Michel Onfray: «La misa en latín, un patrimonio litúrgico»
El escritor y filósofo, aunque ateo, ve en la Iglesia Católica y sus ritos el pulso de nuestra civilización. Explica por qué lo consterna la decisión del Papa Francisco de restringir la misa en latín.
- Religión y espiritualidad
- Jul 25, 2021
Por su interés, publicamos la traducción de partes de un artículo escrito por Michel Onfray, filósofo y escritor ateo, en Le Figaro, sobre el Motu Proprio del Papa Francisco Traditionis Custodes.
«Se sabe que soy ateo, pero la vida de la Iglesia católica me interesa porque da el pulso a nuestra civilización judeocristiana, que está de capa caída. Porque si Dios no es de mi mundo, mi mundo es el que ha hecho posible el Dios de los cristianos. Digan lo que digan los que piensan que Francia empezó con la Declaración de los Derechos del Hombre, lo cual es tan estúpido como creer que Rusia nació en octubre de 1917, el cristianismo ha dado forma a una civilización que es la mía y que siento que puedo amar y defender sin darme golpes de pecho, sin tener que pedir perdón por sus faltas, sin esperar la redención tras la confesión, la contrición y la genuflexión. ¡Es increíble cómo los que repudian el cristianismo diciendo que no sucedió están empapados de él como el ron empapa el bizcocho borracho que conocemos!»
«Benedicto XVI ha sido un papa filósofo formado en la hermenéutica y la fenomenología alemana. También leyó los textos de los autores católicos franceses. Su Jesús de Nazaret (2012) se enmarca en la historia del idealismo alemán, sobre todo del hegelianismo, llamado de derechas para distinguirlo del de izquierdas que guía al joven Marx».
«En mi opinión, el mayor acto del papa Benedicto XVI fue su discurso en Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006, en la universidad alemana en la que había sido profesor, durante el cual hizo su trabajo como papa al estimar que el cristianismo y el islam mantienen una relación antinómica por los textos, principalmente sobre la articulación entre la fe y la razón, pero también sobre la cuestión de la violencia en general y de la yihad en particular. Digo por los textos porque ese era su propósito, ya que presentó una exégesis personal de un diálogo de principios del siglo XV entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un erudito persa. La invitación a reflexionar sobre esta cuestión se tomó como un insulto global hecho al islam…»
«El acto más importante del papa Francisco ha sido, en mi opinión, hacerse una foto delante de un crucifijo en el que Jesús lleva el chaleco salvavidas naranja de los migrantes. Este es el icono triunfante del Vaticano II, que descarta toda sacralidad y trascendencia en favor de una moralina extendida por todo el mundo como una capa dulce de un scout».
«Según esta lógica habría que entender la decisión del papa Francisco de derogar, digamos con un término profano, la decisión tomada por Benedicto XVI de permitir la misa en latín, conocida como misa tridentina, para aquellos que lo deseen. En Summorum pontificum, Benedicto XVI liberalizó la llamada misa de Pío V. En la Traditionis custodes, Francisco ha eliminado esta liberalización. Benedicto XVI quiso superar el cisma con los tradicionalistas, Francisco lo va a restaurar, alegando, por supuesto, -jesuita fue y jesuita sigue siendo-, que su intención es reunir lo que separa. Con el Vaticano II, las vocaciones disminuyeron. Pero los religiosos que conservan el rito latino no experimentan desafección; es más, llenan los seminarios. El papa Francisco prefiere las iglesias vacías con sus tesis a las llenas con las de Benedicto XVI.»
«Lo que está en juego en este asunto es la continuación del Vaticano II, es decir, la abolición de lo sagrado y la trascendencia. La secularización del rito reducido a una liturgia en la que La vida es un largo río tranquilo ha mostrado todo su poder con su cura cool que toca la guitarra y canta «Jesús, Je-e-e-sús, vuelve». Se puede preferir el canto gregoriano sin sentir nostalgia por épocas pasadas…»
«Ahora bien, el genio del cristianismo, como demuestran los diversos concilios sobre la posibilidad o no de representar a Cristo, ha sido hacer posible una civilización de la alegoría, del simbolismo, de la metáfora. El genio judío se encuentra en la hermenéutica, el genio cristiano en la explicación de las parábolas. Los judíos inventaron la hermenéutica para los más eruditos, los rabinos que leen la Cábala; los cristianos desarrollaron la hermenéutica popular para los fieles, a los que se les cuentan historias para descifrar con la historia sagrada. Nuestra civilización de la imagen, la razón explicativa, la filosofía separada de la teología, proviene de este mundo».
«La misa en latín es el patrimonio genealógico de nuestra civilización. Hereda histórica y espiritualmente un largo linaje sagrado de rituales, celebraciones y oraciones, todo ello cristalizado en una forma que ofrece un espectáculo total: una Gesamtkunstwerk, por utilizar una palabra de la estética romántica alemana».