MARTES, 26 DE NOV

El “Gaucho” Beas y su pasión por los valores autóctonos

El ilustrador, dibujante y humorista gráfico tiene en su casa una pulpería que es la réplica, en su máximo esplendor, de un boliche colonial de la época con un significado muy arraigado a nuestras raíces.

Por Vanesa Pacheco

Llegar a Pérez en 40 minutos y encontrar la casa de Héctor Beas no fue difícil; es de un color llamativo y sin rejas, con un espacio amplio y verde. Allí nos encontramos con el dueño de la pulpería “El Ombú”, quién nos invitó a pasar al fondo y nos encontramos con la imponente recreación de un deseo que estuvo vigente para el “Gaucho” (tal el apodo con el que se lo conoce), durante muchos años.

Comenzó a gestarse en los 70’ y a partir de allí no dejó de coleccionar cosas y buscar objetos característicos y propios de una pulpería. Nunca frenó ese fan de armar su propia pulpería y, con la ayuda y apoyo de toda la familia, logró armar el espacio tradicional en el fondo de la casa. Oficialmente quedó inaugurada el 23 de diciembre de 1999.

El “Gaucho” contó a Conclusión cómo empezó el recorrido para que sea finalmente inaugurada.

Con el apoyo de sus seis hijos y su esposa, pudieron concretar la réplica de una pulpería en lugar de un quincho, como cualquiera puede tener hoy en el patio de la casa.

“Tenía muchas fotos de paredes con ladrillos vistos, y eso le fuimos indicando a los albañiles de cómo ponerlos en cada lugar. Sumado a todo lo acumulado durante muchos años de colección y cosas que fuimos encontrando, se iba poniendo en pie el proyecto”, contó Beas.

“Cuando removimos la tierra encontramos muchas cosas. Todo está colgado”. Supone nuestro entrevistado que había un tambo en el terreno

Además, recibió muchos objetos como regalo porque la gente amiga y allegados, sabían que estaba en la construcción de la pulpería.

Paredes repletas de objetos campestres y gauchescos, techos altos y la luz artificial que sale desde una rueda de sulky. Vidrios de colores que el sol trasluce, cueros, boleadoras, monturas y una mesa gigante para al menos 20 personas. Afuera una galería con firuletes en el techo y un verde que lo rodea.

También un sulky, un horno de barro, gallinas y perros conviviendo en el lugar; todo muy natural y tradicionalista.

En el lugar, antes de tener tapial, tenía caballos pero, como se urbanizó tanto, tuvo que llevarlos a un campo, donde actualmente con uno de sus hijos están amansando un potrillo.

Este 2017 cumple un nuevo aniversario la pulpería “El Ombú”, ese ombú de 35 años que se cayó al año de su inauguración. Actualmente está representado por dos ombúes bonsái. Sumado a eso, el propietario de este sueño también cumplió años en diciembre.

Exclusivamente familiar y amistoso

Beas destacó que el lugar es de uso exclusivamente familiar y para algunos amigos. Porque fue mucha gente con intensión de comer y pasar un rato, como si fuera un lugar público. Y así surge la anécdota que recuerda de un matrimonio de Entre Ríos que fue con intención de comer algo típico del lugar, pensando que era público.

“Estuvimos charlando un rato, les expliqué que era familiar y no dábamos servicio. Se lamentaron por la situación pero se fueron contentos de haber conocido el lugar”, recordó Beas.

“Armar esto era un deseo mío que se lo trasladé a toda mi familia, y ellos se engancharon para que hoy podamos disfrutarlo entre todos. Mis hijos tienen muy bien inculcados los valores y las raíces de este país que hoy atraviesa un mal momento”, contó.

No hay lugar para que sea público, porque: “Todos los días hay algo, siempre hay gente pero porque somos una familia numerosa, así que es imposible que no haya peña, comida o folclore. Antes venían los de la Mesa de los Galanes del bar El Cairo. En esas ocasiones hacía cordero a la estaca, empanadas, lechón y comidas típicas. Ahora no tengo tiempo, hace mucho que no vienen esos ‘vagos’”.

La Argentina actual

En un momento y casi espontáneamente, el “Gaucho” se apartó del tema que nos había llevado a Pérez, su pulpería, para sentenciar que “estamos en el peor momento como país, porque si no tenés los valores fundamentales que llevan a la Nación, somos pan y circo. A mis hijos les inculcamos muy bien los valores, y ellos los tienen arraigados para transmitírselos a sus retoños. Pero son de generaciones anteriores. Tengo hijos de entre 30 y 45 años”.

Con respeto a nuestra lengua y a nuestro vocabulario, lamentó que “actualmente en nuestro país todos te venden algo y te meten una palabra en inglés. Con eso, a la larga se va perdiendo el vocabulario, y si se pierde el vocabulario se pierde todo. Hay contradicciones terribles, en principio porque la casa no forma más”.

Finalmente ahondó con la situación educativa actual: “En cuanto al plan nuevo de Educación escolar que quiere implementar el Gobierno, ya no es más para estudiantes, quieren que sean competencia. Que no termines el secundario porque antes tenés que ir a trabajar. Y la consecuencia puede ser terrible en sólo dos años”.

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