Volver al territorio ancestral para desalambrar la memoria
La Comunidad Lof Mapuche Tehuelche Newentuaiñ Iñchin, Costa del Lepá (Chubut), viene desarrollando una demanda de derecho territorial histórica. Debido a la falta de respuestas políticas y legales, tomaron la decisión de regresar a su antiguo territorio ocupando el mismo.
- Info general
- Jul 23, 2019
Por Alejandro Maidana
La comunidad acumula 70 años de reclamos por un territorio usurpado y comercializado a precio irrisorio. Ante la negativa del Estado de sentarse a negociar la entrega de las tierras, decidieron hacer una ocupación el pasado sábado 13 de julio.
Además de la presencia de efectivos policiales, procedentes de Gualjaina y Esquel, se pudo presenciar el accionar de 7 camionetas privadas con civiles armados dentro, cortando la ruta y todos los caminos posibles de entrada y salida al territorio. “No queremos más muertes, represión y presos políticos por ejercer el derecho a regresar a los territorios ancestrales usurpados por corporaciones y terratenientes”, sostuvieron desde la comunidad Newentuaiñ Iñchin.
Sobre el accionar de las fuerzas de seguridad, indicaron: “El jefe del operativo pidió a gritos que se abra la tranquera y nos negamos hasta que exhibió la orden de allanamiento. Se los dejó ingresar y procedieron a revisar una de las casas, fuertemente armados y filmando. Luego se dirigieron a la otra casa en donde nos habíamos refugiado la mayoría y nos exigieron que nos identificáramos, o seríamos llevados por la fuerza a la comisaría. En un principio nos negamos, pero luego de hablar con nuestra abogada la Dra. Sonia Ivanoff, lo hicimos”.
Después del operativo, la policía se retiraría del lugar, dejando la zona liberada a manos de terratenientes, visualizados por los miembros de la comunidad se pudieron identificar a Pintos, Caliqueo, Taylor, Boletti y Capandegui (con causa penal por dispararle con arma de fuego a un menor de la comunidad hace un año). Estos, junto a otras camionetas 4×4 que pertenecerían a “patoteros” de Comodoro Rivadavia (así los definirían), cortarían el camino comunitario, único medio para llegar a la recuperación.
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“Tememos que se intente un violento desalojo parapolicial por lo que convocamos a todas las personas consientes y comunidades, a venir al territorio a acompañar y sumar su apoyo. Especialmente, llamamos a todas las familias vecinas de Costa de Lepa y Gualjaina, quienes vienen sufriendo desde hace décadas usurpaciones, arrinconamientos y abusos por parte de los matones de siempre, ante la inacción cómplice del Estado. Creemos que esta recuperación es la forma para que todos juntos empecemos a dar vuelta esta larga cadena de injusticias”, enfatizaron desde La Comunidad Newentuaiñ Iñchin.
“Es necesario cuanto antes tratar el drama de las tierras de Cushamen”, titularía uno de los artículos del imprescindible periódico La ChisPa, obra de del entrañable Osvaldo Bayer junto a Juan Carlos Chayep. Si bien fueron solo 8 números los que circularon entre el 20 de diciembre de 1958 y el 4 de abril de 1959, en estos, la invaluable información sigue interpelando a la actualidad de manera asombrosa.
Tanto en Cushamen, como en tantos otros arrabales sureños, la reivindicación de la ancestralidad de estos territorios se sigue multiplicando. A principios del siglo XX, el Estado entregaría al jefe aborigen Rafael Nahuelquir, un predio de 625 hectáreas en el lote 140 de la Colonia Cushamen de acuerdo a la ley 1501 del 20-10-1899. La misma se refería a la adjudicación de lotes a la tribu Ñancuchi Nahuelquir en reserva especial de 200 lotes de 625 hectáreas cada una.
Cabe destacar que después de esto, aparecerían en escena una serie de personajes nefastos que gracias a la complicidad estatal, y maniobras judiciales, comenzarían con el despojo. Es preciso acercar estos datos para poder dimensionar el legítimo reclamo de cada una de las familias que se siguen levantando en el sur del país exigiendo lo que les pertenece.
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Para conocer sobre los pormenores de la ocupación en Costa de Lepá, Conclusión dialogó con Juana Antieco. “Mi comunidad se encuentra a 45 km de Esquel, antiguamente la habitaban los Antieco y fue fundada por mis abuelos Manuel y Zenón. Allá por 1940 se origina este conflicto, que llegó con la posesión de las tierras ancestrales de nuestros antiguos”.
La figura de un ciudadano turco como figura principal de una estafa de enormes dimensiones, “éste con engaños les hace firmar con el dedo pulgar a los pobladores de Costa de Lepá, con la promesa de realizarles un camino comunitario. Claro que ese camino nunca llegó, pero si llegó el alambre, para quitarles los campos, una extensa zona de pastoreo”, disparó la vocera de la comunidad.
A partir de allí, muchos hermanos serían condenados a la pobreza extrema, ya que el despojo los alejaría de los ríos y los lugares fértiles. “Mis abuelos murieron reclamando, luego siguió mi padre, Julio Antieco, y en la actualidad somos nosotros los que continuamos con los pasos administrativos. Imaginarán que este es un reclamo que lleva más de 70 años, viene atravesando un sinfín de excusas que provienen del Estado y la justicia, ya que ellos sostienen que los conflictos de tierras son una materia compleja”.
“Lo que no existe es un compromiso político para dar respuestas a una demanda ancestral que tenemos los pueblos originarios. Es por ello que el 13 de julio se llevó adelante la ocupación de una parte del territorio que nos usurparon. Los compradores actuales, sabían que estaban adquiriendo terrenos ancestrales, ya que existía una demanda de restitución, no eran ajenos a este tema”, enfatizó Juana Antieco.
Gracias a la solidaridad de distintas organizaciones, se pudo lograr una mesa de diálogo que se estará llevando a cabo en 72 hs. “Nuestras hermanas y hermanos están fortalecidos por esto, es preciso insistir que el recupero de nuestros antiguos territorios no es terrorismo, no es un delito, es un Derecho”, concluyó.