Juicio por la muerte de Franco Casco: un testigo afirmó que vio al joven «esa noche» en la comisaría
Este jueves y viernes continuó el debate y una nueva tanda de testigos declaró para dar cuenta de su paso por la comisaría séptima y su versión sobre lo ocurrido con el joven de Florencio Varela durante su estadía en la dependencia policial.
- Judiciales
- Jun 11, 2022
Por Alejandra Ojeda Garnero
Desde el inicio del juicio, el 6 de diciembre de 2021 a la fecha se demostró con datos objetivos y pruebas científicas que Franco Casco fue detenido alrededor de las 13 del 7 de octubre de 2014 y liberado el mismo día a las 22.05. La firma que consta en el acta de libertad, cuestionada por la acusación al sostener que había sido falsificada, pertenece a Franco Casco, según la pericia caligráfica. Videos de la madrugada del 8 de octubre del 2014 muestran a Franco Casco caminando por la zona de la cancha de Rosario Central, en la zona norte de la ciudad. Audios y registros escritos de la Central 911 demostraron que el móvil de la comisaría séptima estuvo a dos cuadras de la estación de trenes Rosario Norte, la noche del 6 de octubre de 2014, asistiendo a los pasajeros de un colectivo de la línea 110 que había sido atacado por hinchas del club Rosario Central. Los informes de autopsias y re autopsias demostraron que en el cuerpo de Franco Casco no había lesiones compatibles con torturas, médicos forenses, antropólogos y una bióloga dieron detalles de dichos estudios. La pericia odontológica demostró que las piezas dentales que aseguraban las había perdido como consecuencia de la tortura, se perdieron post mortem y por maniobras de la misma autopsia. Las sogas que se observan en las fotos al momento del hallazgo fueron las utilizadas para llevar el cuerpo hacia la costa, como lo hace habitualmente Prefectura.
Pese a toda esta evidencia científica revelada en las distintas audiencias del juicio, la acusación se sostiene en el testimonio de algunos detenidos que se encontraban en la comisaría séptima en el momento que Franco Casco estuvo alojado en dicha dependencia, que aseguran saber que el joven de Florencio Varela fue detenido la noche del 6 de octubre y golpeado salvajemente, aunque ninguno de ellos pudo ver a la persona que estuvo alojada en “la jaulita”, “el calabozo”, o “el buzón” como le decían los detenidos, o el “transitorio” como era denominado por los policías. Ya prestaron su declaración testimonial diez personas que lejos de reafirmar sus dichos durante de la investigación, por el contrario, muchos de ellos aseguraron no haber dicho una sola palabra de las que constan en el expediente. Entre ellos se encuentran personas que apenas saben leer y escribir, que desafortunadamente no tuvieron otra opción que vivir en el delito, como ellos mismos expresaron al manifestar que “estuve en todas las comisarías de la ciudad” o “estuve detenido una banda de veces”. El común denominador fue “no recuerdo”.
En 2015 el fiscal federal Marcelo Degiovanni tomó declaración a personas que habían estado detenidas en la comisaría séptima durante el paso de Franco Casco. Previo a estas entrevistas, los detenidos ya habían declarado, primero ante efectivos de Asuntos Internos, luego frente a abogados del Servicio Público de la Defensa Penal, ante fiscales del Ministerio Público de la Acusación, cuando la investigación no había llegado a la justicia federal y también ante abogados de la secretaría de Derechos Humanos.
En éstas últimas declaraciones se basa la parte acusatoria para sostener los procesamientos de 19 policías acusados de desaparición forzada, tortura y muerte, con distintos grados de participación, por lo que algunos de ellos enfrentan una posible condena de prisión perpetua.
Daniel Alejandro B., integra el listado de testigos que declararon en el marco de la causa por la muerte de Franco Casco. A sí mismo se describió como alguien que estuvo “en la mala” desde muy chico “tenía 13 años”. Sabe leer y escribir muy poco porque “nunca fui a la escuela”. Hoy está tratando de “hacer las cosas bien”, trabaja y tiene una familia, aunque la vida le dio el golpe más fuerte que se pueda recibir, su pequeño hijo de 8 meses murió hace poco tiempo y eso lo dejó “shockeado”, y ese impacto le provoca algunos olvidos.
