DOMINGO, 17 DE NOV

Juicio por la muerte de Franco Casco: Álvarez pidió que «tengan la decencia de admitir que somos inocentes»

En la última audiencia del año, el excomisario Diego Álvarez hizo uso de su derecho a defensa y amplió su declaración indagatoria, para aclarar algunos puntos que surgieron en las últimas audiencias y considera relevantes.

Por Alejandra Ojeda Garnero

En la última audiencia del año, el comisario Diego Álvarez hizo uso de su derecho a defensa, en la marco del juicio por la muerte de Franco Casco. Se explayó sobre algunos puntos que considera «se están desviando de la búsqueda de la verdad sobre el hecho que se juzga» en base a una nota periodística, y además aclaró otras situaciones que se ventilaron a lo largo de las distintas audiencias por parte de algunos testigos, relacionado con «una guardia buena y una mala» mencionada por un testigo; cantidad de personas trasladadas a la comisaría por el artículo con la  bis; cambio de su aspecto en la rueda de reconocimiento; tarjetas con sus datos que entregaba a los vecinos o personas de sus lugares de destino; racionamiento de la comida para los internos, y un pedido para que tanto querella como fiscalía «me formulen las preguntas necesarias para esclarecer el hecho», ya que observó que «ahora buscan girar la acusación hacia la violencia institucional, corriendo el foco de la acusación».

A lo largo de las 43 jornadas de juicio, que comenzó el 6 de diciembre de 2021, se presentaron distintas pruebas científicas que ratificaron los informes que se encuentran en el expediente desde el inicio de la investigación y derriban por completo la teoría acusatoria que sostiene que Franco Casco fue detenido en la noche del 6 de octubre en la Estación Rosario Norte, las autopsias demostraron que no fue sometido a torturas y que murió por asfixia mecánica por sumersión, es decir ahogado. Además se conocieron videos donde se lo ve caminando en la madrugada del 8 de octubre por la zona de la cancha de Rosario Central, entre otras que fueron confirmadas por peritos del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el Equipo Argentino de Antropología Forense y peritos de fuerzas federales. En tanto, desde la Fiscalía, nunca se siguió otra línea de investigación para determinar qué motivos llevaron a la muerte a Franco Casco.

Frente al Tribunal, integrado por los jueces Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y Eugenio Martínez, el excomisario Diego Álvarez dijo que «atento a algunos elementos que se fueron incorporando a través de las audiencias después de mi última indagatoria y cuestiones que me gustaría que tengan conocimiento el tribunal y las partes», solicitó ampliar su declaración.

Para poner en contexto, «quiero recordar que hace poco mas de un año, cuando inició este juicio, hice saber cuáles eran los hechos que consideraba se me estaban atribuyendo, de los cuales tomé conocimiento por parte de la acusación, tanto de la Fiscalía como de la querella».

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En ese sentido, «también en esas mismas audiencias se me puso en conocimiento, no solamente los hechos que se me atribuían sino la mecánica y la teoría de acusación que me estaban imputando, y de la cual me iba a defender a lo largo de este juicio, es más en ese mismo momento puse en conocimiento del Tribunal de una serie de pruebas de las cuales hablé someramente, de las que todavía no habían tomado conocimiento y lo van a hacer cuando vayan pasando las audiencias, de una serie de elementos probatorios que desmienten y destruyen totalmente esta hjipótesis de acusación que están presentando. Como la supuesta detención la noche del 6, las torturas en la comisaría, la muerte de Franco Casco, desaparición de un cadáver, de que hayamos fraguado un sumario falso al día siguiente y demás», expresó Álvarez.

«Muchas de esas pruebas ya las están viendo y algunas tienen que ser presentadas ante el Tribunal. No obstante eso, en mi última declaración indagatoria, les hice saber que estábamos observando junto al resto de los imputados, que el foco de la acusación se estaba corriendo y ya no se centraba en lo relativa a Franco Casco sino giraba a una cuestión de contexto de violencia institucional, la cual descartamos por completo y tratamos en todo momento de destruir porque esa violencia institucional nunca existió en la comisaría, es más, muchos de esos testimonios que hemos oído, han hablado de que el trato en la comisaría con los detenidos era bueno y que no había ningún inconveniente con el personal», aseguró.

