SáBADO, 23 DE NOV

Francisco proclamó santo a Artémides Zatti, el «enfermero de los humildes» de la Patagonia

Zatti, nacido en Boretto (Regio Emilia, Italia) el 12 de octubre de 1880, vivió en la Argentina desde 1897 hasta su muerte en 1951, en donde desarrolló una carrera como enfermero que lo acercó a los más pobres a partir de su incorporación al movimiento de los Salesianos de Don Bosco.

 

El papa Francisco proclamó este domingo santo al enfermero ítalo-argentino Artémides Zatti, conocido como el «pariente de todos los pobres», por su labor en la Patagonia al servicio de las personas necesitadas durante la primera mitad del siglo XX, en una ceremonia en la que convocó a no separar el mundo «en buenos y malos» y a superar «muros de división».

«Declaramos y definimos santos a los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti y los inscribimos en el registro de los Santos, estableciendo que en toda la Iglesia sean devotamente honorados entre los Santos», sostuvo Francisco a las 10.30 de Roma (5.30 de Argentina), al anunciar durante una misa en la Plaza San Pedro la proclamación oficial del enfermero y del sacerdote italiano también canonizado.

«Los dos santos canonizados hoy nos recuerdan la importancia de caminar juntos y de saber dar las gracias», planteó el Papa.

Para Francisco, «el hermano salesiano Artémides Zatti fue un ejemplo vivo de gratitud», según afirmó durante la homilía en la misa en la que inscribió al «pariente de todos los pobres» como un nuevo santo.

«Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura. Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes», recordó Jorge Bergoglio al canonizar a Zatti.

«Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás», enfatizó Francisco.

En ese marco, la biografía oficial de Zatti divulgada por el Vaticano lo recuerda como alguien que «para atender a los enfermos en su domicilio recorría la ciudad en bicicleta e, incluso, cruzaba Río Negro para llegar a Patagones».

«Recemos para que estos santos hermanos nuestros nos ayuden a caminar juntos, sin muros de división; y a cultivar esa nobleza de espíritu tan agradable a Dios que es la gratitud», llamó luego el pontífice.

Durante su homilía, el Papa convocó a los fieles a comprobar «si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos y que frecuentamos cada día, somos capaces de caminar junto a los demás, de escuchar, de vencer la tentación de atrincherarnos en nuestra autorreferencialidad y de pensar sólo en nuestras propias necesidades».

«Preguntémonos hasta qué punto somos realmente comunidades abiertas y que incluyen a todos; si somos capaces de trabajar juntos, sacerdotes y laicos, al servicio del Evangelio; si tenemos una actitud de acogida, no sólo con palabras, sino con gestos concretos, hacia los que están alejados y hacia todos los que se acercan a nosotros, sintiéndose inadecuados a causa de sus complicadas trayectorias de vida», dijo luego.

«¿Los hacemos sentir parte de la comunidad o los excluimos?», se preguntó el pontífice durante la ceremonia en la que estuvieron presentes la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.

«Me da miedo cuando veo comunidades cristianas que dividen el mundo en buenos y malos, en santos y pecadores; de esa manera, terminamos sintiéndonos mejores que los demás y dejamos fuera a muchos que Dios quiere abrazar», reflexionó Francisco.

En ese marco, aseveró que «hay que incluir siempre, tanto en la Iglesia como en la sociedad, todavía marcada por tantas desigualdades y marginaciones».

Con la ceremonia de hoy, Zatti se convirtió en el tercer santo «argentino» tras Héctor Valdivieso, quien desempeñó su sacerdocio en la ciudad de Buenos Aires y fue canonizado en 1999 tras ser asesinado en la Revolución de Asturias española de 1934, y luego de José Gabriel Brochero, el «cura gaucho» canonizado por Francisco en 2016.

Antes de la canonización, el Papa recibió ayer a un grupo de salesianos que llegaron a Roma para la ceremonia y, al recordar a Zatti, destacó que el nuevo santo conoció a ese grupo «en Bahía Blanca, donde había llegado en 1897 junto con su familia».

«Lamentablemente, muchos inmigrantes perdían el valor de la fe, absorbidos por el trabajo y los problemas que encontraban. Pero los Zatti, gracias a Dios, fueron una excepción», enfatizó.

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