JUEVES, 21 DE NOV

Francisco rechazó el aborto y criticó a quienes lo tildan de «comunista y populista»

En el texto difundido por el Vaticano, el Papa considera "nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista".

 

El papa Francisco rechazó hoy las críticas de quienes consideran «comunista o populista» el «compromiso social», al tiempo que reafirmó la postura de la Iglesia contra el aborto y a favor de la vida desde la concepción, en nueva exhortación apostólica.

«Gaudete et exsultate» («Alégrense y regocíjense» en español) es el título del nuevo texto elaborado por Jorge Bergoglio, en el que a lo largo de 177 puntos da a conocer su visión «sobre el llamado a la santidad en el mundo actual».

En el texto difundido por el Vaticano, Francisco considera «nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista».

En lo que parece una alusión a sus críticos del ala conservadora de la Iglesia, también se refiere a quienes «lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes o como si solo interesara una determinada ética o una razón que ellos defienden».

Asimismo, reafirma la política de la Iglesia contra el aborto y a favor de la vida desde la concepción al afirmar que «la defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo».

«Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte», agrega en el texto el sumo pontífice.

En el texto que fue firmado el 19 de marzo, Francisco añade: «No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente».

Apoyado en las bienaventuranzas y en los Evangelios de Mateo, el Papa agrega en su tercera exhortación (tras «Evangelii Gaudium» y «Amoris laetitia») que «el consumismo hedonista puede jugarnos una mala pasada, porque en la obsesión por pasarla bien terminamos excesivamente concentrados en nosotros mismos, en nuestros derechos y en esa desesperación por tener tiempo libre para disfrutar».

«Será difícil que nos ocupemos y dediquemos energías a dar una mano a los que están mal si no cultivamos una cierta austeridad, si no luchamos contra esa fiebre que nos impone la sociedad de consumo para vendernos cosas, y que termina convirtiéndonos en pobres insatisfechos que quieren tenerlo todo y probarlo todo», explica, en un texto en el que aparece citado también el primer santo argentino, el «cura gaucho» José Gabriel Brochero.

En uno de los pasajes de mayor conexión con la vida cotidiana, Francisco afirma que «también el consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos».

El denominado «bullying», tema recurrente en sus homilías y mensajes especialmente a la juventud, forma parte del nuevo escrito cuando Bergoglio asegura que «también los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital».

«Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena», asevera.

En el texto, el Papa detalla que «así se produce un peligroso dualismo, porque en estas redes se dicen cosas que no serían tolerables en la vida pública, y se busca compensar las propias insatisfacciones descargando con furia los deseos de venganza».

Francisco ubica su escrito en un mundo en el que «el hábito del discernimiento se ha vuelto particularmente necesario».

«Porque la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas. Todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante», plantea.

En ese sentido, agrega: «Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento«.

Con un mensaje fuerte dirigido puertas adentro de la Curia, Francisco arriesga además que «muchas veces, en contra del impulso del Espíritu, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos».

«Esto ocurre cuando algunos grupos cristianos dan excesiva importancia al cumplimiento de determinadas normas propias, costumbres o estilos. De esa manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitándole su sencillez cautivante y su sal», asevera.

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