«Un poco ese temor de que el foco de atención se corra hacia un nuevo foco y apunte a hacer una imputación sorpresiva, como lo dije en su momento, se ve reflejado en una nota de Rosario 12, del 4 de septiembre del 2022, y surge a raíz de una entrevista que se realiza al fiscal Arrigo y está escrita por el periodista José Maggi», expresó el acusado, y citó:

«Y sigue el cuerpo de la nota»:

«Luego realiza una pregunta retórica», continuó Álvarez:

A través de esta nota, «encuentro que se confirma mi temor, porque es la primera vez que escucho sobre una guardia buena y una guardia mala. En ninguna de las requisitorias de elevación a juicio, es más en los ocho años seguí atentamente todo lo que sean notas periodísticas, declaraciones de las querellas, de cualquier integrante de la justicia y todos los expedientes, y en ninguna de las resoluciones, declaraciones, ni en los elementos formales que se encuentran en el expediente hasta ahora, hasta esta nota, ahora me entero que están tratando de probar la existencia de una guardia mala y una guardia buena, entonces esto es un poco la imputación sorpresiva que me temía y que acá la veo confirmada», expresó Álvarez.

Ahora bien, antes de mencionar una serie de cuestiones objetivas, el excomisario Álvarez dijo que «nadie escapa lo que es una guardia», y explicó: «Es un grupo de empleados policiales que ingresan todos juntos, aproximadamente al mismo horario, que desarrolla funciones dentro de la guardia de prevención dentro de una comisaria y después de una determinada cantidad de horas de trabajo se retiran todos juntos y eso se produce con determinada asiduidad». Y ejemplificó «ahora lo veo como detenido desde hace seis años, y se que donde estoy alojado, quien estuvo ayer, cuál va a estar hoy y la de mañana. Y es una guardia que se va repitiendo». «Y a eso se refiere el testigo Ruiz cuando dice tal día había una y tal día había tal otra guardia».

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Sin embargo, Álvarez planteó que «el inconveniente radica en que las personas que señala Ruiz como integrantes de la supuesta guardia mala, y que quiere ser utilizado evidentemente por la acusación, son cuatro efectivos policiales que corresponden a diferentes guardias, que no formaban parte de una misma guardia».

Esta declaración puede ser un simple relato del comisario para derribar la teoría acusatoria, sin embargo, ofreció un cuadro demostrativo de los días y horarios en los que se desempeñaban cada uno de los efectivos nombrados por Ruiz, pero además esta información se encuentra disponible en los libros de memorándum de guardia de la comisaría, específicamente el número 14 y 15. Los efectivos mencionados y reconocidos por Ruiz en la rueda de reconocimiento son: Romina Díaz, Rocío Hernández, Walter Ortíz y Fernando Blanco. «Estos cuatro efectivos policiales prestaban servicio en la dependencia en diferentes días y horarios».

Álvarez presentó un cuadro «con la intención de que sea incorporado a las actuaciones»

Los datos fueron recolectados «desde el 16 de septiembre del 2014 hasta el 15 de octubre del mismo año. Estamos tomando un mes, y los días que fueron trabajados por cada guardia». Así se deduce que «estos cuatro efectivos, algunos trabajaron de día y otros de noche, y en días diferentes, es decir que ninguno de estos empleados estaban trabajando juntos y por lo tanto no pueden ser considerados, como manifiesta Ruiz, como una supuesta guardia mala o guardia que pegaba». Por lo tanto, «solicito que se incorpore como prueba. Porque además si verifican los libros anteriores o posteriores, van a ver que ese patrón se repite, nunca trabajaron juntos».

