La carga impositiva en 2019 será la más alta en 60 años
Sobre la base de las proyecciones de la ley de presupuesto, este año la presión tributaria ascenderá a 26,2% del PBI. Esto significa una suba de 1,3 puntos del producto respecto del año pasado y de 2,2% del PBI en relación con los dos primeros años de la administración de Cambiemos.
- Economía
- Ene 5, 2019
La ambiciosa meta de llegar al déficit fiscal cero este año implicó una suba de impuestos no prevista cuando comenzó la gestión de Mauricio Macri . Si bien en los dos primeros años de gobierno se redujo la presión tributaria en casi dos puntos del producto bruto interno (gracias a los ingresos extraordinarios del blanqueo), en 2019 la carga impositiva será la más alta en, por lo menos, los últimos 60 años (con los datos disponibles para la comparabilidad de las series de PBI), según estimaciones privadas. Sobre la base de las proyecciones de la ley de presupuesto, este año la presión tributaria ascenderá a 26,2% del PBI. Esto significa una suba de 1,3 puntos del producto respecto del año pasado y de 2,2% del PBI en relación con los dos primeros años de la administración de Cambiemos, según un trabajo de la consultora Ledesma. La mayor suba será la de las retenciones, que pasarán de aportar 0,8% del PBI a 2,4%. En el Gobierno, sin embargo, señalan que, tras la reforma tributaria de fines de 2017 y luego del Pacto Fiscal, en el que se propuso cambiar la distribución del impuesto al cheque y el de ganancias, la presión fiscal consolidada de 2019 será similar a la del último año del gobierno de Cristina Kirchner . Entonces, con una carga impositiva de 25,8% del PBI, 2015 fue el récord anterior de presión.
Es más: en el Ministerio de Hacienda indican que, con la misma carga tributaria, se bajará el déficit fiscal en cuatro puntos del PBI. Ese desequilibrio de 4% entre gastos e ingresos era el que tenía la Nación en 2015. «La menor presión de los impuestos provinciales puede compensar un poco la carga tributaria total y el PBI de este año podría ser nominalmente más alto que el estimado en el presupuesto, pero igualmente la presión impositiva de 2019 sigue estando en el récord histórico», aclaró Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma. «La composición de los impuestos también empeoró en los últimos años, ya que ganaron peso los tributos indirectos que distorsionan los precios relativos, como son el IVA [que es una carga sobre el consumo] y el impuesto al cheque [que grava el capital de trabajo de las empresas]», agrega Caamaño.
Según la consultora, del 26,2% del PBI, 6,6% es recaudación por seguridad social (sube del 6,5% de 2018); 1,6% son ingresos provenientes del impuesto al cheque (el año pasado era 1,7%); 2,4% son retenciones (con un aumento significativo en comparación al 0,8% que representaba el año pasado); 4,9% proviene de Ganancias (cae con respecto al 5,5% de 2018); 7,8% es recaudación por IVA (baja en relación al 7,9%), y 2,9% son otros impuestos (aumenta respecto del 2,5%). Por lo tanto, el impuesto que hará la diferencia con respecto a los años anteriores es el de los derechos de exportación. Luego de una suba del tipo de cambio de más del 100%, el Gobierno decidió sacar provecho de los beneficios que tuvo el sector exportador con un precio del dólar más competitivo. «El Gobierno modificó el código aduanero y estableció una alícuota máxima del 33% a todas las exportaciones nacionales -con topes de $4 (si son bienes primarios) y de $3 (para el resto de los bienes y servicios) por dólar-. Este es un impuesto no coparticipable por norma, lo cual todo lo que se recaude queda en las arcas del gobierno federal», indicaron en el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Este año, además, habrán ingresos por tributos que no había antes, como son las retenciones a los servicios y el impuesto a la renta financiera, que es retroactivo al primero de enero de 2018. «Había un sendero de bajar de forma gradual la presión tributaria, mientras se reducía el gasto. Pero el año pasado, en el marco de la corrida cambiaria y de la necesidad de darle señales al mercado, se tuvo que frenar la disminución. La prioridad era bajar la presión tributaria porque es uno de los factores que hacen a la competitividad de la Argentina. Pero eso quedó en un segundo orden de prioridades tras la necesidad de reducir el déficit fiscal», analiza Martín Vauthier, director de EcoGo. «Es un aumento que está concentrado básicamente en las exportaciones, y que se da en un contexto de tipo de cambio real mucho más alto», agrega. Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de OJF, por su parte, destaca un informe del la consultora PwC que publica el Banco Mundial donde muestra que, por cada US$100 que gana el sector privado, el Estado se queda con US$106. «Es un estudio de 2017, ahora debe ser más alto. Somos el país menos competitivo en materia impositiva. Es uno de los factores más relevantes de la baja competitividad del país», comenta. Mientras que Lorenzo Sigaut Gravina, director de Ecolatina, coincidió en que la presión fiscal a nivel nacional será muy parecida a la de 2015. «Buena parte del ajuste fiscal pasa una parte por achicar el gasto público y lo más fuerte, por aumentar los ingresos», dijo. En cuanto a la caída relativa en el resto de los tributos nacionales, la reforma tributaria prevé modificaciones en dos impuestos de especial envergadura, explica el Iaraf: «Las reducciones en las contribuciones patronales (como fruto del aumento del mínimo no imponible y la convergencia a una alícuota efectiva más baja) y la reducción del impuesto a las ganancias. Ambos tributos denotarían una baja equivalente al 0,4% del PBI con respecto a 2018».
Fuente: Diario La Nación