JUEVES, 05 DE DIC

El arzobispado de Santa Fe pide que la reforma constitucional reconozca a la Iglesia, pero “sin privilegios”

El texto que lleva la firma de monseñor Fenoy señal que “la provincia no es, ni puede ser, de ninguna manera «católica»”, sino que debe reconocer pluralidad de credos y autonomía del Estado.

 

La arquidiócesis de Santa Fe difundió este miércoles una serie de reflexiones en torno al proyecto de reforma de la Constitución provincial, bajo el título «Reconocer a la Iglesia dentro de la pluralidad, sin privilegios«, en el que afirma que, en este tiempo, “hay que concluir que la provincia no es, ni puede ser, de ninguna manera «católica»”, sin contemplar al resto de los credos.

Tras hacer algunas consideraciones sobre derechos que han sido fruto de las luchas sociales de los últimos tiempos, considera que hay otros temas que “no se pueden dejar de mencionar, aunque sea de pasada, pero que requerirían un debate y un trabajo prolongados, sin innecesarias precipitaciones”.

“Nos referimos a la dignidad de la persona humana desde la concepción y hasta la muerte natural, al derecho a la objeción de conciencia en materia educativa y sanitaria, al valor del cooperativismo y al cuidado de la Casa Común, distinguiendo entre la dignidad de las personas y el valor de los demás seres vivos”, puntualiza el texto que lleva las firmas del arzobispo monseñor Sergio Fenoy; el obispo auxiliar monseñor Matías Vecino; el Equipo Arquidiocesano de Pastoral Social; y la Junta Arquidiocesana de Educación.

En una parte del texto, el arzobispado recuerda que el artículo 3 de la actual Constitución santafesina “podría generar encendidos debates”, atento a que “declara que «la religión de la Provincia es la Católica, Apostólica y Romana, a la que le prestará su protección más decidida, sin perjuicio de la libertad religiosa que gozan sus habitantes»”.

El documento considera que “es prácticamente una profesión de fe. Sin pretender entrar en las motivaciones que impulsaron a aquellos constituyentes, o en la coyuntura histórica que los habrá conducido, lo cierto es que hoy semejante párrafo es inadmisible desde todo punto de vista”.

En esa línea, recuerda que “desde mediados del siglo pasado la Iglesia viene afirmando la justa autonomía y la cooperación del orden temporal con respecto al religioso. Por lo tanto, hay que concluir que la Provincia no es, ni puede ser, de ninguna manera «católica»”.

Ello, atento a que “la confusión del orden civil con el religioso es no sólo anacrónica, sino también errónea, porque la condición propia de lo temporal, por definición, implica la no perdurabilidad, la siempre mutabilidad, la continua perfectibilidad; en ese sentido, la religión nos enseña que ningún gobierno representa «lo definitivo», y juega un papel saneador, profético diríamos nosotros, frente a toda instancia de poder”.

Pluralidad y autonomía

El mismo documento del arzobispado santafesino, señala que la ausencia de un credo como el único válido u oficial, no debe confundirse con el dogma laicista.

La posición radicalmente contraria está representada por el laicismo. Esta postura afirma que el Estado debería ser neutro en materia religiosa. A simple vista, suena lógico y acorde a los tiempos, pero esconde dos errores”, señala la Iglesia.

¿Cuáles son esos errores? “El primero, es la intrínseca contradicción habida cuenta de que la neutralidad es ya una postura religiosa conocida como agnosticismo. El segundo tiene que ver con la intolerancia frente a la pluralidad que se pretende salvaguardar”.

Así, explica que “no es «una forma de encauzar un legítimo pluralismo religioso, sino la voluntad legalmente disimulada de impedir la inspiración cristiana de la cultura nacional». Estaríamos suplantando en la Constitución una presencia indebida de la Iglesia, por una presencia indebida del Estado”.

El texto del arzobispado indica que “entre los extremos de la confesionalidad (sacralidad) y la neutralidad (laicidad) del Estado hay dos posibilidades intermedias (ambas corresponden a la idea jurídica de secularidad): la libertad religiosa que sostiene la paridad de todos los credos, y la libertad religiosa que reconoce la importancia histórica de la Iglesia Católica en la cultura y la identidad del pueblo santafesino”.

En esa línea, sostiene que “el catolicismo históricamente ha contribuido y sigue contribuyendo de forma notoria a la idiosincrasia cultural de la gente y a la construcción del tejido social”, por lo que no se lo puede desconocer. “Sería desleal no reconocerlo”, agrega.

Pero explica que “esto no significa, bajo ningún punto de vista, que no haya autonomía entre los dos órdenes (civil y religioso, Estado e Iglesia), o que se niegue la libertad religiosa y el pluralismo de otros credos”.

Finalmente, se pregunta: “¿Podríamos los católicos aceptar la idea de «paridad o igualdad de cultos»? También, y sin ningún problema. Tal vez, incluso, nos daría más libertad de expresión, más audacia en la tarea evangelizadora, menos dependencia del poder de turno”.

“Pero -continúa- eso no quita la injusticia que se cometería y la contradicción jurídica en la que se incurriría, habida cuenta de que la Constitución Nacional y el Código de Derecho Civil y Comercial prevén lo contrario. En consecuencia, la redacción de la próxima Constitución en su artículo 3, o aquel que lo reemplace, debería reflejar el respeto a la pluralidad de una sociedad que es precisamente plural en sus distintas expresiones religiosas. Debería, además de reconocer la justa autonomía de los dos órdenes, garantizar su cooperación”.

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