MARTES, 26 DE NOV

El teatro para bebés, un fenómeno que crece y estimula los sentidos

Los niños de 8 meses a 3 años pueden disfrutar de espectáculos pensados para ellos. En Rosario, la propuesta viene de la mano de “Ito”, una obra que se instaló con fuerza. Conclusión habló con su creadora, Carla Rodríguez.

Por Ariana Robles

¿Existe un teatro para bebés con identidad propia? En los últimos años comenzaron a multiplicarse las propuestas para chicos de hasta dos o tres años, tanto en Buenos Aires, Córdoba y también en los circuitos teatrales europeos y en festivales internacionales.

Este fenómeno novedoso, que busca maravillar a los más chicos con mundos mágicos, también logró hacer pie en Rosario de la mano de “Ito”, una obra de teatro para niños de entre 0 y 3 años creada por el grupo de rosarinas «Vamos Que Nos Vamos».

A diferencia de muchos adultos, bebés y niños se acercan a una obra sin prejuicios y son capaces de dejarse llevar por todas las emociones que las actrices les proponen desde el escenario.

Por eso, muchas de las obras pensadas para este público en particular, tienen un carácter tan poético y una oferta tan variada que busca despertar en los más chicos, el amor por el teatro.

El producto creado por el grupo local, bajo la producción y dirección de Carla Rodríguez, cuenta con un sello distintivo: el significativo aporte de Teo, el pequeño hijo de la directora que ya escudriñaba desde la panza de su madre el recorrido de Ito.

En su vuelta a los escenarios rosarinos, Conclusión dialogó con Carla Rodríguez, actriz e integrante de un grupo que lleva más de 15 años explorando sobre los sueños de los más pequeños.

—¿Cómo surgió esta idea del teatro para bebés?

—Surgió en el año 2011. En ese momento estaba embarazada de mi primer hijo, Teo, y ya sabía que existían en algunas partes del mundo algunas propuestas de teatro para bebes y me intrigaba e interesaba muchísimo poder abordar una puesta en escena de esas características. Escribí la obra y fue así como le propuse a mis compañeras de grupo de «Vamos que nos Vamos», Soledad Galván y Laura Carassai, emprendernos en este viaje de hacer esta obra para bebes que estrenamos en 2011.

¿Cómo fue trabajar con tu hijo desde esa idea que surgió mientras estaba en la panza y que después él te guiara con cuestiones que tenían que ver con la obra?

—Fue muy interesante. En un principio estaba con él y no quería separarme para nada durante en los ensayos, y fue así como me fui dando cuenta que él me estaba guiando y era como una especie de termómetro a la hora de tomar decisiones, como por ejemplo, cuanto podía durar una escena, cual era un recurso útil. A lo largo del tiempo me di cuenta que estaba ocupando ese lugar tan importante para mí en la investigación y fue así como lo llamamos el co- director de la obra. Fue algo muy feliz poder poner en práctica una hipótesis de lo que podía llegar a ser el teatro para bebes para mí. Acá era un desafío contar una historia a través del lenguaje y darnos cuenta que los chicos podían comprender las situaciones y los argumentos.

—Es una obra que no se basa tanto en priorizar la actuación de las actrices, sino en los estímulos que pueden generarse y en los objetos que utilizan, ¿cómo es la respuesta de los bebés?

—La obra se compone de un cuento animado que llamamos así porque es un cuento que narran dos actrices y lo van acompañando con una manipulación de muñecos que trata de esconder cierta técnica titiritesca. Lo que se ve es dos actrices que podrían ser dos mamas o maestras jugando con muñecos en el piso muy espontáneamente, acompañadas por la música original que tiene un gran protagonismo al igual que el juego con luces. El final es ese momento lúdico participativo, donde los niños ingresan al espacio escénico y entra en escena el sentido del tacto, porque los chicos tocan esos objetos y entran en contacto con las distintas texturas. De esta forma buscamos que sean protagonistas de la historia.

—También hay que lograr captar la atención de los bebés…

—Sí, la obra dura una hora. Ellos son especialmente espectadores durante media hora, que es un tiempo interesante porque son muy pequeños y la verdad es que está comprobado que pueden ser espectadores desde la cuna.Generalmente ellos están ese tiempo disfrutando del espectáculo  y la otra media hora les damos la posibilidad de moverse, salir, jugar, o tirarse sobre la plataforma.

—¿Cuánto influye en esa estimulación el comportamiento o la respuesta de los papás?

—Mirá, es muy interesante lo que sucede porque los papás son espectadores de la obra pero también son espectadores de sus hijos, entonces es una espectación doble, porque a veces los mismos adultos no reconocen a ese niño en esa actitud o en esa actividad, viéndolos disfrutar de un hecho artístico, estético. Con «Ito», vuelven a conocer a ese niño y acompañan durante la obra;  otros a lo mejor son más pasivos, pero en definitiva es una obra para espectar juntos,  no es que se deja al niño solo sino que la idea es que la familia disfrute con el niño de ese momento estético, que es algo olvidado hoy en día. Es muy raro que el adulto hoy se siente con el niño a ver la tele a hacer ese acompañamiento.

—¿Creés que lo artístico interviene en los niños desde tan pequeños? 

—Sí, porque de alguna manera se les da la posibilidad de tener otra mirada frente al mundo. No sólo es volverlos felices por un rato sino que en esa posibilidad de poder ser intérpretes de lo artístico, se vuelven seres más autónomos, sensibles y genuinos. Creemos que el arte debería ocupar un lugar principal en la vida de los niños así como los juegos;  somos los adultos los que somos capaces de brindarles algo de calidad  y el teatro es un multilenguaje, donde aparece la música, la literatura. Somos responsables de ofrecerles algo con contenido , y creo que eso les ayuda a crecer y a entrenar la sensibilidad.

—¿Cuál es el sello de Ito?

—Creo que el sello de lo nuestro es que lo sentimos muy genuino, porque es algo que hicimos desde el corazón. La historia sale de un cuento que a mi me marcó  que fue la de un gusanito que se transformaba en en mariposa o sea que es resignificar los relatos de mi infancia. El sello creo que es poder contar una historia que tiene argumento y donde se utiliza la palabra, comprender que eso llega, y que eso puede ser interpretado por un niño mas allá de su lenguaje. Hay algo que tiene la materialidad de lo que se dice, que llega y que trasmite. Así como el niño puede leer el rostro de su madre, hay algo de la lectura y de la interpretación que está desde los orígenes aunque el niño no pueda verbalizar una palabra,  eso es lo maravilloso que nos enseñó ITO .

—¿Por qué crees que Ito creció tanto a los largo de estos años?

—Creo que Ito es un trabajo muy cuidado, muy sensible y hecho con muchísimo amor. Realmente nos hemos esforzado por hacerlo bien y profesionalmente. Es la única propuesta en la ciudad,  y creo que el boca en boca funcionó y garantizó que estemos con la obra durante estos siete años.

La propuesta 

Esta obra para los más chicos se presentará durante los sábados de abril a las 15 en el Teatro de La Manzana, San Juan 1950.

 

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