«La decisión de Gualeguaychú, la peor de la historia del radicalismo»
El diputado Jorge Henn charló con Conclusión y se refirió al momento por el que atraviesa el radicalismo santafesino. Afirmó también que el eje de la política argentina no tiene que ser peronismo – antiperonismo.
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- Jun 15, 2016
Por Marcelo Chibotta
Jorge Henn es radical y diputado provincial. Como la inmensa mayoría de sus correligionarios de la provincia de Santa Fe, está sumergido en un debate que promete traer cola desde que el centenario partido tomó la decisión de acompañar a la coalición Cambiemos que hoy gobierna la Argentina. Mucho se discute entre quienes aprobaron el acuerdo y entre quienes vienen sosteniendo una alianza con el socialismo puesto que según indicó “el radicalismo se siente mucho más a gusto con el progresismo”.
Así como el histórico dirigente Luis Changui Cáceres manifestó que desaprueba la alianza que su partido integra junto a la coalición que sostiene el gobierno macrista, Henn también le expuso su pensamiento a Conclusión, que se orienta en el mismo sentido, mientras que el titular de la UCR provincial, Julián Galdeano, le afirmó a este medio que su partido “tiene que protagonizar la defensa del gobierno nacional”.
Así las cosas, ya en el inicio de la entrevista Henn aseveró: “Me parece que es la tensión propia de los partidos políticos que hoy están en una crisis de representación muy importante. Hay que ver que el peronismo tiene peronismo de izquierda, de derecha, y algo de eso pasa en un partido con una fuerte raigambre popular como es el radicalismo”.
“La provincia de Santa Fe tiene la particularidad de que ya hay una experiencia frentista progresista de más de 20 años la cual permitió que gobernemos la segunda provincia argentina y las ciudades importantes como son Rosario y Santa Fe”, reflexionó enseguida.
Ya metida la mirada en su partido, el ex vicegobernador de Antonio Bonfatti aclaró su postura cuando indicó: “Yo soy de los políticos radicales que considera que la decisión de Gualeguaychú fue la peor decisión de la historia del radicalismo, la peor de la peor… y que en realidad el radicalismo se siente mucho más a gusto con el progresismo”.
“Hay que ver lo que pasó con (las elecciones en) Rio Cuarto, una ciudad radical, con varios años de gestión radical, cuando toma las decisión de ir con Cambiemos y además con un presidente que nacionalizó la elección y dijo que quería que apoyen al candidato de Cambiemos y no le fue bien. Creo que la coherencia es la que posibilita que algunas transformaciones se lleven adelante ya que los atajos no son buenos”, repasó.
— Hay quienes dentro de las agrupaciones políticas tienden a defender cuestiones más vinculadas a los intereses y quienes lo hacen sobre los aspectos ideológicos. ¿Qué sucede con ello en el radicalismo?
— Esto de llegar al poder desde el lugar del inmediatismo es lo que generan estas decisiones que van en contra del partido. Los pragmáticos suelen caer en el lugar común al decir: “Mirá ya en una época de la vida no hay que creer tanto en los ideales o en los principios, hay que ser más pragmáticos…”, y la verdad es que yo me ponía a reflexionar sobre esta mirada que está dando vuelta en algunos actores políticos, esto de no creer que se puede cambiar nada, pero creo profundamente en la transformación que lleva adelante la política y no las de los mercados. El día que yo no crea que como dice la canción de Fito Paez, “todavía tengo en mente cambiar algo”, en el poder transformador de la política y en las convicciones, me iría a mi casa a trabajar como abogado.
— ¿Podríamos decir entonces que el radicalismo está transitando por una situación similar a la que transitó el peronismo en la década del ’90?
— Si. Yo veo en esta construcción a una neoderecha de lo posible. Avanza a medida que no percibe una construcción política que esté fuertemente instalada en la sociedad. Nosotros tenemos en la sociedad a un núcleo duro de un 30 % que se siente cerca de las políticas del kirchnerismo, hay un 30 % que se siente genuinamente cerca de la construcción del PRO, que cree en el orden, que tiene un discurso que naturalmente lo lleva en su propio ADN de participar de ese lugar. Pero tenemos un cuarenta por ciento de la ciudadanía que eligió diferenciarse de la construcción política que gobernó la Argentina en los últimos años, porque cree en las instituciones y no le gusta la onda Maduro y toda esta historia, que lo votó a Macri porque quería un cambio en la sociedad. Pero acá hay un dato importante, esa cantidad cree en el Estado como ordenador de la vida social y no en el mercado. Tenemos un 40 % de la ciudadanía a la cual hay que generarle una alternativa no basada en abstracciones y generalidades vacías de contenido, hay que decirles que hay que empezar a pensar en un radicalismo que sea consecuente con sus propias ideas, pero que mire hacia adelante con una visión de futuro, creo que hay que empezar a pensar el post macrismo. Y esto se hace fundamentalmente desde la convicción que existe un electorado que no cree en el kirchnerismo porque cree en las instituciones pero que cree en la centralidad del Estado.
— ¿Qué opinión tiene de los grados de representación que tienen los partidos políticos, puesto que muchos y grandes sectores de la sociedad los cuestionan?
— Este debate se dio en 2001 o 2002, cuando la gente vio o se dio cuenta que las decisiones que se tomaban no eran abstractas, sino que impactaban en su vida cotidiana y por eso hubo una gran cantidad de ciudadanos que se involucraron pero desde dos lugares distintos. Unos desde la antipolítica, que son los que creen que la política se tiene que reducir a su mínima expresión y que el mercado tiene que ser el ordenador de la vida cotidiana de la gente, y otros dicen que lo debe hacer el Estado, aunque muchas veces no esté a la altura de las circunstancias. Creo que cualquier tipo de reforma política tiene que poner el foco de atención en los partidos políticos. Tenemos que estar en condiciones de dar el debate de cara a la gente y defender el rol de los partidos políticos. Y en esto quiero hablar claro, me refiero al financiamiento de los partidos políticos con un grado de análisis que permita que esos fondos vayan a preparar recursos humanos que estén capacitados para resolver necesidades públicas. Y nosotros sabemos que muchas veces esto no ocurre. Donde no hay un partido político intermediando entre las necesidades de la gente y la toma de decisiones, existen los gobiernos de las corporaciones, de los grandes Ceos que administran poder y que no tienen los hilos sensibles que están relacionados con la sociedad.
En este sentido, ese debate existe al menos en el radicalismo y en el justicialismo que son los dos partidos mayoritarios de Argentina. Entonces ¿es descabellado pensar que por ello ambas estructuras pueden generar algún tipo de acuerdo ya que hay a su interior muchos que piensan de manera similar?
Me parece que lo importante acá es que el eje no puede ser peronismo – antiperonismo, el eje tiene que ser capitalismo – progresismo. Si nosotros planteamos los ejes en los lugares que corresponde, la situación se ordena de diferentes lugares y desde ahí creemos en las coaliciones. Creemos que esto de peronismo – antiperonismo, ha llevado a algunos correligionarios a estar en un lugar que claramente no quieren estar.
Foto: Florencia Vizzi