Jardines maternales: el segundo hogar de los bebés de madres trabajadoras
Cada vez son más los niños que concurren de más pequeños a las guarderías. Conclusión quiso conocer de cerca la labor que realizan desde adentro con el amor como estandarte.
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- May 24, 2016
Por Marina Vidal
Dejar a un hijo en manos de un desconocido, nunca es tarea sencilla. Si apenas tiene pocos meses de vida, se torna aún más complicado. Sin embargo, en Rosario hay decenas de jardines maternales que cumplen la tarea de cuidar, educar y contener a los más pequeños cuando están en ausencia de su familia. Por trabajo, por horarios, por necesidades económicas; cada año aumenta el número de mujeres que deben dejar a sus hijos en una guardería diariamente.
¿Cómo es hacerse cargo de bebés ajenos?, ¿es correcto dejarlos desde tan pequeños?, ¿Cuál es el rol fundamental de las maestras jardineras?
Impulsado por la iniciativa que se está tratando en el Concejo Municipal, la cual promueve que se extienda la licencia por maternidad a seis meses, Conclusión visitó dos jardines para indagar a las maestras, acerca de que opinan al respecto.
El jardín de Osecac y el jardín Manzanita son dos íconos de Rosario, legendarios y conocidos por su trayectoria, responsabilidad y entrega. Sus directoras concordaron en muchos aspectos y su relato tiene un denominador común: el amor por la profesión, por los niños y por mejorar día a día en lo que hacen, dejando su vida en las salitas del jardín.
El Jardín Materno Infantil Osecac Rosario va a cumplir 36 años en este 2016, es una institución que dejó y deja huellas en cientos de familias conformadas por mamás empleadas de comercio que no pueden cuidar a sus niños a causa de su trabajo. En total albergan a 135 niños desde las 7.30 hasta las 19, pudiendo estar las horas necesarias.
En diálogo con Conclusión, su directora, Graciela “Pipi” Spooner comenzó describiendo como fue adaptándose el jardín a través de las décadas y de los cambios que estás trajeron.
“Hace muchos años, el jardín tenía bebés de 45 días a cinco años. Después a través de las leyes y por la experiencia que uno tiene, los bebés ingresan a partir de los cuatro meses hasta los cuatro años. Tenemos en la sala alrededor de 14 bebés de lista, que concurren en el horario de trabajo de la mamá, lo cual hace que no haya 14 en el mismo rango horario”, contó Pipi.
Respecto a su opinión acerca de extender la licencia por maternidad, la directora afirmó que está a favor que así sea y agregó: “Quizá no específicamente por seis meses, pero por lo menos cuatro o cinco debería ser obligatorio”.
“Pensemos que el bebé está nueve meses dentro de la panza de la mamá, alimentándose de ella, percibiendo y sintiendo todo lo que ella le trasmite. El vínculo de los primeros meses de vida y te diría hasta el primer año deja huellas en el niño. Cuanto más tiempo reciba el bebé por parte de su mamá, es mejor. Es algo que solo la mamá puede brindarle, porque si bien nosotros dejamos la vida en lo que hacemos no somos ni la mamá ni el papá”, resaltó la directora.
Con el pecho lleno de orgullo por su jardín, y con los ojos mojados de la emoción, su relato no deja de remarcar la importancia del tiempo que el niño de pocos meses de vida pase con su familia.
Ni el mejor jardín del mundo le va a brindar al bebé en su primer contacto con el exterior lo que le da la mamá y el papá.
«Nosotros cumplimos con nuestra labor poniéndole lo mejor de nosotros pero nunca se va a comparar con lo que le da la familia”, enfatizó.
Este jardín tiene la particularidad y la cualidad que no muchos tienen, allí, los niños desayunan, almuerzan y toman la merienda. La institución tiene su cocina propia donde preparan las comidas caseras. “Somos 30 trabajadores profesionales que amamos lo que hacemos y tenemos la camiseta puesta desde el día uno”, dijo Pipi.
En Argentina año a año se incrementan las mujeres que dejan a sus niños en guarderías desde muy temprana edad. Al respecto, la directora aclaró que en general su jardín trabaja con mamás empleadas de comercio, por lo cual, la demanda es muy alta y hasta cuentan todos los años con una lista de espera.
“Creo que si tuviésemos otro jardín con las mismas dimensiones y características estaría repleto y trabajaría exactamente igual. Hay muchas mamás que trabajan, algunas no tienen donde dejar sus bebés y otras siguen prefiriendo dejarlos en el jardín”, agregó.
Ser maestra jardinera
Pipi, hace 36 años que trabaja en el lugar. “Para mi es parte de mis células. El día que me vaya no voy a hacer otra cosa. Sea tu vocación o no, cuando uno le pone toda la pasión, no tiene precio. Cuando uno trabaja nada más que para ganar el sueldo…ahí quedas; cuando vos le pones el valor agregado uno es feliz trabajando. Yo hago esto porque me hace feliz”, describe la docente a la vez que se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas.
Y agregó: “Sabemos que no es nada fácil para una mamá dejar a su chiquito aquí. Pero este jardín tiene la apertura a la familia. Hablamos y nos comunicamos permanentemente entre nosotros y con la familia. Al principio tienen resistencia a dejarlos lógicamente, con el tiempo empieza la confianza y el afecto y se genera un vínculo con los chicos y con toda la familia. Hacemos un trabajo de contención, le brindamos cariño y amor. El jardín está preparado y nosotros estamos preparados para que el chico este bien. A nosotros nos pagan para hacer lo que amamos y para que el bebé este bien. Por eso, el grupo humano es fundamental, nosotros somos una familia”.
