MARTES, 26 DE NOV

Imperdible análisis de Iris Speroni: «Presupuesto, impuestos y otras yerbas»

¿En que se gasta el dinero que se recauda con nuestros impuestos? ¿Cuanto de ese dinero se destina al presupuesto aprobado por el Congreso? ¿Ese presupuesto se aplica a la realidad? Todo esto y mucho más en este detallado análisis.

 

Los argentinos estamos agobiados por los impuestos. No sólo por los montos, sino por la cantidad de impuestos que obligan al profesional, a las pymes, al comerciante y a los empresarios a una carrada de presentaciones juradas y liquidaciones todos los santos días hábiles del año.

Pero hay un punto, respecto a la carga impositiva, tal vez aún más dañino que los dos anteriores: la oportunidad en que se pagan. 

El estado no espera que hayamos cobrado una venta o realizado una ganancia para esperar su parte. No. Nos obliga a pagarlos antes. Al principio del ciclo productivo, a ganancias que se realizarán al año siguiente, al momento de hacer una inversión que madurará en meses o años. 

No contentos con eso, los gobernantes nos descuentan dinero de nuestras cuentas corrientes, se quedan con parte de nuestra facturación o cobranza porque tal vez en algún momento deberemos pagar impuestos. Si se generan créditos a favor del contribuyente, sólo en raras ocasiones son devueltos, siempre luego de numerosas presentaciones y largamente erosionado su valor por la inflación.

Este accionar desaprensivo por parte de las autoridades políticas y de los legisladores (quienes – en teoría – son los defensores de los ciudadanos) ha provocado numerosas quiebras, cierres de locales y evitado que se realizaran inversiones.

Si cada vez que uno quiere iniciar una actividad (criar chanchos o hacer piezas de acero por control numérico) todo la maquinaria que uno compre o las instalaciones que realice son un 30% más caras por los impuestos, si los Kwh salen el doble por la carga impositiva, y si contratar a una persona cuesta un 80% más caro por los descuentos y contribuciones, ¿quién puede invertir una moneda? Sólo los amigos del poder a quienes los políticos le atan la vaca.

Pero vamos a lo importante: pagamos impuestos. ¿Por qué pagamos impuestos? Los políticos tienen respuestas rápidas: para pagar la salud, la educación, las jubilaciones, la policía, las Fuerzas Armadas, el servicio diplomático.

¿Es así? Vamos a ver.

Presupuestos

Todos recordamos el 28 de diciembre del 2017 cuando al día siguiente de ser aprobado el presupuesto 2018, el Jefe de Gabinete y el Ministro de Economía nos dicen a todos los ciudadanos que harán todo diferente a lo aprobado por el Congreso Nacional. El día anterior.

Lo más curioso de ese suceso es que no hubo consecuencias institucionales. Las autoridades del Ejecutivo piden autorización de gastos y de impuestos a nuestros representantes, éstos se lo conceden y las autoridades del Ejecutivo dicen públicamente que se rieron en sus barbas y harán lo que les parezca.

Correspondía juicio político a Dujovne, Caputo y Peña (artículo 53 de la Constitución Nacional), y destitución de Sturzenegger (a cargo del BCRA) por la Comisión Bicameral ad hoc. No. Se fueron todos de vacaciones hasta el 1º de marzo.

Presupuesto 2019

No sabemos a dónde fue el dinero de nuestros impuestos. Pero sí a dónde dijeron nuestros representantes y el Ejecutivo que lo iban a mandar. Según sus dichos ¿cuál era el destino de los impuestos? ¿Educación? ¿Justicia? ¿Seguridad? ¿Salud?

Veamos.

El presupuesto es publicado por el ministerio de Economía: https://www.minhacienda.gob.ar/onp/presupuestos/2019

Consta el Mensaje del Ejecutivo al Congreso y el Presupuesto de Ley. Luego hay un listado de anexos.

El primero de los anexos define cuál será el destino de nuestros impuestos. Lo encuentran aquí: https://www.minhacienda.gob.ar/onp/documentos/presutexto/proy2019/ley/pdf/planillas_anexas/capitulo1/anexa101.pdf

Acá está el destino de los impuestos:

En este cuadro dice que la totalidad de dinero que va a gastar el Estado Nacional es de $ 4.172.312.239.441.Sí, cuatro billones de pesos. ¿En qué se gasta?

