Escuelas Rurales: cuando lo que se busca fumigar es la conciencia
El campo motoriza su vida económica, por ende las contradicciones y encrucijadas, juegan un papel preponderante en zonas rurales. Conclusión recabó testimonios de aquellos que se resisten en un territorio hostil.
- Sin categoría
- Abr 25, 2018
Por Alejandro Maidana
El modelo productivo imperante no conoce de límite alguno, tratar de encontrarle algún tipo de arista bondadosa, nos demandaría un trabajo más que estéril. Su avance sostenido ha consolidado no sólo un demoledor saqueo del suelo, también trajo consigo un envenenamiento a gran escala.
Tiempo atrás, Argentina era conocida mundialmente como el “Granero del Mundo” debido a que sus inmensamente amplias y fértiles tierras podían producir alimentos para la población de muchos países.Nuestro país , pionero en este campo, desde el año 1996 cultiva semillas transgénicas y cada vez se amplía más la frontera agrícola, principalmente para el cultivo de soja genéticamente modificada resistente a los herbicidas como el glifosato, conocido comúnmente por su marca comercial “Roundup”, un producto de la compañía Monsanto (hoy Bayer).
La marcha de este modelo que alimenta ambiciones desmedidas a base de venenos, sólo podrá ser detenida sembrando más y más conciencia para poder cosechar en un futuro, el fruto de una resistencia tan digna como necesaria.
Este monstruo creado por el doctor capitalismo, no sólo nos muestra sus dientes afilados, también propone jugar una partida de ajedrez en donde los peones deben elegir entre un Rey explotador pero algo dadivoso, o el “enemigo” liberador. Vaya paradoja la que deben enfrentar aquellos que encontraron en el campo, una herramienta para sostenerse dentro de un sistema que acapara rehenes de una manera tan sigilosa como efectiva.
Las escuelas, aquellas que deben cultivar conciencia y reflexión, son fumigadas impunemente
En los últimos días tanto la Escuela Rural Nº10 del paraje Alta Vista, partido de Saavedra (Buenos Aires), como Coronel Martiniano Leguizamón de Maciá, en el departamento de Tala (Entre Ríos), fueron rociadas con agroquímicos.
Las fumigaciones se realizan de manera ilegal sin dar aviso alguno a las instituciones escolares, en pleno horario de clases y en condiciones climáticas inadecuadas. Esto no sólo habla a las claras de la desidia e impunidad, sino también de un verdadero desprecio por la salud y la vida de aquellos que dentro de las instituciones no tienen porque verse en este deleznable cuadro de situación.
Escuela Coronel Martiniano Leguizamón de Maciá, del departamento de Tala (Entre Ríos)
“Hoy fumigaron frente a mi escuela y por el viento que hubo llevó el agrotóxico a la misma. Nos fumigaron. Estoy en observación con suero en el hospital de Maciá, me descompuse y aun me arden los ojos, el fuerte dolor de cabeza por suerte ya pasó. En cuanto se supo, los chicos se fueron con los padres, aspiraron mucho dado que se fueron en moto, un papá se descompuso», relató Susana Vera, la maestra afectada en el grupo de Whatsapp de los docentes rurales.
La palabra de aquellos que desde lo legal exponen el cuero
Lucio Salinski es abogado, movilizado por la problemática ambiental, activa con diferentes grupos ambientalistas de Rosario del Tala (Entre Ríos). Alertado por lo sucedido a pocos kilómetros, en Gobernador Maciá, no dudo en ponerse a disposición.
“El caso se hizo público, y al ser de aquí cerquita, Gobernador Macía, me decidí a tomarlo. La docente que sufrió en carne propia los efectos de la fumigación, realizó una denuncia policial que no tuvo eco en la justicia, por eso mismo pensé en actuar a través de un amparo”, le dijo a Conclusión.
Salinski cuenta con una experiencia previa en este tipo de casos, ya que asesoró al matrimonio Holstein, quienes junto a sus hijos sufrieron explícitamente la desidia de las fumigaciones.A fines del año pasado, la empresa «Celestino Spahn S.A», con sede en la provincia de Santa Fe, que alquila la «Estancia Las Raíces” ubicada a pocos metros de la vivienda familiar de las víctimas, fumigó con una mezcla de agroquímicos prohibidos (Glifosato y 2-4-D) el campo ubicado a 700 metros de la vivienda de dicha familia, en Altamirano Norte.
Al día siguiente, el matrimonio Holstein y sus dos hijos menores de edad comenzaron a presentar graves problemas de salud por lo que debieron ser internados durante varios días, y una posterior complicación del cuadro obligó al doctor Rubattino, quién fue el encargado de darles atención, a derivarlos al Hospital Santa Rosa de Villaguay, donde permanecieron internados durante una semana.
Este valiente médico que se animó a testificar sobre la causa del cuadro de intoxicación de la familia, tuvo que padecer atentados y amenazas continuas. Con el agravante de esto último, la causa penal avanza de manera muy firme.
