Producción, empleo y autocrítica: las claves de la economista más cercana a Alberto Fernández
Cecilia Todesca Bocco, economista con trayectoria nacional e internacional, es integrante del Grupo Callao, formado a principios de 2018 y quizás la usina más fiel de "ideas de gobierno" del precandidato del Frente de Todos. Cómo piensa la economía, las tensiones del modelo anterior, lo peor del actual y lo complejo de lo que vendrá, con mirada exterior incluida.
- Conclusion TV
- Jul 9, 2019
Por Facundo Díaz D’Alessandro
Analistas de toda proveniencia ideológica coinciden en que el escenario económico argentino, a partir del 10 de diciembre, será complejo en extremo (como si ya no lo fuera).
A pesar de esa definición excluyente, el debate económico sobre cómo afrontar la crisis y lograr un mejor pasar para la ciudadanía sin caer en default ni ceder (o sí) a las seguramente asfixiantes condiciones que imponga el Fondo Monetario Internacional (FMI), va por un carril subterráneo en la campaña electoral rumbo a las elecciones presidenciales primarias de agosto.
Días atrás, la economista Cecilia Todesca Bocco, que integra el Grupo Callao (algo así como un think tank formado hace más de un año, cercano a la figura del precandidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández), visitó Rosario y accedió a un mano a mano con Conclusión, en el que permitió dar un vistazo al pensamiento de una de las personas señaladas por el ex jefe de Gabinete como la “renovación”, y que por su trayectoria tiene perfil “ministeriable”, en el hipotético caso de una victoria peronista en octubre o noviembre.
Todesca Bocco, además de licenciarse en la UBA, tiene un Magister en Administración Pública en la Universidad de Columbia, y tuvo paso por cargos técnicos del Sector Público, tanto en el Banco Central como en el Ministerio de Economía y la Jefatura de Gabinete. También ha trabajado en la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor´s (New York) y ocupó el cargo de Senior Advisor por la Argentina en la silla del Cono Sur en el Fondo Monetario Internacional (FMI, en Washington D.C.).
Algunos problemas estructurales se trabajaron en el gobierno anterior pero evidentemente sin generar las transformaciones necesarias
– ¿Qué es el Grupo Callao, cuándo se forma y para qué?
– Es un grupo que convocó Alberto (Fernández) a inicios del año pasado (2018), con la idea de discutir la agenda de un eventual gobierno, mucho antes de tener la fórmula, y ver qué cosas habían salido mal, buscar en qué factores se explicaban las derrotas electorales. Se dio una discusión interesante entre nosotros (NdR: incluye gente de otras disciplinas, como politólogos, abogados, contadores, en general con un paso por la gestión pública pero cierta juventud) y fueron surgiendo otros grupos, algunos con más raíces territoriales de militancia, otros provenientes de la “intelectualidad”. A fin del año pasado, a todo este colectivo de grupos, que hay muchos, se les ocurrió armar algo que es Agenda Argentina, un gran paraguas en donde nos juntamos para discutir, ahora que tenemos fórmula, un programa de gobierno. Se fue dando, desde Callao fuimos viendo el acercamiento entre Alberto y Cristina (Fernández de Kirchner), cómo se fue dando esa discusión, un proceso interesante de ver.
– Mencionaste “las cosas que habían salido mal”, y en materia económica se vio un agotamiento del modelo. ¿Cuáles fueron los nodos del problema?
– Es difícil de resumir, pero creo que la manera más entendible es que Argentina suele encontrarse cada tantos años con algunos problemas estructurales, que tienen que ver con la estructura productiva, que tiene ciertas deficiencias y cada tanto hace que nos falten dólares, la restricción externa. Eso es algo que en el gobierno anterior se trabajó, pero evidentemente no pudimos generar todas las transformaciones necesarias. Teníamos otros vinculados con el tema de la inflación y con la discusión de la distribución del ingreso, en ese punto. Y después teníamos, como corolario, la discusión acerca del atesoramiento, lo que todos entienden como el ‘cepo’, control de cambios.
No es que sea imposible tener un país totalmente abierto a los capitales, es posible, la pregunta es si es el país en el que queremos vivir
– ¿Cómo funcionó ese ‘cepo’, o mejor dicho, cómo funcionaba el ‘control de capitales’?
