VIERNES, 22 DE NOV

En Kazajistán, el Papa pidió a las religiones luchar contra «el odio, la violencia y el terrorismo»

El sumo pontífice consideró que “el mayor factor de riesgo” de estos tiempos “sigue siendo la pobreza” al señalar que “es precisamente la indigencia la que permite que se propaguen las epidemias y otros grandes males”.

Por Hernán Reyes Alcaide – enviado especial

El papa Francisco convocó este miércoles a líderes religiosos de todo el mundo a luchar contra los virus «del odio, la violencia y el terrorismo», al tiempo que consideró que «el mayor factor de riesgo de nuestro tiempo sigue siendo la pobreza» y llamó a todos los credos a hacer frente a los desafíos de la pandemia, la paz, la acogida fraterna entre humanos y el cuidado del medio ambiente.

«Lo que les propongo no es sólo un camino para ser más sensibles y solidarios, sino un itinerario de sanación para nuestra sociedad», les dijo el pontífice a los representantes de más de 100 delegaciones presentes hoy en el Palacio de la Independencia de Nur-Sultán, la capital de Kazijistán, para participar del VII Congreso de Líderes de las religiones mundiales y tradicionales.

Más adelante, Francisco planteó: «Es precisamente la indigencia la que permite que se propaguen las epidemias y otros grandes males que prosperan en el ámbito de las necesidades y las desigualdades. El mayor factor de riesgo de nuestro tiempo sigue siendo la pobreza».

«Mientras sigan haciendo estragos la desigualdad y las injusticias, no cesarán virus peores que la Covid: los del odio, la violencia y el terrorismo», sentenció el Papa.

Tras su discurso, el Papa mantuvo reuniones privadas con algunos de los participantes, como el gran Imán de Al-Azar, Ahmed Al Tayeb, considerado la máxima autoridad del Islam sunita del mundo, el Gran Rabino David Lau de Israel, y el Metropolita Antonio de Moscú, considerado el «canciller» de la Iglesia ortodoxa rusa cercana al presidente ruso, Vladimir Putin.

Al hablar en el congreso, Francisco sostuvo que «ha llegado la hora de despertarse de ese fundamentalismo que contamina y corroe todo credo, la hora de hacer que el corazón se vuelva transparente y compasivo».

«Pero también es la hora de dejar sólo a los libros de historia los discursos que, por demasiado tiempo, aquí y en otros sitios, han inculcado sospechas y desprecio respecto a la religión, como si fuera un factor de desestabilización de la sociedad moderna», pidió desde la mesa que compartió con 81 líderes de todo el mundo.

«Las religiones no son un problema, sino parte de la solución para una convivencia más armoniosa», agregó luego en el primer discurso de su segundo día de actividades en suelo kazajo, a donde llegó el martes acompañado por Télam y otros medios a bordo del avión papal.

«Necesitamos la religión para responder a la sed de paz del mundo y a la sed de infinito que habita en el corazón de todo hombre. Por eso, una condición esencial para un desarrollo verdaderamente humano e integral es la libertad religiosa», demandó Francisco ante los participantes, que incluyeron también a figuras del hinduismo, cristianismo, budismo y organizaciones internacionales.

En ese marco, Jorge Bergoglio indicó cuatro «desafíos globales» para los que convocó a trabajar al mundo religioso.

«La pandemia, entre vulnerabilidad y cuidados, representa el primero de cuatro desafíos globales que quisiera indicar y que llaman a todos, aunque de manera especial a las religiones, a una mayor unidad de propósitos», enfatizó.

«¿Por dónde comenzar? Por escuchar a los más débiles, por dar voz a los más frágiles, por hacerse eco de una solidaridad global que, en primer lugar, se refiera a ellos, a los pobres, a los necesitados que más han sufrido la pandemia, la cual ha hecho emerger prepotentemente la iniquidad de las desigualdades en el planeta», convocó el Papa a los otros líderes.

«¡Cuántos, todavía hoy, no tienen fácil acceso a las vacunas! Estamos de su parte, no de la parte del que tiene más y da menos», lamentó en esa dirección.

Luego, el Papa se refirió al «desafío de la paz».

«En las últimas décadas, el diálogo entre los responsables de las religiones se ha centrado sobre todo en esta temática. Sin embargo, vemos que nuestros días están aún marcados por el flagelo de la guerra, por un clima de discusiones exasperadas, por la incapacidad de dar un paso atrás y tender la mano al otro», lamentó sobre ese punto.

«No justifiquemos nunca la violencia. No permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano», agregó luego.

Sin hacer referencias explícitas a la guerra en Ucrania, la frase el Papa fue leída por algunos expertos como una crítica velada a la postura de la Iglesia ortodoxa rusa, que había justificado algunas de las posturas de Moscú con fundamentos religiosos.

«¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!», reclamó.

Así, Francisco pidió «que los conflictos se resuelvan no con las ineficaces razones de la fuerza, con las armas y las amenazas, sino con los únicos medios bendecidos por el cielo y dignos del hombre: el encuentro, el diálogo, las tratativas pacientes, que se llevan adelante pensando especialmente en las jóvenes generaciones».

«Después de los desafíos de la pandemia y de la paz, recabamos un tercer desafío, el de la acogida fraterna», continuó el Papa, antes de lamentar que «cada día bebés por nacer y niños, migrantes y ancianos son descartados».

Por último, Francisco convocó a las religiones a trabajar en un cuarto desafío, el de la protección del medio ambiente y la denominada «casa común».

Por la tarde, el Papa encabezó una misa para la comunidad católica local, a la que asistieron cerca de 6.000 fieles, durante la que renovó su pedido para que se ponga fin a la guerra en Ucrania y, desde Kazajistán, deseó que el gasto en armas se transforme «en ayudas concretas a la población».

«Pienso en tantos lugares martirizados por la guerra, sobre todo en la querida Ucrania. No nos acostumbremos a la guerra, no nos resignemos a lo inevitable», reclamó el Pontífice.

Para el Papa, así, «la única salida es la paz y el único camino para llegar a ella es el diálogo».

Durante la celebración, Francisco también lamentó la «persecución atea» que sufrió el catolicismo en Asia Central y convocó a la comunidad local a «custodiar el recuerdo de todo lo que se ha sufrido».

Mañana, en el último día de su visita, el Papa mantendrá encuentros con jesuitas y con miembros del clero local, y luego participará de la sesión de cierre del Congreso. Francisco regresará este jueves a Roma, en donde tiene previsto aterrizar a las 20.30 (15.30 de la Argentina).

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