La totalidad de sueldos de toda la administración nacional (luego veremos que hay un par de olvidos): todos los ministerios, todos los institutos de cosas raras, todo el Poder Legislativo y el Judicial, desde el ascensorista hasta el presidente de la Corte Suprema, todo por $ 437.791.499.510, la décima parte del presupuesto total. Esto lo remarco para quienes dicen que la solución es echar dos millones de empleados públicos.

Esta gente necesita biromes, nafta, electricidad, gasas en el Hospital Posadas, etc.: $ 109.502.545.462.-

La totalidad de la administración (excepto la AFIP cuyo presupuesto no es determinado por el Congreso) funciona con $547.294.044.972, el 13% del gasto total de la Nación.

Repito: toda la administración federal desde la Antártida a Orán funciona con $ 547 mil MM. 

Los presidentes también afirman que hacen obras: rutas, puentes, centrales eléctricas, cloacas, plantas potabilizadoras, etc. Total: $184.216.829.655. 

Entre gastos corrientes e inversiones tenemos $ 731.510.874.627. Esto quiere decir que si pagáramos ⅕ de los impuestos que pagamos ahora, la administración nacional funcionaría, y seguiríamos pagando los 16.000 empleados y ñoquis del Congreso.

Luego están los pagos de la seguridad social. Esto es las jubilaciones y pensiones, la Asignación Universal por Hijo.

Todos los pagos previsionales ascienden a $ 1.792.971.892.448. El pago de jubilaciones se financia con los descuentos a los sueldos de los trabajadores, las contribuciones patronales, rendimientos del propio fondo acumulado más impuestos (IVA, Gcias.) de asignación específica a este fin. El detalle lo encuentran aquí: https://www.minhacienda.gob.ar/onp/documentos/presutexto/proy2019/ley/pdf/planillas_anexas/capitulo1/anexa108.pdf columna “INSTITUCIONES SEG. SOCIAL”, sexta columna, quinta columna de números.

Ahí vemos que los descuentos a trabajadores y pago de impuestos al trabajo por parte de la patronal asciende a $ 1.020.607.058.044, rendimiento financiero del fondo ANSES es de $ 252.222.172.514, más un monto pequeño de ingresos no tributarios.

La totalidad de impuestos destinados a financiar la ANSES es de $ 506.530.500.000.-

Por lo tanto, los impuestos destinados a sueldos, compras, inversiones y ayudar a la ANSES, ascienden a $ 1,2 billones de pesos ($ 731 mil MM + $ 507 mil MM). Con esta cantidad de dinero funciona la Administración Nacional y pagamos jubilaciones. Con esto el país funciona y sólo es 1/4 (25%) de los gastos totales.

¿En qué se gasta el resto de nuestros impuestos?

Los pagos de intereses, la cuarta columna de números del cuadro original, ascienden a $ 740.774.852.387, más dinero que el destinado a sueldos, compras e inversiones.

Sí, los intereses pagados por el Tesoro Nacional cuestan más que toda la administración nacional junta. A esta cifra hay que sumar los intereses que paga el BCRA por sus LELIQs y antes por sus LEBACs (deuda cuasifiscal).

El resto se gasta en Transferencias a personas y empresas (columna “TRANSF. CORRIENTES”) por $ 906.940.263.700.-

A empresas es de $ 278.271.691.067 (línea “SERVICIOS ECONOMICOS). Acá están los subsidios a Vaca Muerta, a las compañías de servicios públicos (luz, gas), al transporte.

Luego están las transferencias “sociales” por $ 607.968.723.792, lo que demuestra que la pobreza es un negoción. Subsidios a cooperativas, a espectáculos, a lo que quieran. Mucho más dinero que la totalidad de los empleos públicos. Prácticamente sin control alguno. No se sabe ni a quién se da, ni siquiera si la persona existe, ni para qué, ni cuánto. Ahora saben por qué surgen como hongos los “representantes de la economía popular”. Van detrás del Santo Grial de $ 607.968.723.792, la Gran Teta del Estado.

Conclusiones

De este sencillo repaso de un presupuesto vemos que los impuestos, decididamente, no van al destino previsto por nuestra Constitución Nacional: “…constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad…”.

La mayoría de los impuestos van a los bolsillos del sector financiero ($ 740.774.852.387) y a los bolsillos privados de los favorecidos por el gobierno de turno, ya sean empresas o personas de carne y hueso. ($ 906.940.263.700).

También rompe el mito de que no se puede reducir el gasto porque se perjudica a “nuestros abuelos” o que hay que echar gente. Tal vez sea hora de que nos fijemos en qué gastan nuestro dinero.

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