MIéRCOLES, 13 DE NOV

¿Por qué no se tocan los dedos en la Creación de Adán de Miguel Ángel?

Una de las obras maestras de la Capilla Sixtina. Todo el mundo la conoce, pero... ¿te has parado a pensarlo?

Por María Paola Daud

La Creación de Adán. ¿No sólo de Miguel Ángel?

Entre todas las obras maestras de la Capilla Sixtina, sin duda, una de las más famosas es la Creación de Adán.

El particular de las manos, la escena central, donde el soplo de la vida por la cual Dios crea el hombre ha sido tantas veces replicado en obras de arte, publicidad y cine.

© 1982 Universal Studios

Cuando hablamos de Dios y la creación, creo que nos viene casi instantánea la imponente obra de Miguel Ángel

Dos curiosidades que seguro no conoces:

Durante una reciente restauración se advirtió que en pasado se había producido una grieta en el punto de «contacto».

Esto había provocado que un pedazo de la obra se despegara con la perdida de tres falanges de los dedos de Adan.

Este desprendimiento se produjo cuando Miguel Ángel ya había fallecido, por lo que fue necesario recurrir a otro artista para la reconstrucción.

Por lo tanto una pequeñísima parte de la pintura, digamos que es obra de Domenico Carnevali, pintor italiano del siglo XVI, que tuvo el importante encargo de restaurar, varias partes de la Capilla Sixtina.

Los dedos que alguna vez se tocaron

Otra curiosidad llena de significado teológico, nos lo cuenta el sacerdote, artista y teólogo jesuita, Marko Ivan Rupnik, famoso por los mosaicos de la capilla Redemptoris Mater en el Vaticano, la Basílica dedicada a Padre Pío en san Giovanni Rotondo, los santuarios de Fátima y Lourdes, la catedral de la Almudena, entre tantas otras obras.

Cuando, en 1512, Miguel Ángel finalmente completó el fresco en el techo de la Capilla Sixtina, que es considerada una de las obras más famosas de la historia del arte, los cardenales responsables del cuidado de las obras permanecieron durante horas para mirar y admirar el magnífico fresco.

Tras el análisis, se reunieron con el maestro, Miguel Ángel y, sin vergüenza, dispararon: ¡hazlo de nuevo!

El descontento, por supuesto, no fue por todo el trabajo, sino por un detalle aparentemente sin importancia. Miguel Ángel había dibujado el panel de la creación del hombre con los dedos de Dios y Adán, tocándose.

Los cardenales pidieron que no se tocaran, sino que los dedos de ambos se mantuvieran separados y más: que el dedo de Dios siempre esté estirado al máximo, pero que el dedo de Adán se contrajera en la última falange.

Un detalle simple pero con un significado sorprendente: Dios está ahí, pero la decisión de buscarlo depende del hombre. Si quiere, estirará el dedo, lo tocará, pero si no quiere, puede pasar toda su vida sin buscarlo.

La última falange del dedo contraído de Adán representa así el libre albedrío.

Interesante ¿No es así?

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