– La regulación cambiaria fue transformándose, siempre estuvo. Hay que rescatar algunos elementos críticos de esa regulación: la primera es el encaje, que no permite que capitales especulativos que no vienen a insertarse en la producción, sino a valorizarse en activos financieros, luego vuelvan a salir. Desde 2005, si entrabas te tenías que quedar por lo menos un año, y durante ese año el 30% quedaba freezado en una cuenta sin interés. Eso hacía que la bicicleta financiera no fuese atractiva, e hizo que Argentina no estuviese, por primera vez en muchísimas décadas, expuesta a los vaivenes de las crisis internacionales, eso fue muy interesante. En términos de regulación cambiaria, también hubo ciertos límites en el atesoramiento, que llegó hasta dos millones por mes por persona física y jurídica, pero eso fue cambiando; y la obligación de liquidar divisas y otro conjunto de regulaciones que hacen posible, básicamente, tener claro cuántos dólares entran y a qué lo asignás.
– ¿Es imposible una desregulación total de capitales?
– Quizás la manera de entenderlo es que no es que sea imposible tener un país totalmente abierto a los capitales, es posible, la pregunta es si es el país en el que queremos vivir. Una manera gráfica de representarlo, es cuando mirás gráficos internacionales, países desarrollados o en vías de desarrollo (América Latina), si crece la desregulación financiera, cae la actividad y el producto, lo mismo la distribución del ingreso, son gráficos en X. Esto viene muy a cuenta de lo que la gente va a votar: nos tenemos que preguntar qué modelo de país tenemos en la cabeza. Es basado en producción y empleo de calidad, con derechos, con jubilación cuando se termina tu vida útil como trabajador/a, o en el cuál el dinero entra y sale, las regulaciones del mercado de trabajo deben desaparecer, como otras, y estaremos todos a merced de lo que el capital externo dicte. No es que es imposible, pero no es la sociedad en la que, en mi caso, quiero vivir, y la mayoría supongo que tampoco. La regulación no viene como ataque a la libertad de las personas, sino como política estratégica para poner en el centro a la producción y empleo, y que todo gire alrededor de eso, nos va a permitir crecer y redistribuir de la mejor manera, otra cuestión que por supuesto también está pendiente.
Si no defendemos el empleo argentino, nadie lo va a hacer. No es el mundo del brindis y el canapé, es el de la batalla del conocimiento aplicado a la producción
– ¿La salida de la crisis es por ahí, reactivando a una economía que en términos productivos y laborales está hoy muy golpeada?
– Sin duda, Alberto suele decir que hay que apagar el switch que prendió (el presidente Mauricio) Macri y prender el otro, el de la producción y el empleo. Por supuesto, en condiciones internacionales complicadas, los países hoy luchan por producir, exportar y proteger su empleo, por eso somos críticos de algunos acuerdos que se firman entre gallos y medianoches, de los cuales no conocemos detalles. Sí sabemos que si no defendemos el empleo argentino, nadie lo va a hacer. No es una discusión en torno a si querés estar integrado al mundo o no, es imposible no estarlo hoy. La mayoría de lo que consumimos son bienes importados, para producir necesitamos importar y la gente es libre de salir y entrar del país. Es una falacia, nos ponen en el lugar de los que retrasan y no quieren integrarse, no ver la modernidad; estamos como casi todos los países, preocupados por nuestra producción y empleo, las finanzas en todo caso acompañarán o tienen que acompañar para financiar la producción. Hoy tenés una bicicleta financiera que está armada sólo sobre activos financieros, si le preguntás a empresas no pueden obtener créditos y si lo tienen es a una tasa imposible de retribuir, es insólito. Hay una masa de recursos en los bancos enorme, plazos fijos, ahorro de empresas y personas, y no estamos pudiendo hacer nada productivo con ese dinero, sólo valorizarlo, y aumenta por efecto de la tasa de interés, que paga el BCRA por cierto, y toda esa masa vuelve para ser reinvertida en qué, otra vez en lo mismo y encima a riesgo de que en cualquier momento eso pueda irse a dólares, eso no es una economía que funcione.
