Un modelo hecho para la fuga de capitales
Gracias al marco (des)regulatorio impuesto por Cambiemos, a partir de diciembre de 2015, se propició un camino favorable para la fuga de divisas.
- Economía
- Nov 14, 2019
Por Lic. Marina Alvarez*
En los últimos años, al igual que el endeudamiento externo, la fuga de capitales en Argentina creció llamativamente, tal como lo reflejan los últimos datos presentados en el Balance Cambiario del Banco Central de la República Argentina.
Gracias al marco (des)regulatorio impuesto por Cambiemos, a partir de diciembre de 2015, se propició un camino favorable para la fuga de divisas. La abrupta disolución del control de cambios implementado durante el segundo mandato de Cristina Kirchner y la liberalización total del mercado de capitales fueron unas de las principales acciones que derivaron en una abultada salida de dólares.
Precisamente, entre diciembre de 2015 y septiembre de 2019, la fuga de capitales acumuló 123.358 millones de dólares entre la formación de activos externos, los viajes y demás gastos en el exterior, y los giros de utilidades y dividendos. De los tres ítems generales que componen esta estimación de fuga, el 68% fue explicado por la formación de activos externos, el 26% por los viajes y el resto por el giro de utilidades.
El ítem más importante es la formación de activos externos del sector privado no financiero. Este incluye, mayoritariamente, la compra de billetes para atesoramiento y las inversiones directas e indirectas de residentes en el exterior. Particularmente, entre diciembre de 2015 y septiembre de 2019, la conformación acumulada de activos externos escaló a 84.107 millones de dólares donde 62.351 fue explicado por el atesoramiento y el resto por las inversiones de residentes en el exterior.
El segundo ítem es la salida neta de viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta, es decir, la diferencia entre los gastos de residentes por viajes, pasajes y pagos con tarjeta en el exterior contra el gasto de no residente por los mismos ítems pero en Argentina. En los últimos 46 meses, este rubro implicó un egreso neto de 32.113 millones de dólares.
El tercer rubro expone el giro de utilidades y dividendos de empresas en el territorio argentino al exterior. Entre diciembre de 2015 y septiembre de 2019, los giros acumularon una salida de 7.138 millones de dólares.
Sin dudas, los números reflejan que, gracias al contexto favorable propiciado por el Estado, la salida de capitales fue creciendo progresivamente. En 2016 alcanzó los 21.485 millones de dólares, 34.314 millones en 2017 y 36.314 millones en 2018.
En 2018, producto de la brusca depreciación del tipo de cambio, disminuyó el ritmo de crecimiento: la cantidad de dólares que se fugaron aumentó levemente si se la compara con lo registrado el año anterior.
La misma tendencia continúo a lo largo del 2019. En los últimos nueve meses, la salida de capitales ascendió a 27.905 millones de dólares entre activos externos, turismo y giro de remesas. Por segundo año consecutivo, la depreciación del tipo de cambio tuvo un rol protagónico: el dólar comenzó el año alrededor de los 38 pesos y, actualmente, ronda los 63 pesos.
Tal fue el derrotero que generó la desregulación financiera impuesta por Cambiemos que, a meses de terminar su mandato, el gobierno nacional debió reglamentar un nuevo control de cambios que le permitiera resguardar las reservas del Banco Central en el proceso de transición. Precisamente, después de las elecciones primarias de agosto y hasta el día de la fecha, las restricciones a las operaciones cambiarias fueron aumentando progresivamente.
En efecto, la fuga de capitales es el efecto directo de las medidas tomadas por el gobierno, que abrieron el camino a la especulación financiera y provocaron una sangría de divisas que derivó, junto a otros factores, en el fracaso del modelo económico adoptado por el actual gobierno nacional.
Por tanto, teniendo en cuenta la restricción externa vigente, uno de los principales desafíos del próximo gobierno deberá centrarse en la generación genuina de divisas y el resguardo de las que ya hay, es decir, el cuidado de las reservas del Banco Central. El presidente electo, en conjunto con su equipo económico, deberá crear un contexto de certidumbre entorno al programa financiero de los años venideros dado que gran parte de los compromisos de pagos a vencer están, mayormente, denominados en moneda extranjera.