María Magdalena: ¿La arqueología puede resolver el enigma?
La Biblia le atribuye un rol de testigo privilegiada en la resurrección de Cristo. Su condición de mujer, su protagonismo en momentos críticos de la vida de Jesús y lo poco que se sabe de ella la han convertido en un personaje fascinante. ¿Qué dicen los últimos hallazgos arqueológicos?
- Religión y espiritualidad
- Abr 20, 2019
En el año 2009, y de modo casual, fue descubierta Magdala, una ciudad bíblica al borde del Mar de Galilea (o Lago de Tiberíades) que un movimiento telúrico había sepultado hacia fines del siglo I de la era cristiana. En Magdala, todo quedó como era en los tiempos de Jesús, explica Sergio Prudencstein, especialista en Historia Antigua y docente en la Universidad de Belgrano; aunque no como en Pompeya, porque aquí lo preservado son los cimientos de las construcciones.
Como Nazareno, Magdalena es un apodo que hace referencia a la ciudad de la cual esta misteriosa María era originaria: María de Magdala, como Jesús de Nazaret.
Así la llama San Lucas en lo que es la primera aparición bíblica de la Magdalena, como una de las mujeres sanadas por Jesús y una de las que lo seguía. Jesús, escribe el evangelista, iba por ciudades y aldeas, «predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete (demonios)«. Como vemos, se trataba de un exorcismo. También iban Juana y Susana, agrega Lucas, «y otras muchas que le servían de sus haciendas».
«María Magdalena es un personaje fascinante –dice Prudencstein-. Especialmente por la especulación que siempre hubo sobre su identidad. Para algunos era una prostituta. Para otros, una más entre los apóstoles. Desde el libro con mirada católica de Ernestina de Champourcin [1943] hasta la novela de aventuras de Frank Slaughter [1953], pasando por el disparate histórico de Dan Brown [El Código Da Vinci], la imagen de esta mujer se ha multiplicado de manera asombrosa».
«Aunque no existen pruebas arqueológicas directas de su existencia, la referencia bíblica resulta muy poderosa y, si no fue una circunstancia histórica, al menos se le acerca mucho», agrega.
«Según la Biblia –sigue diciendo-, María Magdalena fue testigo de la crucifixión, la inhumación y la resurrección de Jesús. Y es ella quien da la noticia a Pedro y a los demás discípulos. Y éstos no le creen, porque la palabra de una mujer no era válida en esos tiempos».
Para Prudencstein, este es precisamente un indicio de que la historia es real. Si no fue cierto y si, como sostienen algunos, la finalidad de los Evangelios es proselitista, ¿por qué poner a una mujer, cuya palabra no era valorada en la época, como testigo de la resurrección? «Si la historia hubiese sido armada, el testigo hubiera sido Pedro», dice.
¿Puede el hallazgo de Magdala revelarnos algo sobre María Magdalena?
¿Qué hay en la Biblia sobre esta ciudad? «Entonces, una vez despedida la gente, (Jesús) subió en la barca y se fue a las regiones de Magdala«, dice el Evangelio según San Mateo. Magdala es una ciudad que Cristo y sus discípulos frecuentaron, de eso no hay duda. Arfan Najar, jefe de las excavaciones en Magdala, dijo al sitio Primeros Cristianos que, aunque queda mucho trabajo por hacer y mucho que interpretar, de algo está seguro: «Jesús pasó por este lugar, entró en esta sinagoga, rezó y predicó allí. Sucedió entre el año 20 y el 30″.
Najar se refiere a la sinagoga del siglo I, encontrada en las excavaciones, la primera hallada en Galilea. Una sinagoga que estuvo activa hasta el año 67. En ella se encuentra la llamada piedra de Magdala, que es la piedra sobre la que abrían y leían la Tora y en torno a la cual discutían.
En esa puedra está tallado el candelabro ritual judío más antiguo, una Menorá. Hay otra en el arco de Tito, en Roma, traída de cuando los romanos asaltaron el templo de Jerusalén, explica Prudencstein.
Marcela Zapata es una arqueóloga mexicana que llegó a Magdala en 2010 y fue autorizada por el gobierno israelí a excavar el sitio junto a su equipo. Ella tiene la esperanza de que estas excavaciones revelen algún secreto sobre María Magdalena. Pero es muy poco probable que se encuentre alguna huella directa por el simple hecho de que en general los registros arqueológicos de aquellos tiempos no incluyen a los que se podría llamar ciudadanos de a pie. Generalmente, los documentos, inscripciones y monumentos aluden a reyes y batallas. En grueso, al registro de la acción de las autoridades. La fama de María Magdalena es póstuma.
Lo que sí será posible reconstruir es el ambiente y el modo de vida de una ciudad donde ella residió y por la cual, dada la importancia que tenía, seguramente Jesús pasó más de una vez.
La parte excavada hasta ahora de Magdala parece pertenecer a un área pública vinculada al puerto. Se ha encontrado una plaza y una calle principal que tiene seis metros de ancho. También dos instalaciones para baños rituales con seis piscinas y un complejo sistema hidráulico, además de un edificio anexo. Otro hallazgo es una dársena con amarraderos del antiguo puerto y restos de actividad industrial: una torre donde funcionaba una procesadora de pescado, ya que la principal actividad de Magdala era la pesca. Otro nombre que se daba a la ciudad es Tariquea, palabra que deriva de un método de salazón del pescado desarrollado en el lugar. Se han hallado muchas monedas y utensilios de cerámica y madera. Todo bien datado.