– Alberto F. salió rápidamente (para algunos demasiado) a criticar el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, mientras otros líderes “progresistas” de la región lo recibieron bien. ¿Ese rechazo es parte de esa ‘defensa del trabajo y producto argentino’ como algo primordial?
– En una negociación vos vas a entregar cosas y el otro algo a cambio, si nos ponemos de acuerdo, firmamos. Pero tiene que quedar claro qué estamos firmando. En el caso de este acuerdo, lo primero que pasa es que es una negociación opaca, ni vos ni yo tenemos los términos de esa negociación y tampoco los sectores productivos. Estas negociaciones se dan con lo que se llama ‘el cuarto de al lado’: están los negociadores en la sala principal y en cuarto contiguo sectores productivos, que asisten en esa discusión. Eso tampoco lo tuvimos. Después, lo que trasluce de lo que conocemos, es que va a favorecer la especialización de Argentina en recursos naturales y todo el resto de los bienes industriales los vamos a importar. El riesgo más grande es que somos exportadores de bienes industriales a Brasil, por ejemplo, y si los pueden comprar en Europa lo más posible es que eso sea lo que pase. Después hay otras cosas: compras públicas, patentes, cosas muy complicadas. La poca información que tenemos es por comunicados de prensa de la Unión Europea y por la prensa de allá, donde dicen que han podido defender sus intereses y que están pudiendo acceder a un mercado de muchas millones de personas de manera ventajosa. Desde el Mercosur, no estamos en condiciones de decir lo mismo.
Estamos como adormecidos, el tipo de cambio se queda estable o cae unos centavos y parece que no tenemos ningún problema. Tenemos un problema enorme
– Decías que el mundo cambia y es complejo, ¿en qué está cambiando o cambió en términos económicos?
– En los últimos cuarenta años, la economía mundial cambió totalmente su forma de producir y distribuir el ingreso, básicamente a través de cadenas globales de valor, por tecnología y otras cuestiones largas de explicar. Las empresas pudieron empezar a producir en cualquier lugar del mundo. ¿En qué lugares? Donde podían pagar menos salarios, había menos protección a trabajadores/as, menos protección ambiental y menos pago de impuestos. Eso generó varios cambios en la economía mundial, una caída enorme de índices de pobreza extrema, sencillamente porque China e India entraron al mercado global de trabajo; y al mismo tiempo se viene viendo una caída en el salario real de las economías industriales. Se localiza la producción donde se pueden pagar menos salarios, esto ha sido tan grave en los últimos años, que hay un malestar con la globalización y ha dado lugar a liderazgos que vemos con claridad como el de Trump, que plantea ‘trabajo para los norteamericanos’. Este último proceso es lo que se conoce como reshoring, te vas fronteras afuera; ahora hay toda una discusión, algo de esto tiene que volver, por el efecto en el empleo y también por cuestiones tecnológicas y productivas muy de punta, donde tener la fábrica al lado tuyo implica poder seguir el proceso de innovación de una manera distinta que teniéndola a 10.000 km de donde estás. Hay cuestiones vinculadas a la distribución, al formato de sociedad que querés y también batallas del conocimiento aplicado a la producción; con lo cual ese es el verdadero mundo, no el del brindis y el canapé. No es que nos integramos y somos felices, es bastante más complejo. Los países en vías de desarrollo vienen, por sus condiciones, corriendo desde atrás y se transforman muy fácilmente en plataformas de explotación, a veces de trabajadores y a veces de la vía financiera como estos años en Argentina.
La pregunta es por qué no se produjo la lluvia de inversiones. Si pudiéramos responder eso, estaríamos más cerca de encontrar un programa de desarrollo en la Argentina
– ¿Cuán apretadas van a estar las cuentas del país en los próximos años, teniendo en cuenta el nivel de endeudamiento? ¿Cuánto se va a poder “redistribuir”?
