JUEVES, 21 DE NOV

La crisis financiera golpea a las empresas grandes: los casos Molino Cañuelas y Al Río

El gigante alimenticio y la desarrolladora de Carlos de Narváez se encaminan a una reestructuración de sus deudas.

El primer retén que sufrió el impacto del descontrol de las variables financieras y monetarias que dejó la corrida fueron las Pymes, golpeadas por el encarecimiento del crédito y la pérdida de poder adquisitivo que produjo la devaluación. Ahí anda el flamante ministro de la Producción, Dante Sica, recorriendo ese segmento por el Conurbano, a ver que se puede hacer.

Pero esta línea vulnerable ya fue rebasada. Ahora son las grandes empresas las que sufren fuertes los coletazos de la crisis financiera. La semana que pasó se agudizó la crisis de dos casos emblemáticos: Molinos Cañuelas y el megacomplejo Al Río, ubicado en avenida Libertador y General Paz.

El caso de Molinos Cañuelas es interesante porque revela como la pérdida de control del entorno financiero hizo volar por el aire el relato de capitalismo globalizado que el macrismo propuso a las empresas grandes. Esto es tomar deuda en dólares, expandirse, ganar competitividad y hacer una venta de acciones (IPO) en Wall Street o algún otro mercado de ese nivel, para completar la transformación.

Con una devaluación que en los últimos doce meses ya supera el 60 por ciento, la deuda se volvió insostenible para Molinos Cañuelas que sólo en el mercado local acumula pasivos por u$s 760 millones, pero que fuentes al tanto de su situación estimaron por encima de los u$s 1.000 millones, si se computan los créditos tomados en el exterior.

Este jueves Molinos Cañuelas finalmente tiró la toalla y reconoció que no puede afrontar su deuda, que luego de la devaluación trepó a un monto que ronda siete veces el Ebidta de la compañía, o sea lo que debe ya equivale al valor de la empresa.

La salida que había imaginado Aldo Navilli para su empresa, que en las buenas épocas le permitió comprarse dos mansiones en Barrio Parque, era salir a la bolsa en Wall Street (IPO) y recaudar unos USD 400 millones refinanciar la deuda. Para eso contrató el asesoramiento de JP Morgan que en la plaza local opera Facundo Minujin, hijo de la célebre artista de la generación del Di Tella.

La fecha estimada de salida era entre diciembre y marzo pasado, pero ya entonces el mercado daba las primeras señales de desconfianza hacia a la Argentina y Minujin recomendó esperar un mejor momento. Luego, lo que vino atrás fue no sólo peor, sino que volvió imposible la operación. Con un agravante particular: Cuando el banco asesor miró de cerca los números de Molinos Cañuelas no le gustó lo que encontró y se topó además con un managment poco profesional para los estándares de Wall Street.

«Estamos trabajando con los bancos en distintas alternativas financieras para poder elaborar un plan integral que le permita a la empresa converger a una estructura de capital viable», fue la frase elegida por la compañía de Navilli para reconocer este jueves que iba a desconocer la deuda y se encaminaba a una reestructuración.

Para esa operación-, Molino Cañuelas contrató los servicios financieros del banco francés Lazard. Entre los principales acreedores del tramo local de la deuda se encuentran el Banco Nación, el HSBC y el Banco Galicia. La empresa no informa sobre los compromisos externos.

Molino Cañuelas a fuerza de apalancamiento logró consolidarse como un player central del país en todos los negocios vinculados a la harina. Integrada verticalmente va desde la exportación hasta la venta de alimentos en góndola con marcas como 9 de Oro. En la firma declaran tener 21 plantas industriales operativas en la Argentina, Uruguay y Brasil.

El caso Al Río

El mega complejo de viviendas, negocios y oficinas que Carlos de Narváez construyó en el cruce de avenida Libertador y General Paz, del lado de Vicente López, es otro ejemplo de una empresa que venía tratando de salir del efecto de malas decisiones de managment y la crisis financiera la sacó de pista.

El empresario Carlos de Narváez

Para posicionar su complejo en el segmento más alto del mercado de real estate, De Narváez prácticamente regaló miles de metros cuadrados a figuras y empresas top, como el diario La Nación, para que se ubicaran en su emprendimiento. Financió ese proceso tomando deuda fuerte.

Su primer apuesta para equilibrar el emprendimiento fue crear un shopping y para esto entró en negociaciones con la marca Bal Harbour de Miami, pero no logró llegar a buen puerto. Además, la cercanía del DOT de Eduardo Elztain en el mismo corredor de General Paz, le puso demasiada presión a la baja a los precios de los futuros locales.

Agobiado y camino al default, De Narváez contrató al ex funcionario Eduardo Cenzón para que le encuentre una salida. El proceso empezó a encausarse pero el castigo de los mercados a la Argentina lo complicó. Es que la valuación de los activos de real estate premiun han caído en promedio un 25%.

Se trata de un dato que también golpeó fuerte a Darío Lizzano, el ejecutivo del fondo PointState que hizo una serie de apuestas equivocadas como la compra de la desarrolladora premium TGLT y el Sheraton de Retiro, que hoy valen bastante menos de lo que pagó. Esto enojó a sus jefes que ya le avisaron que no cobrará el bono de USD 30 millones que esperaba.

Como sea, De Narváez ahora avanza en negociaciones con dos fondos del exterior y el local Pegasus para rescatar el emprendimiento de una quiebra posible. Es el paso previo a un default de la deuda, que tiene al Hsbc como principal acreedor. Como buena parte esta tomada en pesos, la devaluación le dio un poco de aire, pero la caída del valor de los activos lo perjudica. Es una buena foto de la situación actual, que desordenó todos los indicadores, en un blend que por ahora tiene más de malo que de bueno.

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