Hipersexualización de la sociedad: ¿cómo reducir este impacto en los hijos?
Conclusión dialogó con la psicóloga Soledad Pedrana, integrante además del equipo multidisciplinario de la Asociación de Estudios Culturales de Rosario (Arec), quien afirmó: "En los últimos tiempos se le puso a la sexualidad un énfasis mayor del que debería".
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- Mar 9, 2017
Por Jennifer Hartkopf
A nadie sorprende ya ver videos musicales, publicidad o series que recurren al sexo como reclamo. La moda no queda exenta y en muchísimas ocasiones, también aquí, aparece la sexualización como parámetro de valoración social, donde los cuerpos no son más que reclamo y mercancía.
Lo cierto es que con el correr de los años la hipersexualización es cada vez más palpable en la sociedad actual y el debate se lleva con frecuencia, a edades cada vez más tempranas.
A una cultura muy visual, invadida por la multiplicidad de imágenes, se suman las redes sociales y el uso que los jóvenes hacen de ellas. Redes sociales mediatizadas por la imagen que estructura las relaciones y las convierte en una medida de éxito.
En ese contexto, Conclusión dialogó con la psicóloga Soledad Pedrana, integrante además del equipo multidisciplinario de la Asociación de Estudios Culturales de Rosario (Arec), quien señaló que «en los últimos tiempos se le puso a la sexualidad un énfasis mayor del que debería» cuando explicó que no constituye más que otro aspecto de los muchos que tiene una persona.
«La sexualidad es una arista más, un concepto que bien elaborado, colabora con nuestra salud, tanto psíquica como físicamente. Tener contacto físico con los otros incrementa nuestra estima; poder inmiscuirnos en el mundo de las caricias devuelve, básicamente, una sensación de afecto. En ese sentido, la sexualidad es real y puede entenderse de una forma buena», amplió.
Sobrevolando la historia, Pedrana recordó las décadas del 60 y 70, cuando se inicia un «proceso en la equidad del derecho a la sexualidad», para luego hacer hincapié en que «a posteriori, en los últimos tiempos, se entra en una tergiversación del concepto ya que se empieza a poner un énfasis en la sexualidad que se ve mucho más incrementado con la era tecnológica, con la era televisiva».
Así, explicó que la hipersexualización aparece básicamente por cuatro factores: porque hemos hecho de los cuerpos una mercancía; por una cuestión de género donde todavía estamos confundiendo el hacernos cargo de un derecho en libertad con un libertinaje; tercero, porque está muy ligado a la sociedad de consumo, vendemos cuerpos; y finalmente, por la vulnerabilidad de los padres respecto de lo que es la educación de sus hijos, propio de una sociedad de consumo que te invita a salir de tu casa.
«Nosotros mismos lo generamos al poner un énfasis mayor donde no hay que ponerlo», lamentó.
—La creciente sexualización de la infancia se vuelve entonces un tema apremiante…
—En los niños, la sexualidad existe en forma de autoconocimiento del cuerpo, de descubrimiento. A nivel madurativo, una persona inmadura emocionalmente, no está capacitada ni para tener relaciones sexuales, ni para tener un desarrollo adecuado que le permita emparentar lo afectivo y el cuerpo; carece de esa madurez emocional que requiere la utilización del cuerpo para no quedar atrapado en el objeto. Si yo no estoy madura emocionalmente para entender de qué va la sexualidad, probablemente quede atrapada en una cadena de objeto sexual.
—¿A partir de qué edad empieza a vislumbrarse la hipersexualización de la infancia?
—El niño por sí solo no se hipersexualiza. La hipersexualización de la sociedad se empieza a manifestar en un niño en diferentes cortes: uno alrededor de los 4 años cuando van a la escuela y la maestra empieza a hablar de ese tema, y ya alrededor de los 6 años hay una notoria hipersexualización de los cuerpos infantiles. Entre los 6 y los 12 hay una gran vulnerabilidad. La sexualidad al chico le entra por la imagen, por el oído, por la ropa, por la piel, hasta por el tacto, en lo imaginario: no te pueden tocar.
—¿Se expresa en igual medida en mujeres y varones?
—Hoy hay una situación de empuje hacia lo sexual tanto en mujeres como en varones. Día tras día descubro en consultorio un abuso sexual infantil sobre varones, propio de una hipersexualización en la que quedan atrapados. Está sucediendo que se ve mucho cómo más de un chico dentro del club ha sufrido abuso por parte de sus propios compañeros.