– Muy apretado. Argentina va a estar, cuando este gobierno termine su mandato, en una situación crítica. Es importante tomar noción, ahora estamos como adormecidos, el tipo de cambio se queda estable o cae unos centavos y parece que no tenemos ningún problema. Tenemos un problema enorme, el endeudamiento es fenomenal y el acuerdo con el FMI implica más deuda y muy concentrada: son 57 mil millones, casi 50 mil millones se entregan a este gobierno. Como además fue desembolsado en un período corto, debe ser devuelto en un período corto. Para que se den una idea, de acuerdo a lo que está firmado, en 2022 y 2023, Argentina tiene que pagar 3,8 y 3,7 puntos del Producto Interno Bruto (PIB), sólo en esos dos años y sólo al FMI. Es imposible pensar que vamos a tener los fondos para hacer eso y ahí se va a dar una negociación. El gran problema con el FMI no es sólo esa deuda que va a haber que pagar. La deuda viene con programas, con un listado de condicionalidad, quiere decir que tienen una lista de cosas que van a pedir, eso va a haber que negociarlo. Entonces no es sólo el peso de la deuda, sino de una negociación donde va a haber que discutir un montón de cuestiones.
– ¿Cómo se explica en un lapso tan corto haber vuelto al FMI?
– Llegamos hasta acá porque liberalizamos la cuenta de capital, quiere decir que la plata puede entrar y salir libremente, salimos del cepo, brutalmente suelo decir ahora tenemos el «nuevo derecho humano», a comprar dólares; fenómeno. En tres años y medio no tuvimos el cepo y tuvimos un brutal endeudamiento que ahora vamos a pagar entre todos. Entonces, entiendo que el cepo tuvo un montón de problemas, no lo estoy reivindicando porque en ese momento teníamos otros problemas, tasa de interés real negativa, tipo de cambio atrasado, había expectativa de devaluación, al cepo nos tiramos porque era lo único que teníamos sobre la mesa. Para salir adelante vamos a tener que tener todos los instrumentos sobre la mesa, no es que con un cepo resolvemos todo, no es tan fácil. Pero que quede claro, no hay una salida sencilla y la de ‘liberalizamos todo’ no funcionó. La pregunta es por qué no se produjo la lluvia de inversiones. Si pudiéramos responder eso estaríamos más cerca de encontrar un programa de desarrollo en la Argentina.
– ¿Qué pasa hoy con la cotización del dólar, que retrocedió algo en los últimos días? ¿Hay un atraso cambiario como dicen algunos economistas?
– Lo que está pasando es que junio es un mes particular, se pagan aguinaldos, hay un tema con la liquidez, puede ser que haya empresas que han tenido que liquidar posiciones en dólares para hacer frente a eso; después este circuito de valorización financiera que hace que te convenga salir de dólares, ir a pesos, depositarlos y hacer la tasa de interés para volver corriendo a dólar. ¿Quién va a perder? El que llegue último cuando el dólar salte. ¿Quién va a ganar? El que haga el circuito y lo pueda completar. Una vez más, eso no tiene nada que ver con la producción y el empleo, no es una cuestión ética, no es eso el problema, es que tenemos que ver en qué vamos a trabajar.
Lo que tenemos por delante es muy complicado, pero Argentina no es tierra arrasada. Hay una buena noticia vinculada a Vaca Muerta, que madurará en el mediano plazo
– ¿Qué es lo peor que ha hecho Macri en materia económica, y cómo se puede sortear la restricción y el agotamiento del modelo productivo a futuro?
– El endeudamiento es consecuencia, lo más grave es la liberalización financiera y habernos introducido una vez más en esta lógica del capital financiero internacional. Después, la política industrial y tecnológica tiene que estar en el centro, eso hay que tenerlo claro, para no volver a toparnos con la restricción externa en el corto plazo, así como hay que tener claro que lo que tenemos por delante es muy complicado. Pero Argentina no es tierra arrasada, hay gran cantidad de capacidades, por personas, por trabajadores/as, por artistas, por empresas, es un país digno de vivirse y hay un montón que podemos hacer bien, no hay que deprimirse totalmente, es una construcción colectiva, va a ser larga y complicada. Vinculado con la restricción que nosotros sufrimos, hay una buena noticia vinculada básicamente a Vaca Muerta, que madurará en el mediano plazo, eso puede darle a Argentina una oportunidad , sobre todo tomando en cuenta el nivel de endeudamiento que se va a heredar, si apuntamos a la producción creo que podemos salir adelante.