Ante la pregunta de su defensora, Antonela Travesaro sobre los horarios del personal que conformaba la guardia, explicó que «tenían horarios diferenciados, en el caso de tres de ellos, Blanco Díaz y Ortiz eran empleados que vivían en Rosario, a partir del año 2006, Leila Perazzo que en ese momento era jefa de la policía de la provincia estableció que los empleados de seguridad tenían que trabajar en promedio, 48 horas semanales, y el personal administrativo 36 horas semanales». Con ese cálculo «queda un turno de trabajo por tres turnos de descanso, en todos los casos. Blanco, Díaz y Ortiz trabajaban 12 horas día por medio, Blanco 12 horas diurnas, y Díaz y Ortiz 12 horas nocturnas. Una noche cada uno, aquí se presenta la imposibilidad de que hayan pertenecido a una misma guardia. En el caso de Hernández, vivía en Santa Fe, por cuestiones de logística se le asignan 24 horas y turnos de descanso de 72 horas».

Luego de aclarar la situación de las guardias, el excomisario Álvarez, se centró en un tema «que me atañe personalmente. En mi caso particular no presencié la audiencia donde Ruiz efectuó el reconocimiento, pero la pude escuchar después».

Así indicó que escuchó a Ruiz decir que «yo entraba y le pegaba a los detenidos, con un palo, una serie de cosas, que niego y desmiento total y rotundamente. Me resulta llamativo que en su primera declaración habla de que en los controles de penales cuando pasaba algún personal, al cual podía identificar, le pegaba un cachetazo en la nuca, y después en la identificación dice que yo entraba y le pegaba con un palo. Lo cual es un detalle no menor que haya cambiado su declaración. Pero la desmiento».

«Mas allá de eso, entiendo que la declaraciones vertidas por Ruiz me desmerecen en mi calidad de persona y en mi tarea de funcionario público, tanto ante los ojos de la sociedad como ante los ojos de este Tribunal que tiene que juzgar mi conducta. Si bien considero que el hecho que relata Ruiz no tiene absolutamente nada que ver con la causa de este juicio», se quejó Álvarez.

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De todos modos, aclaró que «dejé pasar unos días, porque pensé que en algún momento se iba a decir algo sobre mi actuación, es un delito que se puede perseguir de oficio, de una severidad y vejación que denuncia Ruiz, pero al no haber mención sobre eso y como quiero que el hecho se investigue hasta las últimas consecuencias, hice una presentación ante la Justicia provincial, para que la cuestión alusiva a los dichos de Ruiz referente a que yo entraba y le pegaba a él o que le haya pegado a otro interno, que se investigue hasta las ultimas consecuencias. Tanto para limpiar mi honor y mi buen nombre, porque no hice absolutamente nada de eso, y para tener la oportunidad de presentarme ante la justicia y presentar los más de veinte testimonios que hubo en esta misma sala de audiencia, de detenidos que dijeron que nunca les pegaron o nunca vieron que les pegaran a nadie, a diferencia de Ruiz. Tendrá que ser el señor Ruiz quien se presente y lo que tan livianamente dijo ante este Tribunal, tendremos que ver la forma en que lo puede probar, y se que no lo va a poder probar porque ese tipo de cosas nunca ocurrieron en ninguna dependencia que yo haya tenido a cargo. Ni en la séptima ni en ninguna otra», afirmó Álvarez.

Otro tema que quiso aclarar Álvarez tuvo que ver con una presentación que realizó en su última ampliación indagatoria, en la cual el presidente del Tribunal Otmar Paulucci le consultó sobre la cantidad de personas que eran trasladadas a la dependencia, por el artículo 10 bis «y en ese momento no pude responderle con exactitud. Pero debido a la transparencia que queremos mostrar con mis compañeros, respecto de todo lo que hemos actuado, ahora si puedo contestarle con certeza después de haber relevado el libro de guardia de la comisaría. Tenemos una muestra desde el 30 de septiembre hasta el 30 de octubre del 2014, inclusive. Durante ese período ingresaron a la comisaria y fueron registrados en el libro de guardia, 20 personas arrestadas, 16 eran hombres y solo 4 mujeres. Y durante el fin de semana, es decir desde el viernes a la noche hasta la madrugada del domingo, ingresaron siete personas únicamente. Dejo el detalle del libro y folio donde está asentado cada uno, inclusive en cada uno figura el horario de libertad y más allá las seis horas que establece la Ley Orgánica Policial para la espera de constatar la identidad, en muchos casos ingresaron y antes de las dos o tres horas recuperaron la libertad».