A diferencia de otros testimonios, ya que algunos de los detenidos que declararon en audiencias anteriores aseguraron que no estuvieron en octubre del 2014 en esa dependencia, Daniel reconoció que estuvo alojado en la comisaría séptima cuando “caí en el 2013 y estuve hasta el 2016”, también aseguró recordar “esa noche”, en referencia al supuesto momento de detención del joven de Florencio Varela.
“Esa noche ya nos habíamos acostado a dormir y se escuchaba a Franco Casco como gritaba, como le pegaban”, aseguró el joven. Pero al mismo tiempo aclaró que se enteró después “cuando llegaron los de Derechos Humanos preguntando si había estado ahí”, pero en su declaración testimonial del 29 de septiembre del 2015, dijo que se enteró “por televisión que lo habían encontrado en un río a Franco Casco y ahí me di cuenta que era el chico que habían tenido detenido”.
La comisaría séptima fue señalada por todos los testigos como un penal iglesia, donde había reglas, “comíamos temprano y nos levantábamos a las 7 de la mañana para hacer las cosas de Dios, pero esa noche no pudimos dormir porque le pegaban mucho a ese pibe y gritaba”.
Respecto a quien supuestamente le pegaba a Franco Casco dijo que “era una sola persona, no era comisario, era como una autoridad y a todos los que caían detenidos los cagaba a palos”. También aventuró la posible causa de la actitud de dicho efectivo “capaz tenía algún problema en la casa y se la desquitaba con nosotros”, y aunque aseguró conocer la dirección del policía, no logró dar un nombre concreto o un apodo, vivía en “Garzón y Juan B. Justo, a diez cuadras de la casa de mi abuela, yo lo conozco, pero no se el nombre ni el apodo”.
“Esa noche no se escuchó más, no se qué pasó después”, con el detenido. El testigo señaló que “este policía hacia turno noche”, lo describió como alguien “morochito y morrudo”, pero no logró identificarlo a pesar de haber permanecido algo más de un año en dicha dependencia.
También mencionó que “esa noche se hablaba de una plata, no se si el pibe había caído con alguna cantidad de plata, le pedían para arreglar. Pero él les decía que no les iba a dar porque era su plata y se la ganaba honestamente”, aunque como ya se ventiló en otras audiencias de este juicio que Franco no tenía dinero al momento de retirarse de la casa de su tía, según afirmaron sus propios familiares.
Dentro de los datos que surgieron del testimonio de Daniel, Franco Casco fue detenido “si no me equivoco donde están los silos de colores, por Junín, donde están las torres gemelas”, aseguró el joven, aunque la acusación asegura que fue detenido en la estación de trenes Rosario Norte y según el expediente fue en la intersección de Catamarca y Constitución.
Como el resto de los detenidos, Daniel dijo que “desde los pabellones se escuchaba todo porque estaba a unos ocho metros”, pero aseguró no poder ver nada. “Le pegaban en una celdita”.
La línea de tiempo que describió el testigo tampoco se condice con los hechos objetivos y demostrados hasta el momento, y son opuestos a sus mismos dichos, “nos dormíamos a las diez porque al otro día nos levantábamos a las 7”. “No te puede decir la hora porque no teníamos celular y el televisor se apagaba a las diez y no se podía volver a prender” y por tal motivo no podían saber la hora. Sin embargo, al contar la cronología de los hechos dijo que “a la noche fue la golpiza hasta las 3 o 4 de la madrugada y a las 7 ya no estaba, a la mañana sacaron al delegado del penal a baldear todo porque seguro había algo que ocultar y al día siguiente vinieron los de Derechos Humanos a preguntar por el chico” que habían encontrado en el río, lo cual resulta imposible, porque el cuerpo de Franco Casco apareció 22 días después en el río Paraná.
En otro tramo de su declaración, recordó que “había una mujer policía, Chechu, que era muy buena, trataba a todos con mucho respeto y cariño como uno se merece”, haciendo referencia a Cecilia Contino, una de las acusadas de desaparición forzada, tortura y muerte de Franco Casco, quien enfrenta una posible pena de prisión perpetua. También aseguró que “no viví ningún tipo de vejamen”, como tampoco pudo asegurar que “a los presos les tiraban agua” como aseguraron algunos testigos y como el mismo había asegurado en su declaración anterior al afirmar que “le tiraron un baldazo de agua fría”.
