MIéRCOLES, 20 DE NOV

Un modelo que no va más: deuda, crisis y claves del rumbo económico  

Mientras –como se puede- el país atraviesa la pandemia, la recesión profundiza sus estragos en todos los segmentos económicos, sube la pobreza y el desempleo. Sin mirar para otro lado, una entrevista a fondo para entender raíces del problema y quizás puntales de solución.

 

Por Facundo Díaz D’Alessandro

La economía argentina no da para más. Sobre un escenario de crisis en el que asumió el gobierno de Alberto Fernández, en medio de una profunda recesión y con descalabros macroeconómicos graves, por distintas razones –entre las que resulta insoslayable la pandemia y la consecuente “cuarentena” que se decretó- tres trimestres después ese escenario se agravó aún más, a excepción del cuadro financiero en el corto y mediano plazo, algo más despejado tras el acuerdo para la reestructuración de parte de la deuda con acreedores (bonistas) privados.

Si bien suele depender casi de manera excluyente de las decisiones políticas, hay un límite en que desajustes de los niveles que existen en el país se tornan inmanejables, por ejemplo en términos fiscales. Ni hablar del creciente desempleo y pobreza, intolerables para cualquier argentino de bien (más allá de lo moral, eso traba el desarrollo integral).

Quiéralo el gobierno o no, es decir con o sin su decisión, la economía se ajustará en los próximos meses. Sería interesante su intervención para definir quién financia ese ajuste, los términos de la transición y finalmente cuál es el tipo de modelo que viene, que deberá indefectiblemente ser uno apoyado en la producción y el trabajo.

Más allá de que a veces parezca que reina la mala praxis, la desidia o directamente la política lasciva, sin duda en Argentina existen funcionarios y técnicos capacitados, también especialistas del sector privado, y por supuesto representantes del denominado “tercer sector” o la academia, “todos los cuales solamente podrán aportar si hay un poder político suficiente para reinstalar Argentina en el concierto mundial”, dijo a Conclusión Esteban Guida, economista y presidente de la Fundación Pueblos del Sur, fiel exponente de éste último grupo de analistas mencionado.

En una profunda entrevista, el también catedrático de la UNR, que asesora desde la entidad que fundara junto a su padre a muchos sindicatos y empresas, se refirió a las claves coyunturales y estratégicas que hacen a la cuestión económica argentina.

A continuación, los principales tópicos del intercambio y las definiciones de Guida:

Re-estructuración de parte de la deuda

Le da solución a un default -incumplimiento en compromisos de deuda externa- y nos coloca en una situación de regularidad en el mercado financiero. La consecuencia es que Argentina puede nuevamente acercarse como acreedor confiable al mercado de capitales. También es un anticipo positivo de la negociación con otro acreedor importante, que es el Fondo (Monetario Internacional – FMI), hablamos de 57 mil millones de dólares. Y en el campo privado veremos, las empresas que quieran ir al mercado van a tener un contexto más propicio por baja del riesgo país. Por lo pronto, el contexto financiero del país se presenta más auspicioso y el déficit financiero baja sustancialmente los próximos cuatro años, por postergarse el grueso de vencimientos que se daban en el corto plazo. A eso hay que agregar la del Fondo…

¿Es un buen acuerdo?

Decir bueno o malo es con respecto a qué. Para zanjar la situación económica y financiera de Argentina no alcanza con postergar vencimientos y reducir parte de intereses de deuda privada. Falta saber la parte de ingresos, con qué plata vamos a pagar y qué plata vamos a necesitar. Coincido en que el análisis general no se basa solamente en postergar pagos, aunque es una buena noticia. Hace falta tener una mirada no exitista de la renegociación. Por otra parte, con este arreglo el país sigue manteniendo un vínculo de endeudamiento con privados y organismos internacionales, que históricamente y sobre todo los últimos 44 años han estado siempre relacionados con especulación, fuga y corrupción. Esta deuda que estamos pagando no fue una deuda para desarrollar el país, potenciar inversiones o mejorar capacidad exportadora. Aunque parezca mentira han sido 40 años de deuda sobre deuda, originada en una que incluso fue ilegítima (hasta la Justicia argentina declaró ilegal en muchos sentidos) y después sucesivos gobiernos, empezando por Alfonsín, la legalizaron y oficializaron.

Ilegalidad e ilegitimidad

No todos los gobiernos tomaron legalmente, el gobierno de facto no lo hizo constitucionalmente y con respeto de los procesos administrativos. Y segundo, ilegítimamente porque fue tomada para financiar gastos que el pueblo argentino no aprovechó. Están las dos cosas, ilegalidad e ilegitimidad; por más que la haya tomado un gobierno y mucho más si fue de facto. Este sistema de endeudamiento a Argentina nunca le fue propicio para el desarrollo, siempre vinculado al poder financiero internacional, que torció el brazo político, la pretensión de un uso soberano de los recursos. Si miramos para atrás, por lo menos de 1976 en adelante, la deuda externa siempre fue un ancla, un impedimento para el desarrollo y no al revés. Sin descartar ese antecedente, pensemos que ahora la cosa va a ser distinta, en ese caso los desafíos a futuro son muy importantes para no repetir el pasado.

