VIERNES, 15 DE NOV

«El ángel de la muerte»: Carlos Robledo Puch recuperará la libertad bajo un régimen especial abierto

Considerado como un asesino en serie, cometio más de una decena de crímenes y lleva preso más de 50 años. Accederá al beneficio a los 72 años una vez que se produzca el cupo correspondiente.

 

Carlos Eduardo Robledo Puch, que pasó a la historia negra como el “Ángel de la Muerte”, por, al menos, 11 asesinatos, recuperará la libertad bajo un Régimen Especial Abierto, que había solicitado su defensa.

Según informaron fuentes judiciales, el famoso asesino en serie, quien estuvo preso durante más de 50 años, accederá al beneficio una vez que se produzca el cupo correspondiente, siempre y cuando preste su consentimiento al efecto.

El juez Oscar Roberto Quintana firmó la resolución, luego de haber evaluado la solicitud realizada por la defensa oficial de Robledo Puch, quien actualmente tiene 72 años.

Según el magistrado, el reo «ha sabido adaptarse al régimen imperante y que no es una persona generadora de conflictos dentro de la población carcelaria».

Puch había recibido una condena a prisión perpetua por cometer diez homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, diecisiete robos, dos raptos y dos hurtos entre el 15 de marzo de 1971 y el 3 de febrero de 1972, cuando apenas tenía 19 años.

Entre sus víctimas hubo nueve hombres y dos mujeres, a quienes asesinó a sangre fría por la espalda o mientras dormían.

Cronología de sus delitos

Los 11 asesinatos de Robledo Puch (los primeros seis fueron con su cómplice Jorge Ibáñez):

El 15 de marzo de 1971, asesinaron a tiros al sereno de un boliche de Olivos, Manuel Godoy, y también al encargado de local, Pedro Mastronardi, a los que sorprendieron dormidos.

El 3 de mayo de 1971, José Bianchi, sereno de una casa de repuestos de Vicente López fue ejecutado a tiros mientras que su esposa fue herida a balazos y violada en el mismo hecho.

El 24 de mayo de 1971, Juan Scattone, sereno del supermercado Casa Tia, también de Olivos, fue acribillado a balazos y los homicidas brindaron con whisky sobre su cadáver.

El 13 de junio de 1971, la joven Virginia Rodríguez fue raptada, violada y ejecutada a tiros a la vera de la Carretera Panamericana.

El 24 de junio de 1971, otra joven, Ana María Dinardo, fue raptada a la salida de un boliche de Olivos, también fue violada y asesinada a balazos en el mismo lugar que Rodríguez.

El 5 de agosto de 1971, Ibáñez murió en un presunto accidente automovilístico que también involucró a Robledo Puch.

El 15 de noviembre de 1971, Robledo Puch y su nuevo cómplice Héctor Somoza, asesinaron a Raúl Del Bene, guardia de un supermercado de Boulogne.

El 17 de noviembre de 1971 acribillaron a Juan Rozas, vigilante de una concesionaria de autos.

El 25 de noviembre de 1971 asesinaron a otro sereno de agencia de auto, Bienvenido Ferrini.

El 3 de febrero de 1972 fusilaron a Manuel Acevedo en una ferretería y luego de una pelea Robledo Puch mató de dos balazos a su cómplice Héctor Somoza. Posteriormente Puch le quemó las huellas dactilares y el rostro con un soplete para que no pudieran identificarlo.

 «Esto fue un circo romano y una farsa. Estoy condenado y prejuzgado de antemano»

El Ángel Negro o el Ángel de la Muerte como fue apodado prensa, fue detenido el 4 de febrero de 1972 cuando acababa de cumplir 20 años. El día anterior, Robledo Puch y su cómplice, Héctor Somoza habían ingresado a una ferretería de Carupá donde asesinaron al vigilante e intentaron abrir la caja de caudales con las llaves.

En una situación confusa, en la que aparentemente Robledo Puch se sobresaltó, asesinó de un disparo a Somoza, tomó un soplete y quemó la cara del cadáver en un intento de dificultar la tarea de reconocimiento. Luego, abrió el cofre de caudales con el mismo soplete, recogió el botín y huyó de la escena. La cédula de identidad de Puch fue encontrada en el bolsillo del pantalón de Somoza.

El 27 de noviembre de 1980, Robledo Puch fue condenado a reclusión perpetua por tiempo indeterminado, la pena máxima en Argentina. Sus últimas palabras ante el tribunal de la Sala 1ª de la Cámara de Apelaciones de San Isidro fueron: «Esto fue un circo romano y una farsa. Estoy condenado y prejuzgado de antemano».

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