El relato está cargado de contradicciones, ya que en su declaración del año 2015, dijo que se enteró “por televisión que lo encontraron en el río y ahí me di cuenta que era Franco Casco”.
Las pericias en “la jaulita” o “transitorio” demostraron que no se hallaron restos de sangre en ese lugar, sin embargo, Daniel dijo en su declaración de 2015 que “siempre que los golpeaban mucho, y que dejaban mucha sangre en la jaula, los policías se ponían a limpiar ellos mismos”, pero al ser consultado sobre esos dichos aseguró “no recuerdo”.
Claudio Daniel V. estuvo detenido en la comisaría séptima, pero no recordó en qué período, aunque estimó que “puede ser en el 2010, y estuve casi un año y medio”. Lo trasladaron porque “pedí acercamiento familiar”.
Sobre la detención de Franco Casco aseguró “no lo recuerdo para nada”. “Estuve en el pabellón 1 y había un pabellón 2 y un cuartito donde ponían a las personas que detenían y era de dos por dos”.
“Era una comisaría iglesia, los que llegaban ahí buscaban a Dios, pedí ir ahí por ese motivo, venían pastores de la calle para traernos la palabra, tres veces en el día orábamos, a la mañana, a la tarde y a la anoche”, aseguró Claudio.
Sobre la relación entre los detenidos y los efectivos de la dependencia dijo que “yo no tenía contacto con los policías”, sobre la jaulita aseguró que “lo llamaban buzón, era chiquitito, con una puerta de reja, y ahí traían a los borrachos de la terminal Mariano Moreno”, pero aclaró que “nunca estuve en ese cuartito”.
“Me enteré porque vinieron de Investigaciones a preguntar y una semana después lo vi por televisión cuando pasaron que el chico había aparecido muerto. Yo no sabía nada, me sorprendí”, dijo respecto al paso de Franco Casco por la comisaría, aunque aseguró haber estado detenido en esa dependencia en 2010.
A diferencia de otros testigos aseguró que en esa comisaría “no” vio ningún tipo de maltratos.
Pablo David A., declaró por más de tres horas frente al tribunal, acompañado por un profesional del programa de protección de testigos. Dijo que estuvo detenido en la comisaría séptima pero no recuerda la fecha, como la mayoría de los detenidos, por lo tanto no se puede corroborar con certeza en qué momento estuvo alojado en la seccional. En cuatro oportunidades estuvo detenido por estafa, y actualmente se encuentra en prisión por el mismo delito. Denunció haber recibido amenazas por parte de algunos policías que trabajaban en la comisaría séptima pero no pudo precisar la identidad de los efectivos.
Los testigos anteriores “escucharon a Franco Casco”, sin embargo, Pablo aseguró haberlo visto “la noche que lo detuvieron”, porque a diferencia del resto de la población carcelaria, estaba “solo en la cuadra esperando un traslado a la Unidad 3”. A pesar de que muchos de los detenidos comentaron que esperaban traslados, ninguno mencionó haberlo hecho en “la cuadra”, sino en el mismo penal donde estaban alojados. La cuadra es un sector que se encuentra frente a los penales, pero su puerta de ingreso no permite ver hacia el pasillo donde se encuentran los mismos. Se utilizaba generalmente los días de visita. También dijo que estuvo una semana y media en ese lugar, sin poder precisar la fecha.
Uno de los testigos que abona con mayor firmeza la teoría de la querella, dijo que “recuerdo haberlo visto a través de la puerta, estaba en la salita de enfrente, es un calabozo chiquito, lo vi a través de una hendija”, pero ante el pedido de la descripción de la ropa que vestía el joven en ese momento dijo “no recuerdo”.
Se enteró que «ese chico que vi en la comisaría era Franco Casco porque después lo vi en televisión”.
A pesar que ya quedó demostrado con diversas pruebas que Franco Casco no fue detenido la noche del 6 de octubre, algunos testigos ubicaron al joven en ese período de tiempo, y aseguran que la golpiza fue a la madrugada y a la mañana temprano Franco ya no estaba.
