MIéRCOLES, 20 DE NOV

El chiste que revela la valoración que los científicos argentinos hacen del ex ministro Baraño

Una eminencia científica santafesina a la que el ahora degradado funcionario suele elogiar por sus investigaciones lo contó en un programa de TV.

En mayo pasado uno de los divulgadores científicos más reconocidos del país lanzó una durísima sentencia sobre el ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao, de quien era amigo y al que acusó de “traidor” después que aceptara continuar como ministro en el gobierno de Cambiemos. “Va a quedar solo y como un paria”, le auguró Adrián Paenza.

En términos menos duros pero no menos críticos, la investigadora Raquel Chan, una eminencia de la ciencia argentina a la que Barañao cita recurrentemente como ejemplo, contó ahora una anécdota que no deja bien parado al ahora secretario de Ciencia.

“¿Saben cuál era el chiste que corría en las redes la semana pasada cuando se empezó a hablar, antes de que fuera un hecho, de que bajaban el Ministerio a Secretaría? Decían… ‘Lino pregunta si se puede quedar con la N’Expresso’”. De inmediato aclaró: “Eso no lo dije yo pero corrió por todas las redes”.

El chiste ironiza sobre el interés que demuestra Barañao por el grave momento de ajuste y recorte en el área.

Fuera de chiste, la bióloga, docente y directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral dependiente de Conicet, fue cruda con el ex ministro kirchnerista, luego de Cambiemos y ahora degradado a secretario: “El ministro tiene como un envase de ministro, pero viene cambiando hace rato en lo que dice. Para mí ya no es creíble”.

El diálogo se produjo en el canal público de la provincia 5RTv durante una entrevista en el programa Tres Poderes en la que se habló del ajuste en ciencia y educación y en el que también estuvo presente el decano de la UTN del Litoral Rudy Grether.

En mayo pasado, el mismo programa entrevistó al ministro Barañao. “Mi decisión de seguir en la actual administración tiene que ver con garantizar los logros y lo hecho durante todos estos años”, se justificó, repitiendo un argumento que usa desde diciembre de 2015.

En esa oportunidad también usó la trayectoria y logros de Chan como ejemplo exitoso “del influjo de fondos y las políticas proactivas para fomentar la investigación” que permitieron que en la última década Conicet ascendiera 62 posiciones y se ubicara “entre los 200 mejores organismos a nivel mundial”.

“Tenemos desarrollo concreto a partir de conocimiento generado por investigadores básicos, el caso más concreto es la doctora Raquel Chan, que encontró un gen del girasol que cuando se transfiere a otras especies les confiere capacidad de resistir la sequía e incrementar la productividad”, elogió Barañao, quien también es científico y desde el cargo de ministro lideró el reposicionamiento y reactivación del sistema.

Por el contrario, Chan tiene una valoración muy diferente de la labor del ministro: “Él no está garantizando que la ciencia siga. Yo hablé con él cuando fuimos a verlo una delegación de directores de institutos y Barañao dice ‘si no estuviera yo sería peor’. No lo sé. Se lo dije, el experimento científico no está hecho. Los científicos decimos que uno puede especular mil cosas… no lo sé si estaríamos peor o no. Lo que sí sé a ciencia cierta es que estamos mucho peor que hace dos años y medio. Eso sí lo sé”.

“Lo peor de todo esto es el mensaje. Están diciendo que la ciencia, la educación, la innovación son de segundo nivel…La señal es que vamos por debajo de seguridad y de los ministerios que mantuvieron. No les importa nada. Así nunca va a salir adelante sin ciencia y tecnología. Es la única forma de no vender sólo materia prima”.

Como lo expresa el chiste que contó la científica santafesina, el ahora secretario de Ciencia está bajo cuestionamiento desde que en diciembre de 2015 prestó su continuidad al gobierno de Macri. Lo que Barañao explica como una decisión para defender los logros alcanzados, entre científicos, becarios y trabajadores de ciencia interpretan que siempre estuvo dispuesto a hacer el ajuste para una administración que se lo propuso desde el primer día.

El recorte en el cupo para la carrera de investigador del Conicet, que vino en caída y se cerró durante 2018, fue una de las señales más fuertes. El gobierno quiere un sistema más chico y que resuelva parte de su financiamiento con el sector privado.

De a poco se sumaron otros problemas de manual: freno a la construcción, refacción y mantenimiento de edificios, renuncia al financiamiento de proyectos, subejecución de partidas, caída de recursos para funcionamiento, depreciación de salarios por inflación (son los más bajos de la región), incumplimiento de convenios internacionales, demoras en girar subsidios (incluso de proyectos de 2016) y retención de partidas de créditos internacionales.

El mes pasado, 202 directores de institutos dependientes de Conicet se entrevistaron con Barañao y estuvieron en el Congreso, donde pidieron a los diputados asegurar partidas en el Presupuesto 2019 y una ley de financiamiento, al estilo de la de educación sancionada la década pasada, que garantiza un piso progresivo de inversión en el sistema.

En esa oportunidad también advirtieron sobre una nueva ola de fuga de cerebros al exterior.

Desde principios de año corren riesgo de caerse los acuerdos con otros países para llevar adelante proyectos de colaboración e investigación conjunta. En esos casos cada país compromete aportes de dinero, que es lo que incumple el gobierno argentino.

La crisis cambiaria también da por tierra con proyectos de ciencia que implican la compra de equipamiento e insumos en el exterior a precio dólar. Para acceder a ellos los equipos científicos elevan rigurosos y trabajosos proyectos de los cuales son aprobados un pequeño número. Los presupuestos para esas compras se hicieron con un cálculo de dólar de entre 10 y 20 pesos, según el momento de la elaboración, cuando ahora es 40.

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