Orden, factores y producto

Ya veníamos con un serio problema en la estructura productiva. Si apalancamos la demanda y nuevamente crece -pensemos que va a ser efectiva la política de ingresos-, pero la oferta (bienes y servicios) no está en condiciones, vamos a tener un proceso inflacionario y no vamos a lograr el principal objetivo que es generar trabajo, el vector del desarrollo, es decir que todas las personas en edad estén incorporadas a un empleo formal, digno y privado. Estas tres condiciones son centrales para mí. No quiere decir que el Estado no pueda contratar, pero no puede ser el motor del empleo formal, tiene que serlo el privado. Tampoco podemos tener gente trabajando por salarios menores a la canasta básica. La pregunta es cómo hacemos para cambiar la estructura productiva, el modelo económico, porque el que traíamos antes de la pandemia ya no lo lograba. Apalancar la demanda por ahí es lo más fácil y tal vez mundo acompaña. Pero reestructurar la oferta significa que Argentina tiene que ocupar un lugar distinto en la economía internacional, central y estratégico; debe dejar de ser proveedor de materias primas y servicios principalmente financieros para capitales extranjeros y transformarse en una economía productiva, para generar puestos de trabajo y producir como mínimo bienes y servicios que los 45 millones necesitan. Eso es un posicionamiento geopolítico.

Argentina en el mundo

Es una gran definición que necesitamos como país. No se trata de volver o no al mundo, esa falacia, sino de cómo insertarnos de manera diferente. Hasta ahora, ha sido dependiente del flujo de capitales, bienes importados industriales y tecnológicos que Argentina necesitaba para crecer, a cambio de materias primas y productos de menor elaboración, lo que hacían que la cuenta corriente fuera deficitaria. Lo primero que hay que tener claro es el rumbo estratégico. A raíz de esta definición, de este nuevo posicionamiento de la economía argentina en el concierto mundial, es que las otras variables se tienen que ir acomodando. En últimos 40 años hemos tenido balanza comercial externa positiva en dos circunstancias: cuando los precios de commodities estuvieron excepcionalmente altos o con la economía en recesión. Argentina está en una fenomenal recesión, con niveles de consumo de hace 10 años atrás. Y vamos a seguir así. Redefinir el posicionamiento exterior va a permitir después aplicar distintas medidas de política económica para producir y generar trabajo. El Estado tiene que participar en para definir rumbos estratégicos y qué le quiere dar al mercado, si es para el bien común o de pocos.

Producción y trabajo

Quienes tienen que generar riqueza en el país son los empresarios y trabajadores, el sector privado. Detrás de eso, viene la posibilidad de empezar a producir bienes y servicios que generen necesidad de trabajo. Sustitución de importaciones en distintas escalas, hay productos que ya podemos empezar a sustituir. Bienes suntuosos que podríamos suspender importación, a pesar que alguno le moleste. Y hay otra sustitución que puede llevar más tiempo pero que se podría  encarar en el corto plazo. Y otros bienes no característicos que podemos incorporar (conocimiento cultural, etc.), que en el mundo están siendo vanguardistas y Argentina puede desarrollar. Las formas de lograr generar trabajo formal privado y digno son variadas, comparto que tienen mucho que ver con el contexto, ser creativo y articular con provincias, con sectores distintos. Qué lugar ocupa el sector privado -trabajadores y empresarios- en esta nueva Argentina que se viene. Están agrupados en sectores, están en una posición y otros en otra posición, no es un problema de capital vs. trabajo sino posición nacional soberana vs. subordinada y siempre dependiente del capital financiero internacional.

¿Salario universal sí o no?

Si la estrategia está clara y vamos hacia esa economía, el salario universal está bien. Pero si no está claro que no vamos a una nuevamente librecambista, que va a depender del financiamiento internacional, me preocupa eso, porque tarde o temprano va a financiar a personas que no tienen trabajo y eso es injusto e indigno. Hace falta una redefinición de ese contexto y es lo que le da sentido no a la refinanciación. ¿Para qué? ¿Para volver a financiar fuga y déficit de cuenta corriente que lleva 40 años, a pesar de que lo hayan aplicado gobiernos que se dijeron peronistas y o liberales? Efectivamente no, si no cambiamos de modelo, como ya hicimos en otros momentos, entonces vamos a volver a tener problemas.

No es Trump, es ADN argentino

Hay historia y antecedentes. Estamos dando esta discusión hoy porque antes de nosotros hubo argentinos que ya la dieron y dieron su vida por esta discusión. No es que como Trump es nacionalista, ahora a Argentina le puede dar un shock de nacionalismo. Ya hemos hecho esto. Tenemos en nuestro ADN argentino la libertad, soberanía, independencia económica, incluso la justicia social. Por eso resistimos una pobreza estructural, no es como otros países que aceptan tener 20% de pobres y dicen con suerte ‘bueno que se arreglen con subsidios del Estado’. No aceptamos eso, no es digno. Por eso Argentina se proyecta como faro al mundo proponiendo un modelo distinto, ni estatista ni libremercado; que apunte a que todo el mundo esté trabajando, dignamente, que no es prebenda del Estado. Es que cada uno tenga el resultado del esfuerzo y no un subsidio. Todas las ayudas son coyunturales, siempre y cuando estemos en ruta.

Asumir posiciones

Lo más importante es que el poder político, no solo el Presidente, son ministros, gobiernos provinciales, poderes legislativos y judiciales, asimismo también sindicatos, universidades, todos los que tienen responsabilidad de dirigir estructuras que hacen al estado y/o al pueblo organizado, asuman una posición clara respecto al mundo, porque muchos hablamos de las políticas económicas, las medidas… y es como querer limpiar cubiertas de un barco que se hunde o llega a puerto. Primero hay que discutir a donde va y después cual es la mejor manera de ir. No deposito todas mis expectativas en lo que haga y diga el Presidente. Su margen de acción está condicionado. Sí creo que tiene que propiciar el encuentro y participación política real de sectores productivos, pero eso como hecho institucional, conocido, claro y abierto. Donde finalmente lo que se defina y diga el conjunto de los argentinos, a nivel provincial y descentralizado, sea vinculante, que no quede en una reunión de agenda cerrada que nos enteramos por los medios, sino que sea parte de un proceso participativo real, a través de organizaciones instituidas y que representan verazmente sectores nacionales.

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