Por otra parte, señaló que «lamentablemente existe siempre algún tipo de trascendido, y hace algunas audiencias escuché algún comentario relacionado a algún tipo de suspicacia referente a que me dejé barba para mi reconocimiento y después me la saqué y demás. Notarán que ahora estoy sin barba, quiero aclarar que en ningún momento hice eso por una cuestión de reconocimiento, es más antes del reconocimiento de Ruiz, dije que él me conoce, como conoce al resto de los empelados que estaban en la comisaría. Así como lo conozco a usted señor presidente, y si me pusieran cien fotos distintas y entre esas lo ponen a usted, lo voy a reconocer porque hace un año que lo vengo viendo a diario. El detenido Ruiz y otros detenidos, durante ocho meses a un año que dura una gestión me ven prácticamente todos los días. Quiero descartar por completo, de que la cuestión de dejarme barba es para tratar de frustrar el reconocimiento. Desde que tengo 15 años a veces me dejo barba y me afeito. Para demostrar eso, traje un mosaico fotográfico de fotos mías de distintos momentos, donde en algunos casos tengo barba y en otros no. No es una cuestión de reconocimiento ni de frustrar absolutamente nada. Lo presento para evitar cualquier tipo de suspicacias en cuanto a mi apariencia física», aclaró Álvarez.

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También aclaró el tema de la entrega de tarjetas a los vecinos del barrio, especialmente lo relacionado con el llamado que originó la detención de Franco Casco, por parte del vecino Daniel C., «traje algunas de las tarjetas de mis diferentes destinos en los cuales presté funciones, tanto en la subjefatura, como jefe de la tercera, jefe de la séptima, jefe de la once, jefe del Comando Radioeléctrico Regional, las cuales se entregaban sin distinción a diferentes personas con quienes tenía contacto para que me puedan ubicar. Van a notar que en ninguna aparece mi teléfono celular, esto es una costumbre, porque no a todos quiere darle el número de teléfono celular, por lo tanto cuando si interesa, se le anota o dicta a la persona, en forma manuscrita el número de celular. En el caso de los vecinos de la séptima, obviamente le daba mi numero para que lo anoten como fue el caso de Daniel C. solicitó también que se agregue a las actuaciones».

En cuanto a las distintas suspicacias que surgieron a lo largo de las audiencias, dijo que «en la última audiencia escuché algunos temas que en su momento expliqué pero me gustaría volver a recordarlo y tiene que ver con el racionamiento de la comida de los internos».

«Volví a escuchar la pregunta ¿A usted le daban de comer una sola vez al día? El racionamiento de la comida que se le entregaba a los internos en la comisaría era el suministrado por la Unidad Regional II, por la Policía de Rosario. Se componía de raciones secas que eran fideos, yerba, azúcar y otros elementos más; y raciones frescas que se retiraban diariamente en la Jefatura, que consistía en algo de pollo o carne, cebollas, papas, zanahorias y pan. Ese racionamiento que retirábamos de jefatura se lo pasábamos a los internos para que junto con lo que traían sus familiares o lo que podíamos obtener por donaciones, durante el día, preparen las comidas que quieran, no es algo que maneje el personal policial, pero quiero evitar la suspicacia que se está diciendo que le dábamos de comer una vez al día a los detenidos».

