, director, productor y guionista estadounidense Orson Welles.

La emisión, realizada en el ciclo radial “El Teatro Mercury en el aire” (“The Mercury theatre on the air”) de la cadena CBS, provocó el pánico en varias ciudades norteamericanas, cuando muchas personas creyeron que realmente se estaba produciendo una invasión extraterrestre.

El realismo fue tal que la emisión causó auténtico terror sobre todo en Nueva Jersey, donde, según la obra, estaba teniendo lugar la invasión de los marcianos. Este episodio le dio a Welles fama mundial, lo que llevó a la RKO Pictures a contratarlo en 1939 con plena libertad para escribir, producir y dirigir dos películas memorables: El ciudadano (Citizen Kane, en 1941) y Soberbia (The Magnificent Ambersons, en 1942).

A la inteligente adaptación realizada por los guionistas Howard Koch y Paul Stewart, el genial Orson Welles agregó una perfecta ambientación sonora muy realista que literalmente enloqueció a miles de oyentes. Con todo, el autor de la madre de todas las invasiones de la ciencia ficción, H. G. Wells, definió esta mítica transmisión como “un ultraje”.

Un radioteatro legendario

La emisión de aquel radioteatro (que más tarde se editó en un disco y hoy puede bajarse completa por internet) duró 57 minutos y 7 segundos. Al día siguiente, el escándalo que produjo la transmisión ocupó la portada de los principales diarios norteamericanos, entre ellos, el New York Times. Y se convirtió en leyenda.

Los oyentes que aquella noche, de la que hoy se cumplen 79 años, sintonizaban el Mercury Theatre descubrían que el espectáculo musical era continuamente interrumpido para permitir la difusión de comunicados urgentes. La entrada impetuosa de la “noticia de último momento” no era nueva en el mundo radiofónico estadounidense: en septiembre de 1938 –un mes antes de la emisión de Welles– la programación había sufrido interrupciones a cada momento porque corrían fuertes rumores de un inicio de las hostilidades contra las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón).

Para enriquecer el texto y aumentar su credibilidad, el guión de Koch proponía además la salida al aire “en directo” de astrónomos pertenecientes a las principales universidades y observatorios norteamericanos.

El profesor Richard Pierson –interpretado por Orson Welles– era el personaje principal del drama. A medida que avanzaban los marcianos los otros personajes que ocupaban altos cargos de gobierno entraban en escena: el general Montgomery Smith, el vicepresidente de la Cruz Roja y el secretario del Interior daban precisas indicaciones para la evacuación de la población civil y la organización de la contraofensiva.

Numerosos oyentes cayeron en la trampa de Welles; otros, en cambio, intuyeron inmediatamente las características ficcionales del programa: “Era como uno de esos cuentos que leo en Amazing Stories, pero mucho más emocionante”, contó un testigo-protagonista de aquella noche inolvidable.

Los fenómenos de histeria colectiva que se dieron durante la emisión del programa ya entraron en la historia de los medios de comunicación de masas (mass-media): “Miré desde la ventana y todo parecía normal. Se ve –pensé– que todavía no llegaron a este barrio… ”, explicó un oyente, pocas semanas más tarde, al dar su testimonio frente a un investigador.

Miles de personas, desde Nueva Jersey hasta los pequeños pueblitos del Medio Oeste estadounidense, trataron de huir de los marcianos que mataban a todos los seres vivientes con el gas “amarillo-verde”.

El hiperrealismo de la transmisión, los boletines de guerra perfectamente construidos y el uso de formas coloquiales hicieron posible un fenómeno que todavía hoy sigue siendo utilizado como ejemplo por los teóricos de la manipulación mediática.

Sin entrar en una discusión académica sobre los efectos de los mass-media, no debemos olvidar que a fines de los años 30 del siglo pasado el posible estallido de una guerra mundial era un sentimiento muy difundido entre la población y la hipótesis de un ataque japonés –o alemán– contra Estados Unidos era una posibilidad concreta –como lo demostró el bombardeo nipón a la base de Pearl Harbour pocos años más tarde–. La impecable adaptación radiofónica de Orson Welles y Howard Koch hizo el resto.

En 1975 fue realizada The Night that Panicked America, una estupenda reconstrucción televisiva de la transmisión radiofónica de Welles dirigida por Joseph Sargent y guionada, una vez más, por Howard Koch. En el elenco de este film –lamentablemente nunca distribuido en el circuito del video– figuran algunos actores reconocidos como Vic Morrow, Cliff De Young, Paul Shenar (en el papel de Orson Welles) y Joshua Bryant como Howard Koch.

Personaje desafortunado este Koch: nació en Nueva York en 1902 y a partir de los años 40 escribió algunos largometrajes que hicieron la historia de Hollywood, desde Sergeant York (1941) hasta Rhapsody in Blue (1945) pasando por Casablanca (1942).

