DOMINGO, 17 DE NOV

Economía de espera: entre la renegociación de la deuda, profundidad recesiva y precios «desobedientes»

Entreverado en negociaciones con el FMI y bonistas privados, el Gobierno analiza nuevas medidas para contener el aumento de precios de consumo masivo, ante una inflación que no cede pese al congelamiento de tarifas y control cambiario.

La suba de precios sigue siendo una realidad que complica el día a día económico del país, el mercado real que de la pequeña a la gran escala mueve los engranajes de la Argentina. En enero el Índice de Precios al Consumidor medido por el Indec arrojó una suba del 2,3%, y para febrero el promedio de consultoras privadas merodea el 2%.

Este fenómeno se da en paralelo con la aplicación de medidas de contención que buscan estabilizar una economía «en shock» desde hace meses (ni hablar de la recesión de por lo menos 2 años), esto es: control cambiario, tarifas congeladas, baja de tasas, entre otras. No obstante, el consumo no logra reactivar, entre otras cosas, por la tendencia inflacionaria que se mantiene.

Aún entreverado en las negociaciones para la reestructuración de la deuda externa, como objetivo prioritario en la gestión de Alberto Fernández, el efecto es que actualmente el gobierno analiza lanzar la próxima semana medidas para frenar el aumento de precios, especialmente los de consumo masivo, y evitar que se acelere el indice del costo de vida en los próximos meses.

La versión surgió en Casa de Gobierno luego de que el presidente, en un almuerzo ante empresarios, les pidió ayuda para revertir esta tendencia alcista y advirtió que será «inflexible» con quienes sigan incrementando los precios.

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Ante este escenario, consultado por Conclusión, el economista Cristian Berardi consideró que «una pronta reactivación del consumo es un poco difícil» y ató ese destino al desenlace, pronto o tardío, de la mencionada «reestructuración de la deuda».

«Lo está esperando provincia, lo está esperando Nación, lo que haría que se generen mayores políticas para el consumo, como una baja en el interés de la tarjeta de crédito, que esa cuestión está asfixiando a los bolsillos y eso hace que el consumo no se dispare o reactive», puntualizó el analista del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso).

En ese sentido, en lo que hace a la situación del ciudadano de a pie, advirtió que «debe preocuparse si las tarifas siguen aumentando. En realidad, ahora hay un congelamiento lo que permitió que el consumo de energía suba un 1% desde diciembre.»

En lo que refleja un claro síntoma de la profundidad de la recesión y su impacto en el entramado industrial, Berardi resaltó que «el problema está en las cifras de consumo de la industria, que son quienes generan empleo, el circulo virtuoso».

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«Hay otro sector que tracciona la baja en el consumo que es la venta del cemento portland. En la medida a granel, en el mes de enero bajó un 5%, principalmente, debido al parate que tiene la obra pública, hay un montón de trabajadores que están suspendidos o despedidos, y esto no permite traccionar el consumo a través de esa variable. La venta en la menudencia está creciendo de a poco, pero la venta en la obra pública está traccionando a la baja», añadió el académico.

Respecto ya sí a las ventas de productos de masividad, en supermercados, que tampoco logran repuntar, Berardi sostuvo que «principalmente se debe a dos cuestiones: primero supermercados, una venta que subió en dinero nominal en un 42% para el mes de diciembre, pero si lo comparamos con la inflación que hubo a nivel nacional de un 53% y si lo comparamos con la inflación que releva el Ceso para Santa Fe en el supermercados, está alrededor de un 70%. Entonces si comparamos un aumento de precio de 70% frente a un aumento de precios de 42%, tenes casi un 20% de caída».

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Y añadió: «Esta caída del consumo viene desde hace un año. Pero desde Ceso, venimos relevando desde 2016 a la fecha con deterioros anuales constantes. Lo que pasó es que el dinero no fluyó hacía los sectores de consumo y se fue hacia lo que era la inversión especulativa, precisamente».

Por último, si bien sostuvo que «es verdad que los supermercados han facturado», en la relación inflación contra ventas, el economista señaló que «se ve que no le ha ido tan bien como a la empresas de energías y a los sectores financieros».

«La realidad de los supermercados es que están en tendencia a la baja con menos cajas abiertas, con menor y acotado consumo, pero no se ven despidos en demasía», concluyó.

 

 

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