El que no trabaja con chicos no sabe lo que es. Trabajar con chicos es lo más sano que hay. Los niños son lo más espontáneos que existe y están despojados de todo lo que tenemos los adultos.
Manzanita, un jardín con 41 años de historias…
Manzanita es un proyecto que surgió en 1975 con sus dos precursoras Patricia Álvarez y Silvina Antognini. Desde esa época hasta ahora están transitando el año 41. Luego se incorporaron Elena y Claudia quienes hoy dirigen la institución
“Pasaron distintas épocas. Antes el jardín abría tres horas a la mañana y tres horas a la tarde. Cerraba al mediodía y volvíamos a la tarde. Con el paso del tiempo las necesidades y demandas de las familias cambian y se van modificando. De a poco fuimos agregando salas de niños cada vez más pequeños; al comienzo teníamos salas de 3 y de 4 años, después se agregaron salas de dos, después se agregaron las salas de 18 meses y luego las de un año. Por último hace 18 años se abrió el jardín lactario que es la franja etarea que incluye los niños de 45 días al año”, comienza relatando Claudia que recibió a Conclusión con los brazos abiertos y una calidez propia de una maestra jardinera.
Respecto a las demandas del cuidado de bebés, la docente aclaró que últimamente la solicitud de cupos de lactáreos “es mucha”.
“Nosotros estamos supervisados por el área de la niñez de la Municipalidad y ellos regulan el trabajo de los jardines de infantes y la cantidad de niños que se puede tener según el espacio y cuantas maestras debe haber cada tantos niños. Cada seis niños debe haber una docente. Manzanita divide ese sector en dos: lactáreo uno y lactáreo dos; el primero va de 45 días hasta los 6 meses y el segundo va de los seis meses hasta el año. Tienen diez bebés a la mañana y diez a la tarde en esa área y dos docentes a cargo”, contó la directora.
Al consultarle por el trabajo específico con los más pequeños, Claudia comentó que además de cubrir las necesidades básicas (alimentación, sueño y cambiado) realizan un trabajo de estimulación de la parte motriz, visual, auditiva de los niños. Les presentan distintos materiales para que ellos reaccionen, trabajen la postura y se entretengan.
«Nosotros le damos mucha importancia a la docente. No cualquier maestra puede ser maestra de lactario. Para ser maestra de lactario tenés que tener una capacidad especial; paciencia infinita, saber contener, saber dar mucho amor. La contención en esa edad es fundamental, para que sientan lo menos posible la ausencia materna», resaltó.
Y agregó: “Nosotros no suplantamos a nadie y menos a una madre, pero lo que hacemos desde el jardín es brindar amor y contención tanto a los chicos como a los padres. Muchas veces, los padres se sienten culpables por dejar a sus hijos, sobre todo los padres primerizos. Sabemos que es muy difícil para las familias. Somos un jardín de puertas abiertas para los papás. Tienen un periodo de adaptación donde los papás estén en el jardín hasta que los niños se adapten”.
En tanto, y teniendo en cuenta la premisa de este informe acerca de la extensión de la licencia, la maestra remarcó que las mujeres hoy en día trabajan a la par de los hombres, y en muchos casos el sueldo más importante que ingresa a un hogar es el de la mujer. “Vemos que cada vez las mujeres son mamás más grandes. Antes el promedio era entre 23 y 26 años, ahora son mamás primerizas entre los 30 y 35 años. Entonces; por un lado la mayoría de las mamás no pueden dejar de trabajar para cuidar a sus niños, y por el otro muchas mujeres no quieren dejar su carrera, su profesión y su trabajo para quedarse en su casa”, analizó Claudia.
Además, la directora de Manzanita aclaró que no son todos, pero hay niños que entran a las 8 de la mañana y se van a las seis de la tarde y consideró que si bien no es lo ideal que estén tantas horas sin su mamá, desde el jardín buscan contenerlos en todas sus necesidades.
“Estoy de acuerdo en que la licencia de las mujeres se extienda a seis meses. Primero porque es muy difícil tener que separarte y dejarlo a los dos meses en un lugar, se te parte el corazón verlos sufrir por dejarlos. Lo importarte es la calidad de tiempo que comparten los niños con mamá y papá. Sin embargo se nota la diferencia entre los chicos que entran a jardín desde bebés y quienes ingresan de más grandes. Se nota en el estímulo, en la independencia y sobre todo en el contacto con el otro, el compartir y el juego social”, sostuvo.
Hace alrededor de quince años que se nota el incremento de mamás que dejan a sus bebés en guarderías.
Y agregó: “Nosotros tratamos de fomentar la lactancia materna; si tienen la posibilidad de venir a darles de mamar para nosotros mejor porque es lo más sano, si no les aconsejamos que se saquen la leche y la traigan.
El amor por la profesión
“El amor por esta profesión es inexplicable, te involucras con los niños. Hay bebés que son inolvidables y familias que quedan marcadas a fuego (se emociona). Esto es una gran familia. Hace treinta años que soy docente y para mí, es todo, me define. No sé qué voy a hacer cuando tenga que dejar”, concluye la directora, en concordancia con lo relatado por la otra entrevistada.