Enrique Bertini se reinventa desde el dolor y va por una banca en el Concejo
El empresario, hijo del fundador de la reconocida empresa rosarina dedicada a la fabricación de equipos para siembra directa, sufrió el asesinato de su hijo en una entradera hace 4 años y hoy decide meterse en política, motivado por “la falta de rumbo” de la dirigencia y las ganas de aportar. Imperdible mano a mano.
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- Feb 4, 2019
Por Facundo Díaz D’Alessandro
Hace cuatro años la tragedia instaló el nombre de Enrique Bertini (hijo) en las primeras planas de los diarios. Él y su hijo Mariano fueron víctimas de una entradera en su casa de Barrio Echesortu en la cual el joven, de tan sólo 22 años, recibió dos disparos que le costaron la vida. Hoy, Bertini vuelve a los diarios, para reinventarse desde el dolor y participar en política e intentar cambiar las cosas.
El empresario finalmente se decidió y competirá por una banca en el Concejo Municipal en las elecciones de este año, con lista propia dentro de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) del peronismo, tras un acuerdo con el sector del senador nacional y pre-candidato a gobernador Omar Perotti y charlas con distintos espacios y dirigentes como el diputado nacional Luis Contigiani.
El ingeniero, hijo de un inmigrante italiano con el mismo nombre (quien fundó la hoy próspera empresa líder en maquinaria de siembra directa en Santa Fe hace 42 años), sufrió hace cuatro años y medio en carne propia uno de los grandes flagelos sociales a los que se expone un rosarino: la noche del 15 de agosto de 2014 dos asaltantes lo sorprendieron en la puerta de su casa mientras guardaba el auto, lo balearon y mataron a su hijo quien había salido a abrirle las puertas del garage.
Desde entonces hasta hoy, Bertini atravesó el lógico duelo, se divorció, siguió trabajando y logró algo dificilísimo: transformar la energía reactiva en creativa, y por eso, explica, desde hace meses se abocó a encontrar las formas y la estructura adecuada para lanzarse a la política e intentar “ayudar”.
“Pipi”, como le dicen los que lo conocen, recibió a Conclusión a principios de año, cuando todavía no había definido dentro de qué espacio competiría, en su oficina para un extenso mano a mano en el que definió las bases de su plataforma, su visión del trabajo como centro de la vida social, y en función de eso, una interesante definición que rompe con la histórica división entre empresario y trabajador.
– ¿Qué es lo que lo motiva a meterse en política «a esta altura del partido»?
– La desprolijidad de una dirigencia (nacional, provincial, local) que no encuentra rumbo. Evidentemente estamos llamados a participar, en alguna etapa de la vida, y esta creo que es la mía. También por lo que pasó con mi hijo Mariano; eso me motivó a salir de mi oficina, a ver un poco la parte social. La idea es pelear por un lugar como concejal, que es el primer escalón de cualquier escalera política y ahí vamos a llevar propuestas que tengan que ver con educación y trabajo, que es con lo que viví y me crié, no estudie para político, no tengo vocabulario de político, tengo la inteligencia emocional desarrollada por haber trabajado acá. Voy a apuntalar esos dos temas. El trabajador hoy no está representado en el Concejo, no está visualizado por la política y es el que sostiene el sistema social, creo que puedo aportar en ese aspecto.
«Hacen falta dirigentes que entiendan que pasa más por la emoción, por la empatía con el individuo»
– ¿Por qué los representantes de hoy no cumplen ese mandato?
– A nivel nacional, por ejemplo, tenemos grandes intelectuales, que han podido estudiar afuera, y las medidas que toman son nefastas para muchas personas. Hablar varios idiomas, tener vocabulario rico, no se manifiesta precisamente después en la necesidad del pueblo, no se traduce en un respeto de la vida social, un entendimiento de los problemas de la calle. Para generar políticas de estado alguien tiene que haber desarrollado empatía con la gente, eso te da la calle, el laburo, tenes que haber vivido un poco, entender lo que rige el comportamiento de la gente. Hacen falta dirigentes que entiendan que pasa más por la emoción, por la empatía con el individuo. La devaluación de la política, en parte, es porque no se han tomado medidas que tengan que ver con mejorar la calidad de vida de la gente sino con permanecer en el poder.
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– La empresa tiene más de cuatro décadas, 110 empleados, ¿qué tiene de particular esta crisis, ustedes que ya han resistido otras paradas bravas?
– Está caracterizada por la falta de movimiento comercial, tasas de intereses muy altas, no hay ventas, estamos básicamente parados. El 90 por ciento de empresas argentinas son pymes, dan trabajo al 75 por ciento de la masa salarial, es representativa la problemática de las pymes en la situación del país. Las medidas que afectan a las pymes las afectan en forma general a todas, las empresas grandes a veces coinciden a veces no. Son diferentes, una multinacional por ejemplo, se maneja con otros parámetros, son de más largo plazo, como que corren en el mismo sentido pero por otra vereda. Pero en lo particular, las pymes también se separan por rubro: agrícola, alimenticio, a veces también algunas se ven más o menos afectadas. En la jerga, cuando querés tantear el mercado tuyo le preguntás a tu proveedor como andan otros rubros. Ahora dicen que está todo parado.
«En el Concejo se debaten, creo, muchos temas que son de Rosario para afuera, en los que no tenemos influencia»
– La otra gran preocupación en Rosario, además de la economía, es la inseguridad. ¿Qué mirada tiene de esa problemática?
