SáBADO, 23 DE NOV

El temible doctor Google, una tendencia cada vez más extendida en el país

Cada vez mayor número de personas buscan en internet sobre problemas de salud, síntomas y enfermedades. ¿Qué consecuencias apareja este fenómeno? ¿Cuáles son los principales riesgos? Detalles, en este informe. 

 

Por Jennifer Hartkopf

¿Quién, alguna vez, no acudió a la web para consultar sobre alguna enfermedad; para reconocer determinados síntomas; para ver qué medicamentos tomar frente a determinada patología? Probablemente por cuestiones de rapidez e instantaneidad, tal vez por cierta resistencia a la visita médica, por cuestiones de dinero o simplemente por curiosidad, internet ha funcionado alguna vez como médico virtual para la mayoría de los argentinos.

Nada más fácil que hacer una lista de los síntomas y apretar “enter” a ver qué sale. Volver del médico con un diagnóstico y entrar a la web para saber de qué se trata. Consultar al doctor Google para luego llegar al médico real, no virtual, y decirle qué creemos tener.

La búsqueda de información en Internet, de todo tipo en general y de la salud en particular, es una tendencia que no para de crecer entre los argentinos y cada vez más, es un fenómeno de mayor preocupación para los médicos.

Dra.Pamela Ransdale Ruiz, médica generalista -Mat. 21.256- de la obra social Osecac, así como de otros dos consultorios privados, dialogó con Conclusión para brindar su mirada profesional sobre el tema, que según considera es “una tendencia generalizada”.

“Una de las principales razones por las cuales se generan este tipo de consultas -a la web- es porque la mayoría de los pacientes no cuentan con un médico de referencia. Al no contar con el médico de cabecera, los pacientes dan vueltas por infinidad de páginas virtuales recurriendo a Internet como principal herramienta”, explicó la doctora y en seguida agregó que “es de esta manera como aparece la automedicación y el autodiagnóstico”.

Asimismo Ransdale Ruiz dijo que “en general los que hacen consultas previas en la web son los que ya tienen una enfermedad diagnosticada y empiezan a investigar, o los que de repente los rotaron a otra medicación o aquellos que no le entendieron bien a su médico qué es lo que tienen, y por pudor a volver a preguntarle al doctor, averiguan por Internet”.

Si bien reconoció no estar en desacuerdo con la búsqueda de información de manera virtual fue contundente al destacar la importancia de recurrir al médico y no al temible doctor Google: “Buscar por Internet ofrece ciertas ventajas pero requiere de ciertos cuidados a tener en cuenta y nunca podrá reemplazar la consulta directa con el especialista”.

— ¿Cómo podría desglosar esa idea del médico “real” como irremplazable frente al médico virtual?

— En la Web circula gran cantidad y variedad de información de salud que si no es entendida por un profesional puede traer confusiones, así como generar conclusiones en el paciente que nada tengan que ver con la enfermedad o el diagnóstico que realmente presenta. Lo que seguidamente acarrea determinados pensamientos en la persona, positivos o negativos, sobre cierta dolencia que pueden resultar erróneos e incluso, en vano. La gente se asusta mucho con determinada información que ve por la Web, entonces buscar tanta información en Internet muchas veces asusta más que ayudar.

Así, se observa que los peligros de dejarse llevar por la corriente informativa virtual son muchos por lo que es fundamental considerar algunas recomendaciones:

  • Buscar páginas confiables que estén dirigidas a pacientes y que se aclare la auditoría de las notas, las fuentes, la fecha de actualización y la financiación del sitio.
  • Optar por páginas en español, para evitar malas traducciones.
  • Considerar la fuente. ¿Quién se encarga del contenido? Verificar si es un organismo gubernamental, una ONG, un laboratorio o un médico.
  • Poner énfasis en la calidad. ¿Examinan los datos antes de publicarlos? Ver si los editores son expertos en el tema. Buscar una descripción del proceso de selección o de aprobación de la información.
  • Ser escéptico. ¿Es demasiado bueno para ser verdad? Desconfiar siempre de la redacción sensacionalista (muchos signos de exclamación, por ejemplo) y visitar más de un sitio Web, para poder comparar.
  • Buscar evidencias. Rastrear al autor de la información.
  • Revisar si la información es actual. Tener cuidado con las parcialidades. ¿Cuál es el fin del sitio? ¿Quién paga por el portal? Si hay publicidad, que esté rotulada como “anuncio” o “de nuestro sponsor”.
  • Proteger la privacidad. La información de salud debe ser confidencial. Si hay un formulario para registrarse, fijarse qué preguntas debe responder. Leer la política de privacidad del sitio.

“Es fundamental recurrir al médico para que el especialista pueda conocer a su paciente, pueda hacerle un seguimiento y no sea solamente responder a consultas de urgencia. Asimismo debe consultar al doctor antes de tomar cualquier medicación por la resistencia antibiótica, porque no se sabe que efectos adversos puede generar en una persona u otra”, describió Ransdale Ruiz a Conclusión.

Si las consecuencias que presenta la búsqueda por Internet no se tienen en cuenta “se corre el riesgo de sufrir mala medicación, que las patologías lleguen tarde a la consulta, que se genere un autodiagnóstico equivocado por errores en la búsqueda virtual”.

Finalmente, la especialista admitió que si bien “depende mucho de cómo la gente se tome esa información que encuentra en Internet” hay que recordar que “siempre lo leído por Internet no reemplaza la consulta al médico propiamente dicha, porque tener un médico que conozca al paciente es fundamental para conocer las pautas de alarma de cada uno”.

Casos extremos: los “cibercondríacos”         

Como se describió al comienzo, aunque el médico sigue siendo la fuente calificada en materia de salud, los altos ritmos de vida, sumado al poco tiempo y el alcance de Internet, hacen que cada vez más personas “googleen” los síntomas de enfermedades, se auto-diagnostiquen y en consecuencia se auto-mediquen.

Tal es así, que los profesionales de la salud ya hablan de una nueva enfermedad: los “cibercondríacos”, nombre con el que se identifica este problema, y que define a personas que buscan constantemente en Internet sobre problemas de salud, síntomas y enfermedades.

La “ciberhipocondría” es un problema masivo, tanto así que el gobierno de Bélgica lanzó en 2014 una campaña para contrarrestar el problema y hacer conciencia, bajo el nombre de “Don’t Google It”.

Entonces, ¿a quién vas a acudir vos? ¿Al temible doctor Google o a tu médico de confianza?

 

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