Finalmente, contó que «trabajé con cuestiones alusivas a la explosión de calle Salta, recuerdo que después que se produjo la explosión estaban prófugos el gasista y el ayudante. Ese día recibo un llamado de Cecilia Contino, que me dice ‘jefe todos están buscando al gasista y al ayudante. Mire el ayudante del gasista se quiere entregar en la comisaría séptima pero bajo la condición de quedar alojado allí porque sabe que es una comisaría tranquila, es un penal evangélico y que va a estar mejor que en cualquier otro lado’. Esto demuestra que es una comisaría alejada de ser una comisaría jodida. Al contrario, muchos detenidos querían venir porque era por demás de tranquila y no tenían ningún inconveniente los internos con el personal».

Además, mencionó un momento llamativo que vivió justamente con el ayudante del gasista antes de presentarlo ante el Tribunal, «tuvimos una entrevista en la cual estaba presente el inspector de zona Juan Pablo Bengochea, le dijo una frase que me quedó grabada, ‘cuando vayas a hablar con el juez decile la verdad, no le mientas. porque soy comisario y en mi vida he tomado cientos de declaraciones y me doy cuenta cuando mentís, el juez tomó mil declaraciones, así que si le mentís, apenas te apartes un ápice de la verdad, el juez se da cuenta’, eso me quedó muy grabado y tanto a personas imputadas que he tenido a cargo, o actualmente en mi situación de detenido al hablar con personas que tienen que ir a juicio les he dicho lo mismo. Esa creencia es la que me hace pensar que el Tribunal sabe que somos inocentes y saben que me siento acá y no estoy mintiendo. Trato de que cada cosa que digo apoyarla con pruebas para que no se queden solo con mis palabras sino que hay evidencia que lo respalda. Cada una de mis declaraciones son consistentes y tienen una determinada lógica. Dato mata relato. Entiendo que la acusación se encuentra con una causa en la cual están remando en dulce de leche tratando de encontrar algún resquicio para mantener una imputación que no se sostiene con ningún elemento. Estamos en la audiencia 43 y salvo en la primera y segunda que se leyeron las requisitorias de elevación a juicio, audiencia tras audiencia vemos que se agregan nuevos elementos que confirman lo que siempre dijimos y cada vez destruye más la hipótesis de la acusación. Elementos objetivos y subjetivos, que de acuerdo al informe histopatológico Franco Casco murió ahogado, no hay forma que se haya producido de otra forma», afirmó Álvarez.

Y continuó: «Soy el primer interesado en que la causa se pueda esclarecer hasta las últimas consecuencias, por eso me siento acá, doy la cara y respondo a todas las preguntas que sean necesarias. Los insto a que me hagan todas las preguntas que consideren para despejar cualquier duda», les pidió.

Sin embargo, consideró que «soy el bocado más preciado, si bien la imputación es genérica para todos por igual en la atribución del hecho, según la hipótesis acusatoria, estoy en la noche que se detuvo a Franco Casco, estoy en la comisaría torturando a Franco Casco, estoy al otro día armando un sumario falso, y después estoy atendiendo a los familiares, en todas las instancias aparezco. Todas las personas que están en este tribunal y el resto de la acusación son profesionales experimentados en interrogatorios, juicios y demás. Hasta yo que soy un triste comisario de provincia sé que a una persona que está mintiendo cuando la empezás a llevar y traer con las preguntas, en algún momento se va a contradecir en algo y cuando se contradiga va a tener que inventar dos mentiras nuevas para sostener esa y así sucesivamente hasta que todo el peso de las mentiras se te caen encima», indicó.

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«Extrañamente, noto que ante cada una de mis declaraciones frente a este Tribunal, los miembros de la acusación no quieren hacer preguntas, o hacen alguna pregunta banal pero no van al fondo de la cuestión. Creo que eso pasa porque en el fondo saben que estoy diciendo la verdad, aunque declare ocho horas no me voy a contradecir porque no estoy inventando una historia, me remito pura y exclusivamente a la realidad de los hechos, a como ocurrieron y a la realidad del trabajo diario. No lo comprendo desde el punto de vista de búsqueda de la verdad, y soy la persona indicada para hacer preguntas», se quejó el excomisario.

