Partido por partido, el debate de la reforma constitucional
El ingreso a la Legislatura del proyecto oficial genera tensiones en las fuerzas políticas, adelanta tiempos electorales y apura posibles candidaturas. Si se aprueba o no, nadie hoy lo sabe con certeza.
- Opiniones
- Abr 20, 2018
Por David Narciso
Con el proyecto de reforma Constitucional en la Cámara de Diputados a partir del 1° de mayo de la provincia comenzó la cuenta regresiva en serio. Lifschitz llegó más lejos que ningún de sus antecesores a la posibilidad de una ley que declare la necesidad de la reforma. En términos matemáticos faltan “relativamente pocos votos” para que lo consiga, pero la complejidad del tablero político, sumado a que el oficialismo controla sólo una de las dos cámaras legislativas, mantiene el final abierto. Desde el gobernador para abajo, nadie en la dirigencia política santafesina se anima a pronosticar un resultado, prueba de que en la oposición hay varios cabos sueltos. Si el gobierno lograra su propósito, hoy todavía difícil, las elecciones de 2019 comenzarán a jugarse ya.
Los partidos políticos, que bastante dura la tienen con su propia vida interna, por estas horas inician el debate por la reforma. Más de uno lamenta las tensiones por venir, siendo que las mismas caen de arriba por iniciativa ajena.
El caso más complejo por su diversidad de miradas e intereses es el peronismo, que a la vez es el que tiene la llave en la Legislatura para definir la suerte del proyecto. Este viernes se reunirá el consejo ejecutivo. Son unos 60 miembros más las conducciones departamentales. La mitad del tiempo lo ocuparán en la reforma y la otra mitad en cuidar la retaguardia ante la posibilidad de que Luisito Barrionuevo, o quien esté detrás de él, provincialice la intervención.
El peronismo
Aunque no es su culpa, la conducción partidaria necesariamente llega tarde. Lifschitz ya apalabró y escuchó, con suerte incierta, a cada uno de los intendentes y presidentes comunales, diputados y senadores del PJ santafesino. Seguramente les hizo notar, más allá de las bondades que tiene el proyecto reformista, el valor de acompañar a un gobierno en un proyecto determinante como éste.
Una elección de constituyentes en octubre o noviembre será la antesala de 2019. Todas las figuras de la política santafesina querrán estar en alguna lista, que les reporte proyección electoral o el prestigio de ser parte de una constituyente. Del gobernador para abajo, todos querrán estar.
El proyecto ingresó por Diputados. Es el primer desafío de Lifschitz. Ahí se verá si todos los propios lo acompañan y su cruzada por convencer opositores comienza a dar resultados. Si tropieza en ese primer paso o se le complica, qué decir del Senado donde manda el peronismo.
Si la Legislatura aprobase la reforma, María Eugenia Bielsa deberá definir anticipadamente su precandidatura a gobernadora. Acaba de dar una primera señal en ese sentido con una nota de opinión en el diario La Capital que dice más de lo que se lee. Una primera aproximación indica que sería un error dejarlo jugar solo a Omar Perotti a sólo 10 meses de la elección de gobernador, que es la que verdaderamente la motiva.
El escenario acarrea más complejidades. Si se suprimiesen las primarias abiertas por falta de tiempo, el peronismo debería resolver entre lista de unidad o interna cerrada. El primer caso suena a imposible; para el segundo, Bielsa es extrapartidaria (estaría condenada a una afiliación exprés si fuese posible, seguir haciendo lo que hace, o ser candidata de otra fuerza política).
Su retorno a la arena electoral adelantaría el armado de 2019. El peronismo estaría puesto a tomar partido por Perotti, Bielsa, Alejandra Rodenas u otros eventuales terceros candidatos si hubiese.
¿Qué hará el kirchnerismo con sus tres precandidatos a gobernador? ¿Es posible que Agustín Rossi y María Eugenia Bielsa salden en un mes los conflictos que arrastran desde 2012 y confluir en un mismo proyecto? Hasta ahora hubo una única conversación mano a mano el 21 de diciembre en casa de la ex vicegobernadora y un modesto resultado: el descongelamiento de la relación.
A esta altura el lector se preguntará ¿si el proyecto genera tantos problemas internos por qué el PJ no se queda de brazos cruzados y que Lifschitz siga su camino? ¿No es que Lifschitz es el candidato con más chances del oficialismo? ¿Por qué habilitarle una reelección que no tiene?
La cuestión es que el peronismo requiere contención. Ya se dijo que Lifschitz habló y escuchó a todos. Si cada uno hiciese lo que le parezca, el mayor partido de la oposición corre el riesgo de convertirse en una carnicería política entre los que estén a favor y en contra. Aún en caso de que el congreso partidario no llegase a una síntesis, necesitará dibujar un marco de juego.
Y aun así nada estaría dicho. En 2005 el congreso partidario del PJ se declaró en contra de la derogación de la ley de lemas. Sin embargo la Legislatura, donde ambas cámaras eran controladas por el peronismo, la aprobó por amplio margen.
