“Uno tiene que tener una actitud donante, no importa lo que se done”
Silvia Trivisonno, luego del fallecimiento de su hija Antonella, se convirtió en una de las grandes impulsoras de la donación de órganos. Una historia de vida a partir de la muerte.
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- Jun 30, 2016
Por Carlos Fechenbach- especial para Conclusión
Silvia recordó lo sucedido hace ya 17 años: ella venía con tres de sus hijos conduciendo el auto y en la intersección de las calles Ovidio Lagos y Salta, otro vehículo cuyo conductor excedía el límite de velocidad los embistió. Relata que hubo gente, testigos del hecho que se solidarizaron y gracias a eso y a los peritajes de las frenadas, se pudo determinar la culpabilidad del conductor. La nena que quedó debajo del vehículo y sufrió un golpe muy fuerte en la cabeza llegó con vida al Hospital Vilela, de allí la llevaron al Heca para hacer una tomografía y determinaron que tenía muerte cerebral.
Sigue recordando: “Los médicos eran de nuestra edad y tenían hijos chicos y fue muy shockeante la situación y nosotros propusimos que queríamos donar los órganos”. Ante la pregunta de si ellos al proponerlo conocían del tema, Trivisonno responde: “No es que sabíamos del tema, después de mucho tiempo, a la larga nos dimos cuenta de que había una película que vimos de chicos que se llama “Rosas blancas para mi hermana negra”, donde una chica le da el corazón a otra nena y en algún punto nos acordamos de eso, pero la realidad es que queríamos hacer algo para que otros papás no pasaran lo que estábamos viviendo nosotros. Así, como yo en un momento pensé: ¿quién me da a mí un corazón si le falla? o ¿quién me da a mí un pulmón si mi hija lo necesita? En ese instante pensamos a quién podíamos nosotros ayudar”.
Pero la labor no quedó ahí, no terminó con la donación de los órganos de Antonella, sino que estos papás se comprometieron en una tarea mucho más profunda y para honrar la muerte de su hija siguieron trabajando para conscientizar sobre la importancia de la donación. Hicieron muchos actos en la esquina donde ocurrió el accidente y se transformaron en grandes promotores de la donación tanto en la ciudad de Rosario como en la provincia de Santa Fe.
Silvia explica que “la realidad es que es muy difícil convocar a todas las familias anteriores que habían sido donantes. Sucede que al transitar tanto dolor, uno se encierra para poder recuperarse. Yo pienso que ayudando al otro nos ayudamos mucho a nosotros mismos. Una vez un periodista nos dijo que le habíamos puesto el rostro a la donación y la verdad e que cuando cualquiera ve la foto de Antonella ya se sabe de qué se está hablando”.
Al encarar el tema de cómo sobrellevaron los hermanos esta pérdida, la mamá de Antonella dice: “Costó mucho, primero por el tema del juicio y la decisión de darle al conductor prisión en suspenso y quedar todo en ‘la próxima vez si mata a alguien va preso’, entonces fue complicado explicarle a los chicos la decisión de la Justicia. Pero por otro lado, con el tema de participar en las campañas y ver que la gente nos abrazaba y nos contenía tanto, ellos entendieron que ese era el camino a seguir y nos ayudaron y siguen ayudando, hay fotos de ellos en las campañas con las camisetas de “Yo también soy donante”, ahora tienen 27 años y 25 años y en ese momento teníamos un bebé de nueve meses que ahora ya cumple 17 y después tuvimos dos hijos más que ahora tienen 15 y 13 años”.
Sobre el tema de las campañas Trivisonno explica que: “Como nosotros no tenemos ni Fundación ni somos ONG, sino que trabajamos por nuestra cuenta, lo que pedimos es colaboración, que aquel que quiera donar algo de tiempo y conocimiento nos ayude. Entonces nos ofrecieron hacer un video para una campaña que es muy lindo, son dos nenas jugando y es bellísima la propaganda y el mensaje. Es que uno tiene que tener una actitud donante, no importa lo que se done, tal vez alguno dona tiempo, otro dona un abrazo, otro dona comida y otro dona sus órganos, lo importante es la actitud. En cuanto a ser donante de vida nosotros pedimos que la gente se inscriba en la situación en que esté, después los médicos deciden, a veces por ignorancia o desconocimiento se dice que uno no puede y en realidad sí puede. Se hizo últimamente un trabajo con los hospitales donantes que son el Centenario y el de Granadero Baigorria y la verdad que en Santa Fe se trabaja muy bien desde la recepción y desde el acompañamiento de las familias”.
Luego, el tema giró sobre los donantes en sí y cómo se procede según los órganos. Silvia explicó que: “Uno de cada mil muertes puede ser donante y si esa persona no quiere se achica más la posibilidad”.
A veces, hasta que a uno no le toca vivir estas situaciones límites, no se pone en el lugar del otro que necesita un órgano para vivir. “Lo importante es ver la donación como una forma de vida, porque si uno puede pensar qué pasa con la gente que necesita un trasplante de córneas y nunca pudo ver el rostro de las personas que ama. Pero muchas veces nosotros también estamos ciegos y no vemos a los que tenemos al lado, entonces lo importante es que sin necesitar un trasplante podamos ver al que tenemos al lado. La donación, también es eso, mejorar la calidad de vida, en lo posible la nuestra y si nos morimos y podemos ser donantes mejorar la de otros”, agrega Trivisonno.
La entrevista finaliza con Silvia contando que en el mes de agosto se van a hacer campañas en las escuelas. Recuerda que el 29 de ese mes se cumplen los 17 años de la muerte de Antonella y que desde el 2002 están tramitando una Plaza de la Donación, que aún no se terminó de concretar, pero ya tienen el lugar en el Parque Scalabrini Ortíz. Ahí se van a realizar diversas actividades y Silvia dice: “La verdad que la extraño mucho, no es fácil sobrellevarlo pero la vemos en la sonrisa de cada trasplantado. La donación es como un puente que tiene dos lugares. Una persona colabora con nosotros es trasplantado renal, cuando era chico en un resfrío se le instaló un virus en el riñón y se le manifestó treinta años después y ahí recién se enteró. O sea que todos estamos más expuestos a necesitar que a poder dar. Por eso esto es bueno tanto para el otro como para uno. Si uno tiene una mirada abierta pensando en las demás personas se vive mejor, se vive bien. Mi marido siempre dice que es importante poder vivir de tal manera que cuando uno se muera lo único que le quede por dar sean los órganos”.