“Quiero…, pero no puedo” La frustración existencial.
Por: Sandra Barbero
- Opiniones
- Ene 28, 2016
Una frase que se escucha y también que se hace propia en muchas ocasiones. Una frase que resume un estado de inmanencia, de falta de orientación y de sentido. Una voluntad que está ahí, presente, pero que no puede movilizarse hacia aquello que hay que hacer: la tarea.
Dando una charla la semana pasada, presentando la Logoterapia como un camino de humanización ( que por cierto observo cómo cada día el interés en la Logoterapia es mayor ), al final me preguntaron “cuáles son los problemas de corte existencial, del hombre de esta época…” , esta pregunta vino referida , al planteamiento de que hoy , algunas personas , no están pudiendo resolver mediante espacios psicológicos , sus situaciones de vida, están padeciendo algo más profundo que muchas veces queda no resuelto …
Y uno de los problemas de corte existencial del hombre hoy, es la frustración existencial, “tengo todo y no tengo nada”…”hago pero me pregunto hacia donde voy…”, “sé que puedo hacer mucho más, pero a la hora de hacer…algo me detiene” …
Entonces, nos damos cuenta que el hombre transita esta época, sin orientación, y muy encerrado en la observación del YO, que puede ser un riesgo cuando se convierte en un exceso.
Ahí, bajo esta frase…“quiero pero no puedo” observamos, toda la potencialidad de lo que hay, pero la inacción y restricción de un camino que esta desordenado, si hubiese orden… hay movimiento, acción y por lo tanto aparece el sentido, que deja atrás a la frustración.
Las personas ensimismadas, entrampadas, encerradas en sus propios diálogos internos que no conducen a ningún sitio, se quedan detenidas ante lo que quieren, pero no pueden.
“Pero en el neurótico esta aspiración primaria se desvía hacia una búsqueda directa de la felicidad, hacia un deseo de placer. En lugar de ser el placer lo que debe ser: un efecto (el efecto secundario de un sentido realizado o del encuentro con otro ser), se convierte en el objetivo de una intención forzada, de una hiperintención” ( Viktor Frankl El hombre doliente)
La hiperintencion, una intención ampliada, de lo que quiero, se le suma la hiperreflexion, que es lo que finalmente me lleva a “no hacer”, dado que le di vueltas tantas veces en mi mente, a eso que quiero y a cómo hacerlo, que al hiperreflexionar, le quito POTENCIA , a lo que en origen quería hacer.
Entonces aparece la frustración de no poder hacer…de tener grandes ideas, pero de verme imposibilitado de acción.
La búsqueda de la auto-realización, es un imperativo para el hombre de hoy, es el fin, y no la consecuencia de… “el hombre sólo es capaz de realizarse en la medida en que realiza un sentido. El imperativo de Píndaro, según el cual el hombre debe llegar a ser lo que ya es, necesita de un complemento que puede expresarse con esta frase de Jaspers: «El hombre es lo que es gracias a lo que hace suyo.» ( Viktor Frankl El hombre doliente)
Me auto-realizaré, cuando transite el camino de los valores, cuando salga de mí mismo y pueda encontrarme con el mundo, y con los otros.
Me auto-realizare, cuando me dé cuenta que es “haciendo” que aparece el sentido, que la vida nos interroga, y nos dice que “hay que hacer”, que no se puede tener todo bajo control… y que bajo lo incierto, lo impredecible y el riesgo, pensando lo suficiente y no en demasía ( para no generar la trampa de la hiperreflexion) llegaras a salir de la frustración existencial .
Podré hacer, cuando en el hacer encuentre mi valor, cuando me dé cuenta que SOY TAN VALIOSO y tengo tanto para DAR que solamente yo puedo hacerlo y que si no lo hago, las posibilidades que son INFINITAS , quedarán en el pasado, sin haber podido tomar ninguna de ellas.
Todas las posibilidades ESTAN AHÍ, a la espera de que cojas alguna de ellas.
En una época en la que los diez mandamientos han perdido para muchos su vigencia, el hombre de-be capacitarse para percibir los 10 000 mandamientos incluidos en las 10 000 situaciones con las que le confronta su vida. Viktor Frankl.
Fuente de la información: www.logoforo.com
Pintura Portada: «Homo erectus», de José Muradás