El PRO y sus aliados
Disyuntivas también enfrentará el PRO. Predomina la oposición a la reforma, pero no van a ser los referentes de Macri quienes se hagan cargo de dinamitarla. Además, Lifschitz y la Casa Rosada mantienen abierta una densa madeja de asuntos en negociación. La deuda de coparticipación es determinante, pero también obras públicas, créditos y la reforma constitucional. Falta una última palabra allí.
La letra del proyecto de ley de reforma no es muy amigable para el PRO, que jamas votaría por darle estatus constitucional a la condición de empresas estatales a Assa y EPE. Tampoco le cierra el balotaje. Si a nivel país fue la herramienta que lo depositó en la Casa Rosada, en la provincia y Rosario, podría operar a la inversa, aglutinando un amplio arco opositor al macrismo.
El intendente de Santa Fe José Corral no podrá estar al margen de la parada electoral si se concreta, aunque no sea lo que más le conviene en esta coyuntura. Roy López Molina, abogado, concejal y seguro candidato a intendente de Rosario, ya tiene una batería de críticas estudiadas contra el proyecto. Luciano Laspina, lanzado para la Gobernación en 2019 de la mano de Carrió, Del Sel y Frigerio, deberá elegir entre las comodidades de Buenos Aires y volver a la provincia que dice querer gobernar. Federico Angelini mastica una decisión trascendente por estas horas: desprenderse del traje de armador político para calzarse el de candidato.
Ocurre que en la Legislatura provincial el PRO no es sólo el PRO. Son 4 subbloques de Cambiemos en los que conviven patas sindicales, macristas, un radical y peronistas sueltos emigrados. No es que no vaya ocurrir, sino que hoy nadie puede jurar que los 9 diputados votarán en el mismo sentido.
Cuatro con su agenda
Hay cuatro votos en Diputados sujetos a interrogantes: los ex Partido Socialista Rubén Giustiniani y Silvia Ausburger y el Frente Social y Popular de Carlos del Frade y Mercedes Meier. El hecho de que históricamente hayan sido reformistas no los convierte en pan comido para los números de la Casa Gris. Ambos bloques ya dejaron entrever una serie de temas que quisieran ver en la agenda de debate. En términos electorales, por estructura, recursos y armado de listas es uno de los espacios más complicado para montar una campaña a constituyentes.
El oficialismo
Lifschitz tiene el acompañamiento del oficialismo para la reforma. Suena de perogrullo, pero no es tarea sencilla el Frente Progresista de hoy en día. Dicho eso caben aclaraciones.
El socialismo cerró filas a pesar de las diferencias de criterio que existieron. Nadie de adentro quiso cerrarle el paso al gobernador, quien a su vez asume el gasto de buscar los respaldos que necesita. Como dijo un dirigente partidario: “Miguel jugó fuerte y ya hizo más que los otros gobernadores que lo intentaron. Si no sale la reforma con su reelección se va a terminar convenciendo de que hay vida después de 2019 y que 2023 llega rápido”.
Las expresiones minoritarias del Frente (Partido Si, Pares y PDP) también comprometieron sus votos en la Cámara de Diputados.
La UCR, atravesada por la dualidad de pertenencias entre Cambiemos a nivel nacional y el Frente Progresista en Santa Fe, buscará una síntesis. El debate formal comienza este miércoles. Al no estar el gobierno nacional enfrente, como ocurrió en las elecciones de 2017, esa contradicción pasará a segundo plano.
Ocurre que la reelección del actual mandatario compromete el futuro. Los radicales que especulan con dar el salto final a Cambiemos en 2019 estarán pensando: “¿Le vamos a dar la reelección a Lifschitz para después jugar con otro candidato?”. ¿O es que las decisiones a tomar exceden la reforma y la eventual reelección y alcanzan la reconfiguración misma del Frente Progresista? Lifschitz les facilita el equilibrio a los radicales afines a Cambiemos. Bonfatti traza posturas políticas opositoras.
La UCR hará valer su peso legislativo en ambas cámaras a la hora de definir la reforma. Es de esperar que reclame por temas con mirada propia. Ya hizo pública la objeción a darle estatus constitucional a las empresas de servicio público estatales y voces como la de Santiago Mascheroni rechazan hacer lo propio con el Consejo de la Magistratura. Por lo pronto, el presidente Julián Galdeano, atento a no aventar un internismo anticipado, bajo línea para evitar especulaciones de candidaturas hasta tanto no haya indicios ciertos de que van a estar los números para habilitar la reforma.
Como en Misión Imposible
El lector que haya llegado hasta aquí habrá comprobado que hay un sinnúmero de caminos abiertos. Como en la serie Misión Imposible, puede que este artículo se autodestruya o no tenga sentido en 5 segundos o en unas semanas. Es un riesgo asumido y muy real, porque si en la segunda mitad de mayo la reforma no sale de Diputados esto parecerá ficción.
En ese caso no será sólo este artículo, sino que se habrá vaporizado una iniciativa que ya superó los pronósticos iniciales y que por estas horas tiene a debate, en los términos aquí contados, a todas las fuerzas políticas.