Consecuencias de la hipersexualización en los niños
«Sus efectos son nefastos. Un chico que está expuesto a la hipersexualidad interpreta que el ideal de belleza o el desnudo, o determinadas situaciones, son algo a dónde aspirar. Si una sociedad tiene todo el tiempo como parámetro rubias en corpiño, va a tratar de alcanzar eso, porque el niño primero aprende por imitación. Aprende a copiar cómo te reís, cómo hablas, qué decís, entonces hay un trabajo muy minucioso que deben hacer los padres», manifestó Pedrana de manera contundente.
Deterioro de la autoestima; adolescentes extremadamente frágiles; inmadurez afectiva y emocional; exposición constante a la mirada ajena exponiéndolo a «mayores riesgos de abuso, a abrir y vivir caminos para los cuales el niño no está aún preparado»; problemas para llevar adelante una relación «donde el sexo venga de la mano del amor»; y trastornos alimentarios, son algunas de las consecuencias que describió la profesional.
De manera optimista, Pedrana aseguró que «si un chico no crece con este énfasis puesto en la sexualidad va a encontrar el camino a la sexualidad tranquilamente, de una manera sana» y en seguida agregó: «Por eso la alerta debe estar puesta en las personas que crían porque no va a ser la escuela la que tenga una mirada diferente con la sexualidad, ni los medios masivos de comunicación, ni Internet».
—¿Qué pueden hacer los padres ante esta situación para colaborar y ayudar a sus hijos?
—Primero y principal deben empezar a fortalecer su propio concepto como padres, empoderarse respecto de la vida de sus hijos, y para eso deberían ser ellos mismos quienes los crían, no tener constantemente niñeras, o escuelas o situaciones donde por la imperiosa necesidad de incrementar el capital y poder llegar a fin de mes, desaparezcan de la vida de sus hijos. Empoderarse en el sentido de saber qué es lo que les pasa con esa sexualidad, porque estamos hablando de un reflejo en los niños que de alguna forma tiene un asiento en el inconsciente de los padres. Muchos padres se asustan por la hipersexualización del chico y no quieren que tengan Facebook a los 10 o 12 años, pero después se sientan a comer con Tinelli para ver quién baila y aplauden. Existe una contradicción propia de que el padre nunca sabe qué hacer con un hijo, por eso la maternidad y la paternidad siempre es fallida, pero lo primero que debería entenderse es que los padres deben tomar el mando de lo que quieren trasladarle a sus hijos y ser ellos quienes eligen qué conceptualizar para lo que significa la sexualidad.
—¿Cuál debería ser entonces el rol que los padres deberían desempeñar?
—Deben acompañar al chico en su despertar sexual, en sus diferentes etapas de la sexualidad, desde el autoconocimiento hasta el desarrollo maduro de su sexualidad. Pero básicamente un padre tiene que tener en claro qué es para él la hipersexualización, qué es para él una sexualidad sana, qué es un derecho a la sexualidad, qué es una sexualidad medida, tiene que trabajar sus conceptos en pareja, en familia y pedir orientación porque estamos en el boom de la hipersexualización pero nadie sabe bien de qué se trata. Los padres no estamos viendo con claridad cuál es el camino a tomar e invadimos todos los canales sensoriales con sexualidad.
A modo de ejemplo se refirió a la tendencia de las madres de hoy de querer festejar el cumpleaños de sus hijas, incluso menores de 10 años, en spas, en donde se las pinta y se las convoca a desfilar. «Las propias madres, están directamente despertando la hipersexualización sin poder comprenderlo», reflexionó.
Así, recomendó que Internet, y la computadora aparezcan en el niño recién a partir de los 7 años: «Durante el primer septenio el niño viene ser constituido por sus propias fuerzas creadoras y a desarrollar su cuerpo, por lo que no interpondría en ese crecimiento el aparato tecnológico porque ya de por sí genera un quite del interés en relación a la pedagogía después».
Por último, en relación a la televisión, destacó que «la mirada tiene que estar signada por los padres, un padre tiene que poder evaluar que material le va a ofrecer a su hijo. Acompañar a sus hijos en lo que están viendo, no ponerles la televisión y mandarse a mudar. Hoy los chicos ven muchos programas que tienen mucho comportamiento sexual implícito y no los padres no lo saben porque no se sientan a mirar con ellos».