MARTES, 26 DE NOV

“El parlamentarismo no modifica ni altera al sistema, lo fortalece”

Carlos Solero es docente de sociología de la Universidad Nacional de Rosario y un estoico militante anarquista. En su visita a Conclusión, recorrió la historia de este movimiento que sigue pugnando por una sociedad sin opresores ni oprimidos.

“Reemplazar el culto a dios por el respeto y el amor a la humanidad. Nosotros proclamamos a la razón humana como único criterio de verdad. La conciencia humana como base de justicia; la libertad individual y colectiva como única fuente de orden en la sociedad”, Mijaíl Bakunin

Extenso derrotero el de los anarquistas, coherentes hasta el tuétano, no titubearon jamás a la hora de generar  revoluciones que perseguían lograr la tan ansiada emancipación. Sobre su espaldas pesa el enorme prejuicio de una sociedad que los margina por considerarlos peligrosos, pero poco les importa, los moviliza la maravillosa utopía de construir un mundo para todos.

Errico Malatesta no dudaba en considerar anarquista a todo aquel que no quiere estar oprimido y no quiere ser opresor; aquél que quiere el máximo bienestar, la máxima libertad, el máximo desarrollo posible para todos los seres humanos. Una definición precisa, si bien existen tantos anarquismos como anarquistas hay.

Siempre es saludable revisar la historia desde un marco teórico tan interesante como el que venimos mencionando, es por ello que el estudio de Conclusión recibió la visita de Carlos Solero, profesor universitario y militante anarquista.

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Sobre las luchas de principio de siglo pasado, indicó: “En Argentina hubo tres importantes movimientos de masas, el anarquismo, el radicalismo y el peronismo, estos últimos con médula nacionalista, con tendencia reformista el primero, y más conservador el último mencionado. Lamentablemente a partir de la consolidación del Estado, la clase obrera fue disciplinada gracias a la creación de sindicatos que respondían claramente a los intereses de este, y por ende,  a los de las patronales”.

La resistencia en tiempos donde la legitimidad la otorga el voto, “tenemos la convicción que la actividad parlamentaria no tiene como finalidad perseguir derechos que beneficien a los aletargados, es por ello que el único camino hacia la emancipación liberadora del hombre, solo  tiene íntima relación con la lucha y la solidaridad”, relató Solero.

La represión en Cushamen y el mensaje del Estado, “esto se vio reflejado en la desaparición forzada seguida de muerte  de nuestro compañero Santiago Maldonado en el sur del país. Allí un muchacho sensible y comprometido con la resistencia de los oprimidos, pagó con su vida el haber sido una persona solidaria. De esto se trata, de fortalecer lazos con aquellos que están atravesando un situación de angustia generada por un poder mayúsculo, al igual que lo hizo Rafael Nahuel  defendiendo la tierra de sus ancestros”, concluyó.

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