La influencia clave de Estados Unidos en la elección de Juan XXIII como Papa
Cómo los grandes poderes internacionales amenazaron a la Iglesia para evitar un Papa contrario a sus intereses.
- Religión y espiritualidad
- Ago 17, 2024
Luego de la muerte de Pio XII, uno de los Papas más apegados a la tradición milenaria de la Iglesia, se cernían nubes oscuras sobre el cónclave de 1958 que elegiría a su sucesor. Era una época extremadamente convulsa.
En la Iglesia, los modernistas habían crecido en los seminarios y en las universidades católicas, apoyados por los liberales. En geopolítica estábamos en plena guerra fría entre la URSS y Occidente. Y con una creciente expansión del lobby judío masónico, que buscaba crear las condiciones para un gobierno único mundial.
En ese cónclave fue elegido el cardenal Giuseppe Siri como Gregorio XVII, incluso salió la fumata blanca. Diversos testigos imparciales lo afirman. Pero hubo una rebelión interna, fue obligado a renunciar y finalmente fue elegido Juan XXIII, que abrió la Iglesia a la modernidad.
Recientemente, el Departamento de Estado de EE.UU. desclasificó un documento que muestra que tenía un topo dentro de la Iglesia, quien le indicó cómo proceder para que Siri, el preferido por Pío XII, no fuera electo Papa.
Como hoy sabemos, la Iglesia ha estado infiltrada por diferentes enemigos, como los masones y los comunistas. Y el 30 de julio de 2024, el periodista estadounidense, Stephen Kokx, publicó en X un telegrama del Departamento de Estado de EE.UU. recién desclasificado.
Mostró que los Servicios tenían un informante, un topo en el Vaticano, que les proporcionaba información sobre cómo interferir en el cónclave de 1958 para que se eligiera a un moderado.
Al final, Angelo Roncalli salió victorioso y asumió el nombre de Juan XXIII.
El pontificado de Pío XII había sido una piedra angular de la tradición católica. Y había poderosas fuerzas masónicas, que junto a los círculos angloamericanos, esperaban un cambio en la pastoral del Vaticano para colocar en el trono papal a un hombre que introdujera en la Iglesia la modernidad.
Ya había comenzado una operación para deteriorar la imagen de Pío XII e impedir que le sucediera un conservador. Al punto que la leyenda negra creada ha obstaculizado hasta ahora que Pío XII fuera nombrado santo.
Los círculos que habían hecho fortunas con Hitler comenzaron a acusar al Vaticano de no haber hecho lo suficiente para detener a Hitler. A pesar que Pío XII había sido la primera gran voz en advertir sobre el peligro que representaba la Alemania nazi y que los mismos acusadores permitieron el ascenso de este personaje a la cancillería alemana. También hicieron una campaña falsa de que Pío XII no había hecho lo suficiente para ayudar a los judíos.
El congreso sionista mundial sabía que, sin las persecuciones de la segunda Guerra Mundial, nunca habría sido posible el nacimiento del Estado de Israel.
El documento desclasificado del Departamento de Estado de EE.UU. que publicó el periodista Stephen Kokx data del 11 de octubre de 1958. Dice que «durante una conversación con un funcionario de la Embajada, una fuente vaticana [que es la forma habitual para referirse a un topo] expresó su opinión personal de que el próximo Papa será elegido fuera del Cónclave, sobre la base de un acuerdo entre los Cardenales».
Después agregó que «la fuente indicó que la elección de Siri, Ruffini y Ottaviani sería una vergüenza para la Iglesia, ya que los tres cardenales tienen un enfoque poco realista de los grandes problemas del mundo actual».
Estos tres cardenales compartían la visión apegada a la tradición de la Iglesia, y el cardenal Siri era el elegido por Pío XII para sucederle. El término poco realista quiere decir que no compartían la visión liberal y modernista de EE.UU.
Y finalmente el telegrama termina diciendo: «La fuente afirmó que la elección de uno de los tres podría depender de la influencia de los cardenales americanos y sugirió, por iniciativa propia, que Estados Unidos haría bien en ejercer discretamente su influencia sobre ciertos cardenales americanos».
Está firmado por Zellerbach, que era embajador americano en Roma por ese entonces, una persona de origen judío y vicepresidente de la Conferencia Nacional de Cristianos y Judíos.
En este documento, el topo infiltrado dice claramente que hay tres cardenales que la política estadounidense debe vetar porque son demasiado apegados a la doctrina tradicional de la Iglesia. Seguramente fue el disparador para que el Departamento de Estado presionara a los cardenales norteamericanos, y a otros afines, para que no fueran electos.