“El maltrato era hacia la gente que caía detenida por averiguación de antecedentes, no hacia los detenidos. Se escuchaban gritos de borrachos que entraban desde la terminal Mariano Moreno”, dijo en relación a los ruidos que se escucharon “esa noche”.
“Los gritos que se escuchaban eran los de los chicos que caían presos por averiguación de antecedentes y te golpeaban sin ningún motivo”, reveló sobre el trato que recibían. Los maltratos consistían “en insultos, en tirarte agua”.
“Esos gritos los relaciono con golpes, no podía ver bien quien lo estaba golpeando. El gritaba, se escuchó un golpe fuerte y no se escuchó más gritos del chico”, dijo sobre la noche en que supuestamente fue torturado Franco. Tampoco pudo precisar el número de personas que se encontraba en la jaulita “pegándole a Franco”.
Cuando llegaron “los de Derechos Humanos les pedí que me ayuden para el traslado”, y agregó de forma contundente, “ellos no me prometían nada, hacían”. “El traslado a la Unidad 3 se da a partir de hablar con los de Derechos Humanos, porque ya me conocían de otra comisaria, siempre estaban ahí y con mi esposa manejándose afuera”, Y agregó “siempre estaban atentos a lo que yo necesitaba”. “Con Salvador Vera tuve conversaciones por mis beneficios y traslados”.
A pesar que el testigo afirmó que estaba en “la cuadra” cuando detuvieron a Franco Casco, en el libro de guardia consta que el 6 de octubre Pablo A. estuvo alojado en el penal 1 y el 7 de octubre en el penal 2, es decir con el resto de los detenidos, que ya manifestaron que desde dichos lugares era imposible ver “la jaulita”.
Pablo estuvo detenido alrededor de 7 años por estafa, un delito para el cual se necesitan habilidades para engañar a otras personas. Pasó por las comisarías «18, la 13, la 5 y Coronda»; actualmente está privado de la libertad por otro hecho de las mismas características y robo calificado.
Afirmó que recibió amenazas del personal policial luego de declarar en esta causa, pero nunca realizó la denuncia, como tampoco aportó la identidad de quienes supuestamente lo amenazaron.
Eduardo E., también estuvo detenido en la misma dependencia desde el 2013 o 2014 y continúa cumpliendo una condena desde ese entonces que en breve concluirá.
Como ya lo aseguraron otros testigos, “me enteré por televisión, aparte de eso no se nada”, afirmó. Asimismo, contó que “siempre se escuchan golpes, pero nosotros no vemos nada, solo se escucha”. “Hay muchos boliches y traen borrachos o drogados”.
Matías E., otro interno de la seccional recordó que en el 2014 pasó por esa comisaría, sin poder precisar cuanto tiempo permaneció. Sin embargo, recuerda que Franco Casco fue detenido.
“Yo estaba adentro del penal, no veía, pero escuchaba, se ve que lo detuvieron, lo llevaron a la comisaría, la autoridad le pegaba y el chico le decía no me peguen más si ya me tienen detenido”, en esa misma secuencia, “un oficial le preguntó cómo se llamaba y dijo Franco Casco”, aseguró el interno aunque Franco se había identificado en la comisaría con el apellido materno Godoy. “Y después nos enteramos por el noticiero que lo habían matado”.
Según el testigo, después de la supuesta golpiza a Franco Casco, “me amenazaron los policías de la séptima, pero no me acuerdo los nombres”.
“Lo de Franco habrá sido después de las 12, le pegaban y después no se escuchó más”, dijo sobre la noche en la que supuestamente fue detenido, según la teoría acusatoria.
El testigo, que compartió sus años de detención con Pablo A., dijo que “yo era el único que estaba despierto y escuché todo”, de alguna forma invalidando la declaración del resto de internos que también declararon que escucharon los gritos.
Del mismo modo que la mayoría de los reclusos que se encontraban en los penales de la seccional séptima, Matías no pudo precisar nombres, cargos y fechas concretas de los hechos. Tampoco realizó denuncia por la supuesta amenaza que dijo haber recibido del personal policial.