A 20 años: José Luis Cabezas, ¡presente!
En un nuevo aniversario del feroz crimen que acabó con su vida y conmovió a todo un país, su hermana Gladys dialogó con Conclusión y varios reporteros gráficos de Rosario escribieron sobre él.
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- Ene 25, 2017
Por Florencia Vizzi
“Todos, o más bien cualquiera, podían ser Cabezas”.
Cora Gamarnik
La madrugada del 25 de enero de 1997 un reportero gráfico de la revista Noticias abandonaba la casa de Pinamar del empresario postal Oscar Andreani, donde había tenido lugar una fiesta apoteótica. Antes de que pudiera llegar al departamento donde se hospedaba, fue interceptado por un grupo de personas que lo golpearon, lo obligaron a subir a su Ford Fiesta Blanco y lo llevaron a las afueras de Pinamar, a una cava, en el camino a la laguna Salada Grande, recientemente hecha por la Municipalidad de Madariaga. Allí, lo esposaron con las manos en la espalda, le dispararon dos tiros en la cabeza, metieron el cuerpo en el auto y le prendieron fuego. Eran las 5.30 de la mañana y el fotógrafo, brutalmente asesinado, era José Luis Cabezas.
“En enero del 97 estaba por empezar a estudiar fotografía, nunca había hecho fotos de verdad, pero siempre tuve claro que quería trabajar en un diario, recuerdo que me impacto la noticia del asesinato de José Luis Cabezas y recuerdo aquellos tiempos como tiempos de impunidad y en donde el poder económico, al igual que hoy, si se lo propone puede hacer mucho daño. Una historia que me eriza la piel cada vez que la recuerdo es que su hija, tiempo después del homicidio de su padre cuando le preguntaban cómo se llamaba, contestaba, ‘Candela Cabezas Presente’. Veinte años después, con varios años de profesión, sigo sintiendo la misma impotencia de aquellos días al ver que todos los responsables por aquel terrible crimen están en libertad».
Héctor Río – Reportero Gráfico (Diario La Capital – Rosario)
Historia de un crimen
No debe haber muchas personas que no recuerden las fotografías que ilustraron las tapas de todos los diarios del país aquel 26 de enero.
La fuerza de esas imágenes, sumadas al horror del relato de lo ocurrido caló hondo en una sociedad que fue ferozmente interpelada.
El impacto hacía mella en el clima enrarecido de la segunda mitad de la década del 90, que navegaba en aguas turbias signadas por escándalos políticos, impunidad, un plan económico que iba en caída y abría cada vez más las puertas de la exclusión y un creciente descontento social que no encontraba ningún tipo de respuestas a sus reclamos.
Cora Gamarnik, investigadora, historiadora especializada en Comunicación y autora de “Historia del Fotoperiodismo en Argentina”, contextualizó el crimen en el clima social de entonces: “La década menemista se caracterizó por los generalizados hechos de corrupción, la ilusión de la convertibilidad, un gran crecimiento de la deuda externa y la impunidad mantenida desde los estamentos más altos del poder político y del ámbito judicial. También se produjeron durante esos años diversos asesinatos y atentados: la violación y el asesinato de María Soledad Morales (1990), los atentados contra la embajada de Israel (1992) y contra la sede de la Amia (1994), la desaparición del estudiante Miguel Bru (1993) y el asesinato del soldado Omar Carrasco (1994) fueron algunos de los más resonantes. Pero, la aparición del cadáver de José Luis Cabezas, fotógrafo de la revista Noticias, calcinado dentro de su auto, con las manos esposadas en la espalda y dos tiros en la cabeza fue un hecho que rebasó el vaso. Su asesinato, sin duda, fue un mensaje mafioso”.
El 25 de agosto de 1995, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, había señalado a un ignoto pero todopoderoso empresario como el “jefe de una mafia enquistada en el poder”. Se trataba de Alfredo Yabrán, un hombre de oscuros negocios y muy bajo perfil.
A partir de ese momento, Yabrán, quien se jactaba de que “ni los servicios de inteligencia tenían una foto de él” fue el premio más apetecido para el periodismo. El anonimato era su fachada, rara vez concedía entrevistas y, cuando lo hacía, nunca se dejaba fotografiar.
Sin embargo, en el verano de 1996, José Luis Cabezas logró la codiciada imagen, un primer plano del empresario en la playa junto a su mujer. Para conseguirlo, montó una escena en la que el reportero simulaba tomarle fotos a su esposa, Cristina Cabezas.
