«Al poder financiero lo manejan dos familias»
En esta segunda parte de la entrevista exclusiva que Conclusión le hiciera a Juan Labaké, éste se refirió al pontificado de Francisco, a la viuda de Perón y a la deuda externa del país.
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- Ago 5, 2015
Por Marcelo Chibotta
En la primera parte, publicada bajo el título «Yo denuncié a Nisman por traición a la Patria», el especialista en política internacional Juan Gabriel Labaké contó su actuación y su relación con el infortunado fiscal, además de dejar sus consideraciones sobre la crisis griega.
En esta segunda parte, Labaké habla también de política internacional, de la incidencia del poder financiero que ata a la mayor parte de países del mundo y particularmente a la Argentina.
En virtud de su participación histórica dentro del Movimiento Nacional Justicialista, también hizo referencia a lo que es la sinarquía, tantas veces referidas por el jefe de esa organización política, el General Juan Domingo Perón.
Tampoco dejó de opinar sobre el rol del Vaticano y las transformaciones que allí está realizando el Papa Francisco, y de la vida de Isabel Perón, de quien fuera su apoderado.
Aquí publicamos la segunda parte de la entrevista exclusiva que el abogado e histórico dirigente ofreció a Conclusión.
Siendo un dirigente histórico del peronismo y habiendo sido Perón quien se refería a la sinarquía internacional: ¿Podría decirnos de qué se trata ello y cómo se relaciona con los países del mundo específicamente?
El general, cuando hablaba de sinarquía, hablaba de los poderes que estaban sobre las naciones y que tienen una vocación de dominio universal o planetario por encima de ellas.
En aquel entonces eran casi todas de tipo político y ésta es la diferencia, en la época del General, es decir hace unos 70 años, las que mandaban eran las grandes potencias políticas y las organizaciones del tipo político como la masonería, el comunismo y el sionismo, que eran grupos políticos con poder económico que intentaban dominar a las naciones en provecho de una organización que escapaba a los poderes nacionales.
Cuando termina la segunda guerra, Perón, que era un gran observador y que como tal hacía la filosofía real, la de aquellos que pisan la tierra y no la especulativa en la que se van por las ramas, vio que la Argentina iba a caer prisionera de Estados Unidos, en el sentido de dependencia.
¿Cómo?, a través de lazos económicos que iban a traer después lazos políticos. Entonces allí comprendió que los lazos económicos se iban a armar en los encuentros de Bretton Wood en los años ’44 y ’45, a través de la creación de una enorme zona en la que el dólar iba a ser la moneda de uso, de reserva y de intercambio comercial de todo el mundo «occidental». Estamos hablando de la parte que no le correspondió a la URSS, después de los acuerdos de Yalta y de Postdam que hicieron los ganadores de la guerra.
Entonces, Perón observó que en esa mitad del mundo la dependencia se iba a dar a través de estos organismos financieros y por ello, Argentina fue el único país de ese mundo occidental que no firmó el acuerdo de Bretton Wood, no se incorporó al FMI, tampoco al Banco Mundial – que en ese tiempo se llamaba Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento – y no se incorporó a los acuerdos arancelarios que terminaron siendo la Organización Mundial del Comercio.
Esos fueron los tres instrumentos de dominación sinárquicos, dicho con los términos de Perón.
Si el general viviera hoy diría que hay sinarquía, por supuesto, pero la diferencia es que la dominación de hoy es de tipo financiero y se da a través de un grupo de ese poder privado que tiene nombre y apellido.
El poder financiero del mundo se maneja fundamentalmente desde dos familias, la Rothschild, que es dueña del Citibank y todo lo que eso implica y la Rockefeller que es dueña del Chase Manhattan y el J. P. Morgan.
Estas dos familias asociadas, tienen el 62 % de las acciones del Banco Central norteamericano, es decir la Reserva Federal, que aún cuando es el banco central de la mayor potencia del mundo, es privado, entonces estos señores se ponen de acuerdo y le aumentan o le bajan la tasa de interés que implica unas consecuencias enormes en la economía del mundo.
Por ejemplo, nosotros teníamos una deuda al comenzar el año ’80, en pleno proceso militar, de aproximadamente 39 mil millones de dólares que la había creado Martínez de Hoz con Rockefeller. Martínez de Hoz era el ministro de economía y a la vez miembro del directorio del Chase Manhattan Bank presidido por el mismo Rockefeller.
Entonces, como ministro de Economía le pidió el primer crédito de unos 4 o 5 millones de dólares a Rockefeller, quien era su socio, y así comenzó la cadena de la deuda externa que pasó de 7.300 millones que dejamos nosotros cuando el proceso nos echó del gobierno en el ’76 y en esos pocos años la llevaron a 39 mil millones.
En ese momento la Reserva Federal, dominada por ellos y presidida por Paul Volker, decidió aumentar la tasa de interés del dólar para contrarrestar la inflación que había provocado el aumento del precio del petróleo en 1973, y nosotros que habíamos tomado esa deuda al 4 o 5 % terminamos pagándola al 22 %.
