SáBADO, 28 DE SEP

El FMI exige devaluación y unificación cambiaria para negociar un nuevo acuerdo con el Gobierno

La negociación es complicada porque un sector del Fondo, con el director del Hemisferio Occidental Rodrigo Valdez a la cabeza, se resiste a volver a apostar a Argentina y suma nuevas exigencias.

 

El equipo económico de Javier Milei negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un nuevo acuerdo por 10 mil millones de dólares. El organismo exige la unificación cambiaria vía una devaluación superior al 20% sin abrir el cepo.

La negociación es complicada porque un sector del Fondo, con el director del Hemisferio Occidental Rodrigo Valdez a la cabeza, se resiste a volver a apostar a Argentina y suma nuevas exigencias.

Además de la devaluación, el FMI pide una política fiscal muy dura y una tasa de interés alta. Se habla de un dólar que flote, pero a la vez se exige que el Banco Central intervenga con cuentagotas. Los 10 mil millones tendrían restricciones de uso. El Fondo también exige bajar el Impuesto País y eliminar el Blend, sistema que permite un mejor tipo de cambio a los exportadores.

Aunque Luis Caputo asegura que no va a devaluar, el Gobierno está en una encerrona y se prevé que terminará aceptando. Necesita dólares y las dos opciones que tiene para conseguirlos –el campo y el FMI- le reclaman un tipo de cambio al nivel de los financieros. La exigencia del Fondo de unificar los tipos de cambio le pone un número a la devaluación: el oficial tiene que unirse con el MEP, que está cerca de los 1300 pesos.

El equipo económico piensa que, con el ingreso de los dólares del Fondo y una política fiscal y monetaria dura, el MEP puede bajar un poco y encontrarse con el oficial en un precio aproximado de 1200 pesos. A Milei le parece alto; Caputo niega, pero está más cerca de aceptar el pedido del FMI.

La reacción de los mercados a las exigencias del organismo internacional revela el estado de situación. Fuerte caída del precio de títulos públicos y acciones, un nuevo salto en el CCL, que ya está en 1400 pesos, y el Banco Central que vende en vez de comprar y así caen las reservas. Si se lee detenidamente el comunicado de la institución y los reclamos para entregar fondos frescos, se concluye que el FMI discrepa con casi todo lo hecho hasta ahora.

Otros factores suman presión sobre los mercados: el balance del Banco Central exhibió para abril un incremento exponencial del financiamiento en dólares impulsado por la banca privada, en torno al 17% mensual y del 40% en la comparación interanual. Es decir, se registró un fuerte aumento de la deuda comercial de las empresas que operan en el comercio exterior. Esta semana también se conoció que el Gobierno le adeuda a Cammesa abril y mayo. Los datos revelan la fragilidad de los superávit gemelos.

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Un artículo publicado esta semana en The Economist, el medio económico más prestigioso de Occidente, refleja cómo se ve al Gobierno libertario desde el norte: «Milei hasta ahora ha ofrecido anarquía monetaria en lugar de un nuevo orden. Durante la campaña electoral prometió dolarizar la economía y hacer estallar el Banco Central. Ahora él y su equipo hablan de competencia de monedas, según la cual el peso coexistiría con otras divisas. Pero los detalles siguen siendo preocupantemente vagos y todavía quiere cerrar el Banco Central. Toda esta incertidumbre tiene costos. Los inversores no quieren destinar dinero a un país donde el sistema monetario y la moneda están en juego».

Todo lo que propone el FMI es recesivo. En principio, la devaluación va a impulsar un nuevo pico inflacionario. Con suerte, le sumará un 5% a la inflación actual en el primer mes y 3 o 4 puntos más en los dos meses posteriores.

Sumado a la política fiscal dura, que en realidad ya existe pero ahora sería una condición, condena al país a seguir en la actual depresión económica que genera desempleo y mayor pobreza.

La caída de ventas de supermercados y shoppings y la desastrosa performance turística del fin de semana largo, que mostró una caída del 65%, revelan la gravedad de la crisis. El tiempo apremia al equipo económico y el FMI tiene sus ritmos.

La híper recesión y la incertidumbre cambiaria son un cóctel suficientemente negativo, pero hay más. El último informe de la Oficina de Riesgo Agropecuario advierte que hay un 65% de posibilidades de que se instale el fenómeno La Niña con su consecuencia de una “sequía moderada”. No como la de 2023, pero suficiente como para que la próxima cosecha sea menor que la actual.

El FMI lo advirtió así: «El camino hacia la estabilización macroeconómica sigue siendo muy incierto. La actual recesión económica podría prolongarse más y el proceso de desinflación podría resultar más persistente, provocando penurias prolongadas e intensificación de las tensiones sociales, incluso con el refuerzo del gasto social».

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El Gobierno inició su gestión con una suba del dólar del 118% y liberación de precios. Seis meses después, la inflación se comió la devaluación y el tipo de cambio real volvió al punto de partida. Con una salvedad: la pobreza se acerca al 60% y la indigencia se duplicó.

En ese contexto, una nueva devaluación con más inflación y más recesión sobre un cuerpo social exhausto tendrá un costo político aún difícil de ponderar.

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