– Tiene mucho que ver con lo que sucede en provincia y en Nación. Como se pelean uno por la permanencia y otro por entrar, se arma un debate que es “choto” para la población. Uno de los abordajes debe ser el de la droga. El debate sobre la inseguridad está posicionado sobre la demanda, no hay un abordaje importante sobre la adicción, no aparece la posibilidad de rehabilitarse, por el contrario, lo que pretenden es legalizar la marihuana, eso incorporaría otra sustancia al sistema. En vez de disminuir aumentaríamos. Ninguno toma en serio el tema de adicciones, y la mayoría de los casos de delitos son cometidos por adictos, lo dicen jueces de primera instancia, envían a la cárcel adictos donde no existe forma de control de adicciones, es un problema gravísimo. Se rasgan vestiduras opinando sobre la “emergencia” (de la que quieras) pero no se hace mucho en concreto. La familia es la primera que sufre, antes de que el chico entre a tribunales rompió familias, mató en el barrio, rompió una estructura barrial que estaba armada y cuesta horrores reconstruir. La municipalidad no hace nada con eso. Creo que se debaten mucho temas que son de Rosario para afuera, en los que no tenemos influencia.
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– Usted habla de representar al trabajador, hoy ninguneado, y viene de una empresa, familiar (aunque ha crecido), pero es un empresario al fin. ¿No es contradictorio?
– No. Esa es una lucha clasista que viene de la izquierda remota, no existe más eso. El mundo es capitalista y no se va a caer. La gente hoy en día entiende que lo que necesita es trabajar, ser feliz, nada más, no está esa opresión extrema que había antes. Además la primera revolución rusa no viene de una clase trabajadora sino burguesa. Toda esa historia que se nos enseñó, por lo menos a mi cuando era chico, no existe. Hoy la atravesabilidad de tareas está dada por el conocimiento, tiene que ver con la comunicación. Esto rompe con una estructura vertical, de poder centralizado, que manejaba chequera y poder de información, hoy van a prevalecer los líderes.
– Es algo que suena muy bien pero, ¿cómo se lleva a la práctica, en su empresa por ejemplo?
– Las empresas hoy se distinguen unas de otras no por el capital invertido, sino por la relación entre empleado y empleadores. La confianza, la lealtad del individuo y la inteligencia que pueda poner, está en dos lugares que no están pagos: cabeza y corazón. Darle al trabajo compromiso, entrega, creatividad, cosas que no aparecen en el recibo de sueldo. Si te tratan mal vos no vas a aportar nada. Hoy el empresario que entiende esta mecánica esto lo sabe. Desde mi punto de vista esa lucha va a tender a desaparecer.
– ¿Y los empleados como reciben esto, lo entienden así, en su caso?
– Algunos no lo entienden pero la mayoría sí. Para el trabajador de una empresa que tiene que sostener una familia, dejar de vivir en un lugar marginal, ampliar la casa porque la familia crece, esa educación es la misma vida. No se puede rebelar y ser un rebelde del sistema, queda en la calle. La necesidad de su responsabilidad para con su familia lo hace aprender a los golpes, entonces es muy difícil ser revolucionario en esa situación. En la intelectualidad de los colegios eso no lo enseñan. Se toman medidas desde un lugar gerencial, ejecutivo, donde esto no se contempla. Mientras de la cuenta fiscal no les importa la gente, no tienen esa sabiduría, no la entienden, no la vivieron. Eso hace que se traslade el sufrimiento a la población, hay deterioro y afectación en vidas humanas, malestar e infelicidad.
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«A mi familia no le gusta que me meta en política, está mal vista. Pero es algo que me nace, que no quiero dejar de intentar. Siento que puedo aportar. Soy un tipo de laburo y no voy a entregarlo a un sector para que lo pulverice»
– ¿Se referencia con algún sector político en particular?
– Sostenemos principios, pero en algún colectivo me tengo que subir para poder presentar una plataforma política, para anotar una lista en el colegio electoral. Entendiendo esto, cada espacio tiene principios a los cuales hay que adherir, viendo si concuerda con lo que tengo en mente hacer o con mi forma de ser. Esto es raro, es una forma diferente al manejo empresarial, acá programamos algo y se sostiene. La política cambia todos los días. Por eso debemos marcar nuestra propia identidad, no entregar lo que somos. Soy un tipo de laburo y no voy a entregarlo a un sector para que lo pulverice.
– Teniendo en cuenta la profundidad personal de alguna de sus motivaciones, ¿qué le dice su familia respecto a meterse en política?
– La verdad que a nadie le gusta que haga política, está mal vista. Por eso, a pesar de todo, he pedido que por lo menos no me critiquen, es algo que me nace, que quiero hacer, no quiero dejar de intentarlo en la vida. No me sumo a la política para ser cambiado por ella, sino para aportar lo que pueda. No tengo expectativa de ser una persona que vaya a cambiar todo lo que se vive pero si quiero hacer cosas bien, con convicciones, alegremente, que me traiga las ganas de seguir, de estar, quiero que se contagie la idea de que se puede intentar un cambio y tampoco es tan traumático como se piensa. Cuando vos estás consolidado internamente en lo que querés hacer, ya sabes que externamente te van a bombardear; es un problema de los otros, yo trato de poner mi rumbo en lo que me gustaría hacer y ahí fijar las acciones, lo demás Dios dirá.