Depredadores de la salud: analgésicos en exceso y “superbacterias”
Los dolores de cabeza son una de las patologías más frecuentes en la vida diaria de los seres humanos. Por otro lado, la toma desmedida de antibióticos genera que a la larga ya no hagan efecto. ¿Cómo actuar?
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- May 28, 2016
La alimentación sana, el descanso regular y la actividad física son hábitos que forman parte del tratamiento preventivo de los dolores de cabeza, mientras que el uso indebido o excesivo de analgésicos es uno de los factores agravantes, junto con el stress y algunos estados anímicos como la ansiedad o la depresión. Por otro lado, el uso se ha convertido en abuso, y los antibióticos están perdiendo efectividad. No se trata de una predicción apocalíptica, una amenaza lejana en el tiempo. Los expertos hablan de la era posantibióticos como de algo que está a la vuelta de la esquina y que hay que intentar evitar por todos los medios. Si en los próximos años no se desarrollan nuevos antibióticos que sustituyan a los que están perdiendo su efectividad, en el año 2050 morirán 10 millones de personas al año en el mundo por infecciones bacterianas.
«Se me parte la cabeza»
“Hay tratamientos de prevención no farmacológica para evitar que dolores de cabeza aumenten en severidad o lleguen a afectar la calidad de vida. Primero hay que conocer los factores desencadenantes y en base a eso modificar o incorporar hábitos”, dijo a Télam la neuróloga Teresa Goicochea, disertante en las Jornadas de Actualización en Migrañas, que se realizaron ayer y hoy en el Instituto Fleni.
Hidratarse, no dormir ni más ni menos de lo necesario para estar descansados, hacer las cuatro comidas diarias (y no ayunar por más de seis horas) y no excederse en el consumo de sustancias estimulantes como la cafeína, son algunas de las conductas recomendadas. Realizar actividad física regularmente también ayuda, ya que además de favorecer un buen descanso, genera las endorfinas que intervienen en la “modulación del dolor”.
Por otra parte, y contrariamente al efecto buscado, el “mal uso” o el consumo “excesivo” de analgésicos como el ibuprofeno o paracetamol pueden ser un “factor agravante” de las cefaleas.
“La desesperación y el apuro llevan a la gente a automedicarse, detrás de esto hay mucho marketing”, consideró la médica, quien argumentó que suceden dos cosas: las publicidades promocionan el uso de analgésicos y dicen “usted tiene que estar bien” y, por otra parte, no está socialmente aceptado interrumpir ninguna actividad por un dolor de cabeza: “tengo que ir a trabajar, tengo que ir a la fiesta, suele pensar la gente”.
En 2008, el Instituto Fleni realizó un estudio entre sus pacientes y concluyó que de cada 100, 70 incurrían en un exceso de medicación analgésica.
“Cuando los pacientes van al médico ya están tomando ibuprofeno dos o tres veces al día. Si se toman analgésicos 15 o más días al mes, y ese hábito se sostienen en el tiempo, ya hay un uso excesivo que hace que después nada les alivie”, explicó Goicochea.
La médica también opinó que “no se toma con seriedad” este tipo de dolencias, y remarcó que es necesario consultar con el médico para determinar qué tipo de cefalea se padece, ya que para cada una hay un tratamiento.
“Es importante saber que hay distintos y nuevos tratamientos, que hay una lista muy grande de medicación así como tratamientos de neuromodulación” para aquellos casos en que el organismo rechaza los medicamentos o éstos simplemente no funcionan, añadió.
Si bien en Argentina no hay estadísticas precisas sobre la cantidad de personas afectadas por cefaleas, se estima que el 15 por ciento de la población mundial las padece, y que en mayor proporción se trata de mujeres.
“Hay un vínculo entre las migrañas y las hormonas, por eso a veces los dolores aumentan en los días previos a la menstruación, en estos casos hay que hablar con el ginecólogo sobre qué anticonceptivo elegir”.
La médica también recomendó llevar un registro tanto de la medicación que se toma como de los días, momentos y situaciones en que aparecen los dolores, ya que esta información es muy valiosa para el médico a la hora de dar un diagnóstico y encarar un tratamiento; de estos diarios puede surgir qué provoca las cefaleas, si es algún alimento o medicación, si es tensional, hormonal o debido a la falta de descanso.
Por otra parte, comentó que a veces es necesario un tratamiento conjunto en el que participan diferentes especialistas, como cuando hay trastornos del sueño o estados anímicos de ansiedad o depresión.