Esa toma fue tapa de la revista Noticias en marzo de 1996, y acompañaba una nota del periodista Gabriel Michi, compañero de José Luis, titulada “Yabrán ataca de nuevo”.
Menos de un año después, y luego de recibir múltiples amenazas, José Luis Cabezas fue ferozmente asesinado.
«La muerte de José Luis dejó abierta una herida que no va a parar de sangrar. Cada 25 de enero no bastará para recordarlo… Todos los reporteros gráficos tenemos una porción de Cabezas en nuestro corazón «
Juan José García – Reportero Gráfico (Diario El ciudadano y la región – Clarín)
Gladys Cabezas: «Yo creo que el crimen quedó impune»
La hermana de José Luis se convirtió en un bastión fundamental de la incansable lucha que, a lo largo de los años, se llevó adelante para que el crimen no quedara impune.
A 20 años de su asesinato, Gladys Cabezas sigue siendo la voz que no se calla y el motor de todos los homenajes y recordatorios que cada enero tienen lugar en todo el país. Y en ese marco, dialogó con Conclusión para recordar a su hermano.
—De una forma u otra, tanto para bien como para mal, José Luis se convirtió en un símbolo. Pero ¿cuál es tu percepción en relación a eso?
—Probablemente sí, probablemente se haya convertido en un símbolo a lo largo de los años, pero para mí, para nosotros, él no es eso. Él era mi hermano, un fotógrafo, un laburante, una persona común. Por eso, en esta muestra que organizamos este año en Pinamar para homenajearlo, además de exponer las fotos que hizo durante su carrera, vamos a colgar fotos de él, de su infancia, de su vida, para que la gente vea quién era José Luis Cabezas.
—¿Quién era José Luis?
—José Luis era un tipo común que laburaba todos los días, que amaba la vida, que amaba a sus hijos y era un buen tipo, por eso tiene tan buenas fotografías, porque era un buen tipo y eso se reflejaba en su trabajo.
—Gladys, hace unos días Gustavo Prellezo, autor material del crimen, fue puesto en libertad. Él era el último de los condenados por la causa que quedaba preso. Con este cuadro de situación, a día de hoy, ¿pensás que se hizo Justicia por el asesinato de tu hermano?
—No, yo creo que no, creo que el crimen quedó impune. Yo creo que hay Justicia cuando los condenados cumplen su sentencia y, de los asesinos de mi hermano, ninguno cumplió la condena que les había sido impuesta.
—¿Sentís que hay un camino de pelea, que hay margen de acá en adelante para seguir pidiendo justicia por él o eso ya es un ciclo cumplido?
—Yo creo que la Justicia se puede hacer, construir, de distintas formas. O sea, en el marco de la causa, ya no hay nada más para hacer. Pero hay otras formas y otros caminos, peleando para cambiar leyes, para cambiar códigos… ese es el camino que hay que buscar.
—¿Cómo fueron para vos estos 20 años sin José Luis?
—Fueron muy tristes, muy duros… recordándolo siempre… pero muy duros, porque de una sentencia ejemplar que se les dio a los asesinos, ninguno cumplió la condena. Eso fue muy tremendo… y uno va perdiendo hasta la identidad… yo pasé a ser la hermana de Cabezas y dejé de ser Gladys Cabezas
—¿Eso se convirtió en una carga para vos? ¿O fue, en cierta forma, un alivio?
—No fue una carga, aparte yo soy la voz de la familia… en nuestra familia hay mucha gente que no pudo hacer cosas y que el dolor lo convirtió en otra cosa. Mi papá no pudo con el dolor, por ejemplo, y se murió de tristeza. Y yo transformé el dolor en lucha, y está bien, debe ser así, cada uno debe poder transformar el dolor en lo mejor que pueda.
—El asesinato de José Luis ocurrió en un contexto de negocios oscuros, mafias e impunidad política. Fue una fotografía muy clara de un momento muy complejo del país. ¿Él se sentía involucrado con la realidad política, en lo personal? ¿Qué relación tenía con esa realidad, más allá de su trabajo que muchas veces nada tenía que ver con lo político?
—No, la verdad que en mi casa no se hablaba de política ni nunca se involucraba en el tema. Él trabajaba y hacía lo suyo. Sí recuerdo que votó a (Raúl) Alfonsín, y que era muy alfonsinista. Pero no era militante ni nada de eso. Él era un fotógrafo, un laburador, un ser común como todos.
—A 20 años de su muerte, ¿qué creés que se puede decir para honrarlo?