En los años 50 el nombre de Koch apareció en la tristemente célebre lista negra de “comunistas infiltrados” en los estudios cinematográficos, por lo que debió trasladarse con su esposa a Inglaterra, donde siguió firmando sus trabajos con el seudónimo Peter Howard.

La noche del pánico

A las 20 del domingo 30 de octubre de 1938, los oyentes de la cadena estadounidense CBC escucharon lo siguiente:

— Locutor 1: “La <CBS> y sus estaciones afiliadas presentan a Orson Welles y al Teatro Mercury en <La guerra de los mundos>, por H. G. Wells”.

— Locutor 2: “Señoras y señores, el director del Teatro Mercury y primer actor de esta emisión, señor Orson Welles…”.

— Orson Welles: “Sabemos ahora que en los primeros años del siglo XX, seres más inteligentes que el hombre, y sin embargo mortales, vigilaban atentamente a nuestro planeta. Sabemos asimismo que mientras los hombres se dedicaban a sus quehaceres, otros hombres los examinaban y estudiaban con toda exactitud y minuciosidad, lo mismo que el hombre, valiéndose del microscopio, examina a las criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Alegre y confiada, la gente de este mundo iba de aquí para allá, ocupada en sus asuntos, serena y segura de su dominio sobre este pequeño fragmento giratorio, sobre esta partícula solar que, por casualidad o designio, el hombre ha heredado en el oscuro misterio del tiempo y el espacio. Empero, a través del inmenso golfo etéreo, mentes que respecto a la nuestra son como ésta respecto a las de las bestias de la selva, vastos intelectos, fríos y exentos de simpatía, miraban a nuestra tierra con ojos envidiosos, y lenta, pero seguramente, trazaban sus planes contra nosotros. En el año trigésimo noveno del siglo XX tuvo lugar la gran desilusión”.

— Locutor 1: “Durante las 24 horas siguientes no se ha notado un cambio apreciable en la temperatura; sólo tenemos conocimiento de una ligera perturbación atmosférica en Nueva Escocia, cuyo origen no es posible determinar, la cual ha creado un área de presión baja que se mueve rápidamente hacia los estados del nordeste. Ello anuncia lluvia y vientos huracanados. Temperatura máxima 18,8; mínima 8,8. Estos datos son proporcionados a ustedes por la Oficina Meteorológica del gobierno. Ahora llevamos a ustedes al salón meridiano del Hotel Park Plaza, en Nueva York, donde escucharemos a Ramón Raquello y a su orquesta”.

(Tema musical español que va apaciguándose).

— Locutor 3: “Buenas noches, señoras y señores: desde el salón meridiano en el Hotel Park Plaza, de Nueva York, oyen ustedes a Ramón Raquello y su orquesta. Ramón Raquello ejecutará «La comparsita»”.

(Se oyen los primeros acordes del tango del uruguayo Gerardo Matos Rodríguez).

— Locutor 1: “Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile y música para transmitir a ustedes un boletín especial de la Intercontinental Radio News. A las 7.40, hora de Chicago, el profesor Farell, del Observatorio de Mount Jennings, comunica haber observado en el planeta Marte, y a intervalos regulares, varias explosiones de gas incandescente. El espectroscopio indica que se trata de gas hidrógeno y que se mueve hacia la Tierra con velocidad portentosa. El profesor Pierson, del Observatorio Princeton, confirma la observación de Farell y describe el fenómeno como una llamarada azul. Volvemos nuevamente a oír la música de Ramón Raquello, que ejecuta algunas piezas en el salón meridiano del Hotel Park Plaza, en la ciudad de Nueva York”.

(Se oye la música durante algunos minutos, hasta que termina la pieza. Hay aplausos).

La transmisión habría de interrumpirse nuevamente para una entrevista al supuesto profesor Richard Pierson. Los locutores comenzaron a emitir boletines especiales desde distintos puntos del país y leyeron noticias preocupantes sobre explosiones observadas en Marte desde Canadá.

El móvil de exteriores entrevistó a quienes han visto caer un meteorito. El pánico estalló. El guión radial trazado por Howard Koch y Paul Stewart y rescrito por el propio Orson Welles se transformó en un hecho real para la imaginería popular. Y se manipuló a la opinión pública a través de un radioteatro.

La anécdota recorrió todo el mundo y aún hoy, 79 años después, sigue siendo objeto de estudio y de debate.

En su libro La trama secreta de la radiodifusión argentina II. Los medios en la neocolonización, el escritor y periodista Ricardo Horvath sostiene: “La emisión radiofónica de La guerra de los mundos se produjo en un momento especial de la humanidad: el avance del nazismo, la Guerra Civil Española, el anticipo de un holocausto que el mundo no sabía –o no quería– parar. Un año después estallaría la Segunda Guerra Mundial que desde largo tiempo se venía incubando. El peculiar estilo de la radio, donde entra en juego la imaginación y el hecho probado que generalmente se oye sin escuchar, hicieron el resto”.

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