Los caminos legales están para ser transitados, “hay dos vías posibles, por un lado la penal, tomando como referencia los residuos peligrosos, allí el arco de acción le compete al Ministerio Público Fiscal. La otra es la acción de amparo ambiental, que obliga a aquellos que están violando el derecho de terceros a un obrar que no esté por fuera de la ley”, indicó el abogado.
“Ocurrida esta última fumigación que afectó la salud de la docente y algunos niños, y después de ser denunciado el caso, la justicia local no tomó intervención contrariando los principios sentados por el superior tribunal de justicia que si bien fue en el marco de un amparo, marcó ciertos conceptos de los que debería hacerse eco el mismo”, concluyó.
Escuela Rural Nº10 del paraje Alta Vista (Saavedra)
Marcela Murguía es docente de la Escuela Rural Nº10 del paraje Alta Vista, partido de Saavedra (Buenos Aires). Días atrás tuvo que soportar una nueva fumigación en su institución, consultada por Conclusión, relató lo sucedido: “Es una lucha muy difícil, muy desgastante, la escuela se encuentra dentro de un triángulo rodeado de campos. A escasos metros del patio del establecimiento, se han dado las aspersiones con agroquímicos”.
Trabajar en la conciencia del alumnado en condiciones deleznables, “el último caso fue hace pocos días, estábamos bajando la bandera con los niños cuando sentimos un olor penetrante, ahí mismo corrimos buscando refugio dentro las aulas. Nos encerramos con los niños dentro, asegurando las ventanas y esperando que la situación se normalice”.
“Previamente a lo sucedido había sentido un ruido de motor, pero estaba convencida que se trataba de un tractor, lamentablemente no fue así, era un mosquito fumigador. El año pasado para esta misma fecha, encontré a otro trabajador del «mismo» campo lavando los recipientes de agroquímicos en un tanque de agua que utilizamos en muchas oportunidades en la institución”, dijo Murguía.
Sobre las charlas que ha tenido con las autoridades la docente indicó: “Pude reunirme con inspectores, consejeros escolares, directores del hospital, y con ellos pudimos lograr que se ponga un cartel con la consigna PROHIBIDO FUMIGAR. Pero este tiene la salvedad que dice en horario escolar, algo tremendo, ya que no debería suceder siquiera fuera de esa franja horaria, si bien nos han fumigado en plena actividad escolar”.
“No hay respaldo de los otros docentes, si bien este es un distrito fumigado, soy la única que pudo alzar la voz. Por suerte cuento con un protocolo que me hizo llegar la Red de docentes por la Vida, pero por el lado de las autoridades del lugar las respuestas concretas se hacen desear”, sostuvo.
Ardor en los ojos en los niños, y manchas rojizas en la piel de Marcela Murguía, fueron algunos de los síntomas que impactaron en la humanidad de los damnificados. Una realidad tan escabrosa, que encuentra resistencia a los reclamos dentro de la misma comunidad educativa. El campo y esta práctica como sostenedores de la vida activa de un pueblo, han generado una dependencia que tiene su anclaje en el capital, aquel que todo lo puede y pervierte.
Red Federal de Docentes por la Vida
Daniela Dubois es referente de esta red que busca ampliar lazos solidarios, oriunda de San Andrés de Giles, le contó a Conclusión sobre el trabajo de la misma: “La Red Federal de docentes por la vida se formó hace poco más de 3 años, en principio nació con el nombre de Red de Docentes por la vida. Fue una apuesta de contacto de distintas docentes de la provincia de Buenos Aires que fueron fumigadas.
«Luego del juicio que llevó adelante la compañera Mariela Leiva el 3 de octubre de 2017 en Concepción del Uruguay, la necesidad de una articulación federal se hizo más fuerte. Hoy participan docentes de Salta, Jujuy, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, aquellos que quieran sumarse deben saber que en este espacio podrán encontrar contención y asesoramiento”, relató Daniela.
Sobre la necesidad de plantear un cambio de paradigma desde lo educacional, indicó: “Pensamos que desde la educación se debe generar un camino reflexivo sobre la diversidad de agentes contaminantes que nos rodean. Desde la docencia intentamos trabajar de manera transversal, tratando de volcar el debate hacia lo agrocecológico, el único modelo que nos va a guiar a una producción saludable”.
La Red está conformada por docentes, trabajadores auxiliares, miembros de la comunidad educativa, las maestras rurales son las encargadas de brindar una muestra cabal de la enorme transformación que ha sufrido el campo.
“Lo que tiempo atrás era festivo y generaba un orgullo muy grande, hablo de lo que significaba ser parte del campo, hoy los agronegocios se han encargado de contaminarlo y hacer que todo morador de esas latitudes sea considerado un estorbo”.
La importancia del protocolo de denuncias
El mismo fue elaborado por la ONG “Naturaleza de Derechos”, y es de suma importancia para todos aquellos los docentes que comienzan a trabajar en escuelas rurales, ya que muchas de las situaciones que deberán enfrentar, serán nuevas y muy pesada de cargar.