El historiador judío Flavio Josefo (37-100), traducido por Eusebio de Cesarea, decía que en Magdala existía una muy sofisticada procesadora de pescado, donde vivían 40.000 personas. Eso confirma que la ciudad hallada es la Magdala bíblica.
«Era una comunidad rica, dice Prudencstein. Y un detalle interesante es que, según Lucas, cuando Jesús y su grupo estaban en Galilea, María Magdalena proveía alojo y dinero. Esto es indicio de que se trataba de una mujer con una cierta posición en la ciudad. Tenía dinero y se movía sola. Lo más probable es que fuese viuda y sin tutor. Ningún marido hubiera aceptado esos desplazamientos de su mujer. Lo que en ningún caso podemos pensar es que era prostituta».
¿De dónde viene esa leyenda? Muchos autores pensaron que María Magdalena y la prostituta que irrumpe en una casa donde Jesús almorzaba para untarle los pies con un ungüento perfumado eran la misma persona; algo que no tiene mayor sustento bíblico.
«Luego de asistir a la crucifixión de Jesús, María Magdalena acompañó el cortejo y presenció la inhumación. Eso prueba que era influyente porque era muy raro que una mujer acompañara extramuros el entierro de un delincuente –como era considerado Jesús por las autoridades-. Una mujer que hacía lo que quería. Eso es muy raro».
La propia Iglesia Católica aceptó por mucho tiempo esta versión del pasado pecaminoso de María Magdalena. Como no la puede eludir por su protagonismo, la convierte en una santa penitente. «Significa que está purgando algún pecado –explica Prudencstein-. No es una santa con todas las de la ley. Fue San Gregorio Magno el que, en el siglo VII, la catalogó así. Pero en 1969, el Papa Paulo VI retira del calendario litúrgico el apelativo de ‘penitente’. Y determina que la ‘mujer pecadora’ y María Magdalena no eran la misma persona. Ahora, el papa Francisco elevó a categoría de fiesta el día de María Magdalena que es el 22 de julio».
En los Evangelios apócrifos y en los textos gnósticos, aparece otra María Magdalena. Una a la cual Jesús le da mucha importancia, despertando los celos de Pedro. Es de estos textos que surgen las especulaciones más osadas, como la de que tuvo descendencia de Jesús. «Pero, dice Prudencstein, la vida de Jesús, una vida errante, en comunidad con sus discípulos, no cuaja para nada con la vida en familia. Pensemos que su vida pública, desde que inicia la predicación, es muy breve: aunque intensa, son sólo tres años. Jesús era un hombre con un objetivo superior al cual relegaba todas sus otras posibilidades humanas. De todos modos, María Magdalena es un personaje fuerte, interesante, que posiblemente fue podado o recortado, porque en los momentos en que aparece es tan importante que no se entiende que aparezca tan poco». [Al pie de esta nota, algunas citas bíblicas sobre María Magdalena].
Sobre su destino posterior, todo es especulación. «Los franceses dicen tener la calavera de María Magdalena. Pero esta leyenda de que ella fue en una barca a Francia es a todas luces absurda, se teje en una época de euforia por las reliquias de santos. Sobre esta fantasía construye Dan Brown lo que es uno de los productos culturales más terribles en materia de deformación de la Historia«, dice Prudencstein, en referencia al Código Da Vinci.
La versión oficial de la Iglesia es que la Magdalena se fue a Éfeso con María, la madre de Jesús, y vivió allí hasta su muerte. Una teoría que tampoco tiene confirmación pero muchísimo más coherente: eran dos mujeres unidas por el mismo duelo y cuidar a la madre de Cristo bien podía ser una continuación del apostolado de María Magdalena.
De lo que sí es signo claro este personaje femenino es de la ruptura en la cual se coloca Jesús también en lo que concierne a las mujeres («oísteis que fue dicho…, pero yo os digo…», repetía) con el pensamiento y la práctica de su tiempo: les niega a los varones el derecho de juzgar a la mujer pecadora –cuando salva a la adúltera que va a ser lapidada-, no tiene problema en perdonar y dejarse tocar por la prostituta que le unta los pies ni tiene temor de escandalizar a sus huéspedes por este hecho; defiende el derecho de otra María, la hermana de su amigo Lázaro, de negarse a ir a la cocina y quedarse en cambio escuchando la charla de los varones; y, finalmente, elige a una mujer, María de Magdala, como portadora de la noticia de su resurrección.
REFERENCIAS BÍBLICAS
María Magdalena, al pie de la cruz
(Juan 19) Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
María Magdalena, testigo de la inhumación de Jesús
(Marcos 15) Y enterado del centurión, dio el cuerpo á José [de Arimatea]. El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió una piedra a la puerta del sepulcro. Y María Magdalena, y María madre de José, miraban dónde era puesto.
María Magdalena, testigo de la Resurrección
(Lucas 24) Y el primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron la piedra revuelta del sepulcro. Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; Y como tuviesen ellas temor, y bajasen el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, mas ha resucitado: acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Y eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, las que dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían como locura las palabras de ellas, y no las creyeron.
Por Claudia Pairó – Infobae