En el mismo sentido amplió al afirmar que «las preguntas son banales, y no preguntas que vayan a comprobar algo, en todo caso que se compruebe nuestra inocencia y que se tenga la hombría de bien y la decencia de admitir que estas personas son inocentes. Espero que el Tribunal tome nota de mi conducta, incluso desde que inició la investigación he demostrado una actitud transparente y de búsqueda permanente de la verdad, jamás me he ocultado, no me he negado a responder preguntas, ni a asistir a ningún lado, siempre he estado a derecho y a disposición de la justicia y espero que eso sea tenido en cuenta», pidió.

Tanto Fiscalía y querellas, como lo ha mencionado el excomisario, no formularon preguntas, ni en esta ni en otras audiencias de ampliación indagatoria de Diego Álvarez.

Por su parte, lo hizo el defensor Jorge Alcaraz quien le consultó sobre las normas que rigen la actividad en las comisarías, «todos los decretos y reglamentos policiales, pero el reglamento específico es el Reglamento Orgánico de Comisarías, Subcomisarías y Destacamentos, donde están establecidas las funciones de cada uno de los integrantes de la comisaría, las jerarquías, el marco de responsabilidad. Además, la Ley Orgánica Policial, Ley de Personal Policial, Reglamento de Licencias Policiales, son muchos».

Como ya se dijo en otras audiencias, «la Ley de Personal Policial establece los distintos escalafones, subescalafones, especialidades, es la organización básica a nivel estructural de la policía. Existe el escalafón general, dentro del cual está el de seguridad; el profesional donde se agrupa a los médicos, abogados, ingenieros, y el escalafón de servicios dentro del cual están los empleados administrativos».

Sobre las diferencias entre el personal de seguridad y administrativo, señaló que «son totalmente diferentes, el personal de seguridad tiene autoridad policial, puede detener personas, portar armas de fuego, está obligado a intervenir mediante las vías de hecho para defender la vida, la propiedad, la integridad física y otros bienes de las personas. Esas obligaciones no las tiene el personal administrativo. Incluso visten con otro uniforme», indicó.

El caso

Franco Casco llegó el 29 de septiembre de 2014 a visitar a familiares en Empalme Graneros, el 6 de octubre del mismo año, y a pocos días de haber llegado de Florencio Varela, su ciudad natal, abandonó la vivienda y su familia no tuvo novedades sobre su paradero hasta que el 30 de octubre, 22 días después, cuando su cuerpo fue hallado en las aguas del río Paraná.

Un total de 19 policías, que desde un principio sostienen su inocencia, están siendo juzgados por los delitos de desaparición forzada seguida de muerte y torturas, por lo que enfrentan una posible pena de prisión perpetua. Cinco de ellos están detenidos desde hace más de cinco años en prisión preventiva efectiva, en penales federales.

Son juzgados por los delitos de desaparición forzada de personas agravado por la muerte de la víctima, imposición de torturas seguida de muerte a personas, legítima o ilegítimamente privadas de su libertad, entre los cuales se encuentran el ex jefe de la seccional 7ª Diego Álvarez, junto a los efectivos Cecilia Ruth Elisabeth Contino, Walter Eduardo Benítez y Fernando Sebastián Blanco, en calidad de autores.

César Daniel Acosta, Guillermo Hernán Gysel, Cintia Débora Greiner, Rocío Guadalupe Hernández, Marcelo Alberto Guerrero, Enrique Nicolás Gianola Rocha y Esteban Silva como coautores del delito de desaparición forzada de personas agravado por la muerte del joven.

En el caso de Franco Luciano Zorzoli, Rodolfo Jesús Murúa, Romina Anahí Díaz, Belkis Elisabeth González, Walter Daniel Ortiz y Ramón José Juárez, son acusados como partícipes secundarios.

Además, los agentes de Asuntos Internos Pablo Síscaro y Daniel Escobar fueron acusados de encubrimiento.

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