Las ‘superbacterias’ amenazan distintos países
Se calcula que la resistencia antimicrobiana está provocando 25.000 muertes cada año
Según publica Internacional.elpais.com, hace solo 70 años, contraer una infección común podía llevar a la tumba a cualquier persona joven y sana. Hacerse un corte o someterse a una sencilla operación quirúrgica era una lotería: si una bacteria entraba en la herida, esta podía acabar siendo mortal. Hasta que llegaron los antibióticos y cambiaron la historia de la medicina. Se aprecia en las gráficas que dibuja la mortalidad en lugares como Estados Unidos: a partir de los años cuarenta del siglo XX el número de fallecimientos cae en picado. Una revolución sin precedentes que ha salvado millones de vidas en el mundo.
Pero el uso se ha convertido en abuso, y los antibióticos están perdiendo efectividad. No se trata de una predicción apocalíptica, una amenaza lejana en el tiempo. Los expertos hablan de la era posantibióticos como de algo que está a la vuelta de la esquina y que hay que intentar evitar por todos los medios. En todo el mundo aumentan las infecciones causadas por microorganismos que resisten a distintos antibióticos, las llamadas bacterias multirresistentes o, coloquialmente, las superbacterias. Aumentan las infecciones, y aumentan las muertes.
Consumo de antibióticos en Europa
Solo en la Unión Europea se calcula que la resistencia antimicrobiana se cobra cada año 25.000 vidas. “Es dramático. Tenemos pacientes que es como si estuvieran en la época de antes de Fleming, porque carecemos de antibióticos con que tratarlos. Estamos perdiendo la carrera”, asegura Juan Pablo Horcajada, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) y jefe de servicio de Infecciosas del Hospital del Mar de Barcelona. ¿Por qué? “En parte porque no se producen nuevos antibióticos, pero también porque no usamos bien los que tenemos”.
El consumo se dispara
Si no se toman medidas inmediatamente, alertan los organismos de salud internacionales, el reloj de la medicina podría retroceder un siglo, de forma que una operación, un tratamiento de quimioterapia, una neumonía o una tuberculosis volverán a tener un enorme riesgo de muerte. El (mal) uso de los antibióticos explica, en parte, el aumento de las resistencias. Solo en la primera década del milenio el consumo global de antibióticos en humanos creció el 40%. En Europa el consumo también va al alza, según alerta el Centro Europeo para la prevención y control de enfermedades (ECDC, en sus siglas en inglés) en un informe. Con enormes diferencias entre países: los griegos usan tres veces más antibióticos que los holandeses.
Los territorios con mayor consumo de antibióticos suelen ser también los que tienen mayor problema con las resistencias. Casi dos de cada diez de estas infecciones ya son resistentes a tres clases de antibióticos muy utilizados: las cefalosporinas de tercera generación, las fluoroquinolonas y los aminoglicósidos. “Esto significa que a los pacientes les quedan muy pocas opciones terapéuticas”, recuerda el ECDC. Hay tres países –Grecia, Rumania y Eslovaquia—donde más de la mitad de las infecciones ya no responden a estos fármacos.
Volver a antibióticos antiguos
La progresiva pérdida de eficacia de estos tratamientos ha llevado a recuperar antiguos antibióticos que dejaron de usarse hace décadas porque eran tóxicos y habían sido superados por otros más modernos.
El “último recurso” tampoco sirve
La mayor amenaza a la que se enfrenta Europa es la de las superbacterias resistentes a un grupo de antibióticos muy potentes llamados “de último recurso”, los carbapenémicos, según alerta el ECDC coincidiendo con el inicio de la primera semana mundial de sensibilización sobre los antibióticos. Se llaman enterobacterias productoras de carbapenemasas (CPE). Las carbapenemasas son unas enzimas que inactivan al que prácticamente es el último escalón terapéutico frente a los microorganismos multirresistentes.
Más muertes que el cáncer
De llegar a una era postantibióticos, es decir, si en los próximos años no se desarrollan nuevos antibióticos que sustituyan a los que están perdiendo su efectividad, en el año 2050 morirán 10 millones de personas al año en el mundo por infecciones bacterianas. Así lo asegura un informe encargado por el Gobierno británico que se publicó en diciembre pasado. Si se compara con otras causas de muerte se aprecia la dimensión del problema. El cáncer, por ejemplo, provoca 8,2 millones de fallecimientos. La diabetes, 1,5 millones. Actualmente se calcula que las muertes atribuibles en el mundo a la resistencia antimicrobiana son unas 700.000 anuales. Es decir, la mortalidad por esta causa se multiplicaría por 14.
Es necesario actuar, y hacerlo ya, coinciden las autoridades sanitarias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el año pasado la advertencia más severa. “El mundo está abocado a una era posantibióticos en la que infecciones comunes volverán a ser potencialmente mortales”, aseguró uno de sus directivos el año pasado, cuando se presentó en Ginebra el primer atlas mundial sobre resistencia a los antibióticos. Con datos de 114 países, la OMS confirmó lo que los expertos llevaban años señalando: la amenaza es global y afecta a todas las regiones.