—Que es importante que todos nos comprometamos como sociedad para poder sacar a este país adelante, si todos nos comprometemos, eso se puede hacer. Se pueden cambiar las leyes y conseguir que los asesinos estén presos y que las familias puedan seguir siendo parte de las causas y no ser borradas de un plumazo cuando ya se dicta la condena… y después pasan estas cosas y uno no sabe más nada, eso no está bueno. Es importante que podamos cambiarlo. Y comprometernos a ayudar y a ser solidarios.
“José Luis Cabezas vive en la memoria de un pueblo que, gracias a su mirada comprometida con la sociedad en la que vivía, le puso rostro a una de las peores mafias de los 90 en Argentina”
Virginia Benedetto – Reportera Gráfica (Diario La Capital – Rosario)
Los nombres y las condenas del caso Cabezas
“El brutal crimen de Cabezas alcanzó rápidamente dimensión y trascendencia nacional e internacional. Una sociedad harta de corrupción y de muertes vinculadas al poder reclamó masivamente el esclarecimiento. Los fotógrafos se pusieron al frente del reclamo. Ellos entendieron muy bien el mensaje mafioso. Todos, o más bien cualquiera, podían ser Cabezas. La indignación social, el trabajo de la Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina y de los compañeros fotógrafos y periodistas hizo posible en este caso desenredar una parte de la trama del encubrimiento y la impunidad que lo envolvía. La constancia de la movilización, el amplio arco social que les brindó su apoyo y la inserción de esta lucha en los diversos reclamos populares que se sucedían a fines de la década de los 90, obligaron a un aparato estatal corrompido a realizar avances concretos en la investigación”
Cora Gamarnik – Investigadora y autora de “Historia del Fotoperiodismo en la Argentina”
Luego de una investigación impulsada principalmente por una sociedad que ya no podía mantenerse indiferente y los colegas de José Luis, y un juicio revulsivo que mantuvo en vilo a todo el país, se dictaron condenas de reclusión perpetua para todos, que fueron consideradas ejemplares.
Sin embargo ninguno de los imputados cumplió efectivamente la totalidad de esas condenas y todos fueron puestos en libertad, a excepción de uno que falleció de Sida en prisión.
Alfredo Yabrán fue considerado por la Justicia como el instigador del crimen, pero se suicidó cuando se libró la orden de detención.
– Gustavo Prellezo (ex sargento de la policía bonaerense): considerado la persona que mató a Cabezas de dos disparos en la cabeza, recibió reclusión perpetua. En la cárcel se recibió de abogado y en 2017 se le concedió la libertad condicional, tras haber estado en prisión casi dos décadas.
– Gregorio Ríos (instigador, ex jefe de la custodia de Alfredo Yabrán): condenado a prisión perpetua, estuvo en la cárcel once años y al aplicársele la caducada ley del «2 x 1», recibió la libertad condicional en 2008, luego de tener prisión domiciliaria.
– Sergio González (integrante de la banda de los «horneros»): condenado a prisión perpetua. Fue quien obligó a Cabezas a arrodillarse en la cava. Beneficiado por el «2 x 1», tras cumplir 9 años de prisión salió en libertad en febrero de 2005.
– José Luis Auge (integrante de los «horneros«): condenado a prisión perpetua. Hizo las veces de «campana» en el crimen. Fue liberado en enero de 2005.
– Horacio Braga (integrante de los «horneros»): condenado a prisión perpetua. Actuó como el secuestrador del fotógrafo. Fue liberado en abril de 2005, debido a que tenía antecedentes por tentativa de robo.
– Sergio Camaratta (ex policía bonaerense): condenado a reclusión perpetua. Fue inculpado por Braga como el hombre que señaló que Cabezas estaba saliendo de la fiesta de Oscar Andreani, tras la cual fue secuestrado y asesinado. Salió en libertad en octubre de 2007. Murió en 2010.
– Aníbal Luna (ex policía bonaerense): condenado a reclusión perpetua. Fue quien le «marcó» a los «horneros» quién era José Luis Cabezas. Fue liberado en agosto de 2006.
– Alberto «La Liebre» Gómez (ex comisario de Pinamar): condenado a prisión perpetua por haber «liberado» la zona para que se cometa el crimen. Recibió el arresto domicilio en marzo de 2010.
– Héctor Retana (integrante de la banda de los «horneros»): Murió de Sida en prisión en 2001. También había sido condenado a prisión perpetua por su participación en el hecho.