Así, con un simple toque en la Reserva Federal norteamericana, le crearon a la Argentina una deuda monstruosa que desde entonces, lo único que hizo fue aumentar. Esto es lo que también le sucede a Grecia ahora.
Si Perón viviera hoy, no diría que no existe la sinarquía, sino que simplemente cambió de manos porque hoy la masonería yo creo que sigue actuando pero está muy debilitada, aunque no olvidemos que la misma colocó en la Argentina los presidentes desde Mitre en adelante, hasta Juárez Celman, ya con Irigoyen se les escapó de las manos por la ley Saenz Peña.
Por otro lado, el marxismo produjo en el mundo el desastre que vimos comenzando por Rusia y siguiendo por la Unión Soviética, y por otra parte, veamos el trabajo que está dando en Medio Oriente el sionismo que es como el problema que ha creado en la Argentina con los dos atentados que evidentemente no fueron hechos por argentinos, ni por Irán, ni por los árabes ni por los musulmanes.
Fueron hechos muy sospechosamente como atentados de «falsa bandera» para crear un problema allá en Medio Oriente y a nosotros.
Es decir, acá hay fuerzas sinárquicas supranacionales que quieren manejar a las naciones del mundo igual que en el ’45.
Perón también decía que otra fuerza sinárquica era el Vaticano. ¿Cómo lo ve hoy en el marco del pontificado de Francisco?
Pío XII era un Papa muy distinto a Francisco, en cuyo pontificado, en el marco de la segunda guerra mundial, recién comenzaba a surtir efecto el tratado de Letrán. La Iglesia fue un Estado como cualquier otro, con ejército y con guerras. Como ejemplo de ello podemos decir que la unificación de Italia se hace contra el ejército del Estado Vaticano.
Afortunadamente, su antecesor Pío XI, comprendió que esto no podía seguir y transforma al Vaticano en un Estado virtual sin ejército, sin poder y se le hizo un ámbito geográfico pequeño para que tenga independencia el Papa, pero sin poder político. Ésta fue la gran obra de Pío XI.
Con Pío XII en la guerra se dio una situación particular, la Iglesia se vio amenazada por el avance del comunismo después de la guerra y por ello Estados Unidos y el Vaticano se pusieron de acuerdo para frenar su avance.
Así, Estados Unidos financió a la Democracia Cristiana europea para que ganara las elecciones y así ganó Konrad Adenauer en Alemania que fue un estadista inmenso, así ganó De Gasperi en Italia y Robert Schuman en Francia.
Estos 3 líderes fueron los que consiguieron crear la unidad europea para que no haya más guerras a partir de su inspiración, pero el origen fue el apoyo norteamericano.
Yo creo que el Vaticano ahí se equivocó y pensó que esa experiencia que le había dado un resultado exitoso en Europa, podía ser trasladada a Latinoamérica y éste fue el error.
Eso se ha superado porque la Iglesia comprendió que como una consecuencia del tratado de Letrán, tenía que abandonar todo este tipo de estrategia política y dedicarse a ser la autoridad moral del mundo como le corresponde. Esto es lo que ha entendido cabalmente el Papa Francisco.
En segundo lugar, y esto lo digo como católico, Francisco representa el mensaje evangélico que es de pobreza y humildad, a favor de los pobres y no en unión y en alianza con los ricos.
Los ricos se irán o no al cielo, ése es un problema teológico, pero la Iglesia está para consolar y ayudar a los pobres y esto es lo que ha comprendido Francisco.
Usted fue apoderado de María Estela Martínez de Perón. ¿Por qué ella no participó más en la política argentina y qué está haciendo por estos días?
Ella decidió no actuar más en política en el segundo semestre del ’84 por pedido nuestro, y muy especialmente mío, y de un grupo de compañeros y amigos de ella.
Después que firmó con Alfonsín un acta – que vale recordar que el único que no lo firmó fue el partido político de Álvaro Alsogaray – de coincidencia para que el presidente se sintiera respaldado frente a las exigencias del FMI – en definitiva todo gira alrededor del mismo tema – Isabel se fue en junio de ese año.
En el Movimiento no se entendió su posición ni en ese tema ni en el del Beagle que se estaba discutiendo en ese momento, y dijo: «Bueno, si el PJ quiere tomar otro camino que lo tome, yo me quedo en Madrid».
Desde entonces no actuó más en política porque no quiso perturbar más en ese sentido y decía: «Yo molesto ahí, ya son grandes y saben lo que tienen que hacer, así que, que lo hagan».
Y después, con el paso del tiempo, se le ha agregado un problema de salud que se le agravó por todo lo que ha sufrido; es un hipertiroidismo que la ha minado en su salud y la hace estar en condiciones no normales, digamos, ya que por ahí tiene algunos momentos de no lucidez.
Esto la obliga a estar en su casita muy módica, en un barrio igualmente módico de Madrid, llevando una vida muy solitaria y su única salida es para ir a misa.
Isabel está en una etapa muy religiosa de su vida y creo que así quiere terminarla. Y hay que respetarla.